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Reapareció Carta Abierta y hablaron de José López

Los intelectuales kirchneristas opinaron sobre corrupción y el futuro del FPV.

29/06/2016

Luego de un silencio de nueve meses, derrota electoral de por medio, reapareció el grupo "Carta Abierta". Los intelectuales kirchneristas retomaron su actividad para analizar el caso José López, quien según ellos no sería "el arquetipo K". También opinaron sobre el futuro del FPV y realizaron un diagnóstico del gobierno de Mauricio Macri, a quien llaman un hombre "cruel" de "brutales recetas neoliberales" que habla como un "monaguillo inocente".

A continuación, un resumen de la carta:

El vergonzoso caso de José López podría hacernos vacilar: era un funcionario de alto nivel. Repentinamente emerge desde una madeja de hechos sombríos que involucran dólares secretos. La fuerte evidencia visual obligó al kirchnerismo a escribir cartas de repudio y a preguntarse sobre los alcances de la pegajosa palabra en juego: corrupción.

Lo ocurrido con López da renovados argumentos a quienes demonizan los estilos de intervención estatal y las memorias de un gran conglomerado histórico-social. No percibimos entonces el tan proclamado fin del kirchnerismo. Lo que vemos es el deseo acrecentado en las derechas latinoamericanas de que eso ocurra.

Ni todo es así, ni todos actuaron así. Lo que predominaron fueron hechos de reparación social, esa era la viga central de la época transcurrida, y no casualmente este aspecto reparatorio del tejido social es lo que el gobierno actual se dedica a arrasar con toda ferocidad.

Parece resurgir una escalada persecutoria que se manifiesta en los últimos hechos de represión y espionaje, una verdadera "Campaña del desierto" mediática.

El argumento básico que se expresa en estos días es que, en el anterior gobierno, bajo una portada" socialmente distributiva se verificaba un fraude organizado." Pobre argumento, ya que estos "flujos ilegales" no pueden de ninguna manera diluir el peso de fecundas y decisivas acciones de gobierno que no es difícil rememorar, como el apartamiento del ALCA o el resguardo por parte del estado de los fondos de garantía jubilatoria.

En apenas seis meses hemos sido testigos, no de una supuesta alternancia democrática, sino de una política de tierra arrasada que ha buscado revertir políticas sociales, económicas, culturales, de derechos humanos e institucionales hasta el punto de sentir, una gran parte de la ciudadanía, que nos han "cambiado" el país convirtiéndolo en una tierra de promisión para los "ricos" de acá y de afuera, mientras avanza el daño sobre los más débiles, habilitando una nueva y feroz regresión social.

López está muy lejos de ser el arquetipo del kirchnerismo, ni tampoco su campanazo lúgubre y definitivo. Por eso nos reconocemos como defensores de las políticas transformadoras de los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner, políticas que deben predominar en el juicio justiciero sobre los demás aspectos que deben merecer agudas consideración autocríticas.

Se evidencia en el macrismo, en cambio, ese insolente déficit de historicidad, que creen sustituible por un falso pluralismo (que es solo la réplica infinita de ese Uno que son ellos mismos), balbucean que existen personas, no conjuntos humanos; que hay individuos, no asociaciones públicas.

Estos subterfugios ornamentales encubren las viejas recetas neoliberales -aplicadas por Martínez de Hoz y Cavallo- ahora recitadas por el pobre pensamiento de un hombre de libretos desculturizados, y doblemente crueles por el hecho de que los dice con un aire de monaguillo inocente. Pongamos este razonamiento simplista, aunque espectacular, bajo las interpretaciones que deberían provenir de un sentido de la historia regido por los intereses de la clase trabajadora.

Todo en el macrismo huele a impostura, salvo cuando algunos de sus principales exponentes, por extraños mecanismos que denuncian una falta de autocontrol, afirman que "era inconcebible que un empleado medio pudiese comprar un plasma o aspirar a viajar al exterior" o, con mayor contundencia y cinismo todavía, "que los pobres deberían saber que seguirán siendo pobres con todas las limitaciones que eso supone". Una mezcla de viejo y apolillado clasismo con brutal sinceramiento.

Esta atomización corrosiva del ser social, es el probable o improbable nombre con el que la derecha provocará la desarticulación de la vida en común.

El vituperable caso de López y todos los que se les parezcan, son graves ante los ojos del presente, pero si la historia común mueve sus motores hacia la justicia y la renovación de las instituciones, será un asterisco doloroso que servirá de advertencia para todos los movimientos sociales y democráticos.