Santiago del Estero, Jueves 18
Abril de 2024
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Aniversario: ¿Realmente se celebra hoy el cumpleaños de la ciudad?

El historiador Raúl Jorge Lima, en su libro "La Fundación de Santiago del Estero" brinda un panorama histórico reflexivo sobre la fecha. Juan Núñez del Prado y Francisco de Aguirre: la importancia de conocer nuestra historia.

25/07/2016

Hoy, 25 de julio, celebramos el día de nuestra ciudad, "es la fiesta de la ciudad; adherimos con entusiasmo a este festejo, porque es el día de Santiago Apóstol, patrono de las Españas y de América, y cuyo nombre está inserto en el de esta “Madre de ciudades” desde que le fuera impuesto por su fundador, el Capitán Juan Núñez de Prado: Ciudad del Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago, ya desde su segundo y tercer asentamiento.

Pero ¿Festejamos también el aniversario de la fundación de esta ciudad? Estaría mal que así lo hiciéramos, porque esta ciudad fue fundada el 29 de junio de 1550 por el mencionado Juan Núñez de Prado. Por lo tanto, cumplió 466 años de existencia, el último 29 de junio.

Pero entonces ¿El Capitán Francisco de Aguirre no merece el monumento que en su honor se erige en la vieja costanera? Sí, lo merece. Lo merece porque en diciembre de 1555 y en febrero de 1556 envió bastimentos desde Chile (semillas, herrajes, armas, árboles…). Lo merece porque en 1563 fue designado gobernador de la flamante Gobernación del Tucumán, Juríes y Diaguitas, creada para terminar poner fin al conflicto de jurisdicción con Chile y con capital en esta ciudad; y en 1569 volvió a ser designado Gobernador de la misma. En ambas ocasiones, con títulos perfectos. Y además fue un buen Gobernador. Merece, pues, dicho monumento. Pero no por ser el fundador, pues no lo es.

Dentro de los méritos de Francisco de Aguirre omitimos su actuación de 1553, por tres razones:

1)-La usurpación que llevó a cabo el 20 de mayo de 1553, contra todo derecho, no puede ser computada a su favor.

2)-El haber trasladado 1400 metros la ciudad usurpada (acto que irrazonablemente se confunde con su fundación) fue un acto poco trascendente; los propios vecinos del siglo XVI (en 1553 y en 1556) en momento alguno lo mencionan como acto fundacional; y esos mismos vecinos o sus hijos, en 1585, tampoco. Para los viejos vecinos, Aguirre socorre a la ciudad, Aguirre gobierna la ciudad; pero Aguirre no la funda.

3)-El mañoso cambio de nombre: “Barco en el Nuevo Maestrazgo de Santiago” por “Santiago del Estero del nuevo Maestrazgo”, con la velada intención de sembrar confusión al respecto, tampoco puede constituir un mérito para su autor”.


En septiembre de 2014 se presentó en el Centro Cultural del Bicentenario (CCB) el libro “La fundación de Santiago del Estero” del mismo autor que esta nota, el cual fue declarado de Interés Legislativo por la Honorable Legislatura de la provincia: “En este libro ratifico lo ya dicho por nuestros grandes historiadores (Orestes Di Lullo, José Néstor Achával, Eudoxio de Jesús Palacio, Luis Alén Lascano), sobre a quién debe considerarse el fundador de esta ciudad. Es de destacar la admirable obra de esclarecimiento escrita por estos ilustres nombres, aún antes de que el descubrimiento de Gastón Doucet de 1981 aclarara definitivamente la cuestión. En consonancia, debemos dejar de lado de una vez la falsa creencia en un Francisco de Aguirre fundador de esta ciudad. Y la justiciera atribución del papel de fundador al Capitán Juan Núñez de Prado.

A la historia de nuestra provincia le faltan -casi enteros- sus dos primeros siglos. Se han extraviado la gran mayoría de las Actas Capitulares de la segunda mitad del siglo 16 y de todo el siglo 17. La historia de la ciudad reflejada en esas actas, recién comienza en 1727. Solamente esa desgraciada circunstancia pudo hacer que se cometiera error tan garrafal como tener por fundador de esta ciudad a quien se apoderó de ella -sin derecho- en 1553, cuando tenía ya tres años de existencia.

Afortunadamente, las autoridades provinciales han emprendido en el año 2010 -y ahora casi culminado- la difícil tarea de reeditar por medio del Archivo Histórico de la Provincia, esas actas capitulares, habiéndose acrecentado con varias de los siglos 16 y 17, que se encontraban en la ciudad de Córdoba y en el Archivo General de Indias (Sevilla); hoy forman parte de la nueva colección. Se enriquece así, con estas actas ahora inéditas, la publicación de la Academia Nacional de la Historia que conocíamos de años atrás.

Motivó también la tan poco feliz decisión de 1952 (decreto provincial), la confusión a que indujo el tenor de cinco actas capitulares del siglo 18, que se refirieron al 25 de julio como el día en que se celebraba el día de la ciudad (por la misma razón por la que está bien que lo celebremos hoy: el día de Santiago Apóstol). Estas actas provocaron el error cometido por un esclarecido historiador como lo fue el Dr. Alfredo Gargaro y por dos comisiones (una provincial y otra nacional) que se expidieron en forma equivocada al respecto. Confusión a la que se sumó la premura por tener un fundador “oficial” para la visita del Presidente de la Nación a los festejos del Cuarto Centenario de la ciudad (Y con “números redondos: 1553-1953: cuatrocientos años). Distinta hubiera sido su postura si hubieran contado con los elementos con que ahora contamos y que no dejan duda al respecto.


Núñez de Prado y Aguirre ¿Cofundadores?

No hay peor mentira que una verdad a medias. Ante la contundencia de los elementos aportados por los ilustres historiadores mencionados, a lo que se sumó el decisorio descubrimiento de Doucet de 1981, ya no quedan partidarios de la opinión que tiene a Aguirre por fundador. Empero, en postura que pretende ser ecléctica (yo la llamaría diplomática, por no tildarla de timorata), he oído hablar de “cofundación”, teniendo a Núñez de Prado y a Aguirre como cofundadores. Negamos enfáticamente la posibilidad de que Núñez de Prado y Aguirre sean cofundadores.

La única manera de que puedan existir cofundadores de una ciudad, es que dos o más personas fueran comisionadas para fundarla y así lo hicieran, participando del acto fundacional. Aguirre llegó a la ciudad, para apoderarse de ella -con mandato de Valdivia, viciado de toda nulidad-, después de tres años de haber sido fundada por Núñez de Prado; y con el Cabildo de la ciudad funcionando a pleno.


¿Aguirre “refundador”?

Utilizando con licencia el término refundador, tampoco lo fue Aguirre de Santiago del Estero. La palabra suele utilizarse -inapropiadamente- para casos como el de la ciudad de La Serena, en Chile. Fundada por el Capitán Juan Bohón en 1544, con el nombre de Villanueva de La Serena, fue totalmente incendiada y destruida por la población indígena. Cinco años después (1549), por disposición de Valdivia, Francisco de Aguirre funda, en su mismo emplazamiento, la ciudad de San Bartolomé de la Serena. Como vemos, el término se utiliza (con reservas) para alguien que vuelve a fundar (en el mismo lugar y con nombre igual o parecido), una ciudad que en forma previa había desaparecido totalmente. Nada que ver con nuestro caso. Por lo que, así como Aguirre no fue fundador, tampoco fue cofundador y tampoco fue refundador.


¿Aguirre definitivo poblador?

Es conocida la síntesis efectuada por ese ilustre historiador que fue Dn. Luis Alén Lascano. En ella expresa, con la acuidad que lo caracterizaba, que el de Santiago del Estero se trató de un proceso fundacional, en el que Diego de Rojas (el de la “Gran Entrada”) fue el precursor, Juan Núñez de Prado el fundador y Francisco de Aguirre el definitivo poblador. Ya que no el fundador ¿Fue Aguirre -al menos- su definitivo poblador? Veamos: La ciudad, trasladada por Aguirre desde el Barrio La Católica a la actual avenida Alsina, tampoco quedó allí. Hubo varios pedidos de Gobernadores al Rey para que éste autorizara su traslado (Ramírez de Velazco antes de terminar el siglo XVI. Felipe de Albornoz en 1630, después de la gran inundación de 1628; autorización que le fue concedida por el Rey). Empero, creemos que, a despecho de esos traslados de la ciudad (solicitados, autorizados, oficiales y a realizarse de una sola vez), lo que hubo fue un paulatino reasentamiento de los vecinos hacia el noroeste, después de cada gran inundación del río; la de 1628 causó inmensos estragos y la de 1663 fue la última antes del asentamiento definitivo). Por lo que Aguirre sólo puede ser considerado el definitivo poblador sólo en el sentido acotado de traslado oficial y en conjunto, con el que es evidente lo utiliza tan prestigioso estudioso de nuestro pasado.

Pero, si nos atenemos a un sentido estricto de las palabras, tampoco fue Aguirre el definitivo poblador de la ciudad, puesto que ésta no quedó adónde él la asentó. Baste pensar que la ciudad recorrió menor distancia en el menguado traslado efectuado por Aguirre, que el que recorrió después en los sucesivos asentamientos a la que la obligó las arremetidas del río, desde 1553 hasta 1670 (su asentamiento definitivo, con el casco en su ubicación actual).

Con todo, es necesario no confundir esta postura -aceptable, con el alcance limitado que le hemos atribuido- con las manifiestamente desacertadas de considerar a Aguirre fundador, cofundador o refundador de nuestra ciudad. Cuando Aguirre usurpa la ciudad de Núñez de Prado el 20 de mayo de 1553, su Cabildo estaba en pleno funcionamiento, la cantidad de vecinos era ligeramente superior al contingente que Aguirre traía, y el propio Aguirre data la transcripción de su “toma de posesión” (con los títulos viciados conferidos por Valdivia), en la ciudad de Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago.

Después del descubrimiento del investigador del CONICET Gastón Doucet en el Archivo Nacional de Bolivia (Sucre) de 1981, sería absurdo continuar con la versión de Aguirre fundador. Entre los importantísimos descubrimientos de Doucet se encuentra el hecho de haber descubierto que el Libro de Actas Capitulares de esta ciudad se inició el 29 de junio de 1550; y continuó, sin solución de continuidad, después de la llegada de Aguirre en 1553, después de su intrascendente traslado el 25 de julio de ese año de 1553, y después de su regreso a Chile en marzo de 1554 para disputar con Villagra el gobierno de ésta, ante la muerte de Valdivia.

Los vecinos de la época de la fundación se hubieran extrañado sobremanera de que 400 años después se fuera a considerar fundador de la ciudad a Aguirre por su mínimo traslado. Así lo demuestran las Probanzas de Méritos y Servicios que transcribimos en este libro, recopiladas por el gran Roberto Leviller en el Archivo de Indias de Sevilla. Es más, hasta el mismo Aguirre se habría extrañado.

La cuestión ya fue dirimida en 1555 por la Real Audiencia de Lima, quien era el Juez natural en el litigio de jurisdicción entre las corrientes conquistadoras de Perú y de Chile, representadas en este caso por Núñez de Prado y por Aguirre. ¡Cuatro siglos después se dejó de lado el Fallo que le dio la razón a Núñez de Prado! Absurdo. En este libro, después de valorar el descubrimiento de Doucet, demuestro que los antiguos vecinos de esta ciudad, los de su época fundacional, dejaron en claro a quién debía tenerse por fundador. Ya, antes que yo, lo habían hecho la mayoría de nuestros historiadores. Así lo afirmaron en las siguientes obras -entre otras-: De Orestes Di Lullo: “Santiago del Nuevo Maestrazgo”; “La ciudad robada” (sugestivo título, por cierto). Del sacerdote mercedario fray Eudoxio de Jesús Palacio: “A las orillas del río Dulce”; “Cuarto centenario de Santiago del Estero, 1550-1590”; “Orígenes de Santiago del Estero”. De José Néstor Achával: su “Historia de Santiago del Estero”.

Y la addenda que publicó al producirse el descubrimiento de Doucet en 1981, que no hizo sino confirmar lo dicho en su valiosa obra y sostenido durante sus largos años de cátedra en el Profesorado de Historia de nuestra provincia y sostenido con énfasis en varios congresos de Historia Argentina y del Noroeste. De Luis Alén Lascano, quien en su completa “Historia de Santiago del Estero” adelantó, a modo de primicia, el descubrimiento de Doucet de una década antes, como lo hiciera también en su discurso de incorporación a la Academia Nacional de la Historia en 1988.

A lo afirmado en estas obras, debemos sumarle opiniones por ellos vertidas en numerosos artículos periodísticos, clases, cursos, congresos, paneles, etc. etc. Todas en igual sentido. Todas estas valiosas contribuciones son contestes en señalar que esta ciudad se fundó el 29 de junio de 1550 con el nombre de Ciudad de Barco y Núñez de Prado la trasladó dos veces, ya con el nombre de Ciudad de Barco en el Nuevo Maestrazgo de Santiago. Y que el fundador de esta ciudad es el Capitán Juan Núñez de Prado. Sirva para destacar su acertado criterio, aclarar que arribaron a dicha conclusión aún antes del descubrimiento de Doucet de 1981 (que pone fin a la cuestión). Por lo que su mérito acrecienta la consideración que les es debida.

Aguirre usurpó la ciudad y la trasladó 14 cuadras, desde el actual barrio La Católica (calle Balcarce prolongación), hasta la avenida Alsina en su encuentro con el río; y le cambió ligeramente el nombre: “Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo”, que es como en realidad se llama esta ciudad (acortado por la costumbre, como ha sucedido con todas las viejas ciudades argentinas). Las arremetidas del Dulce obligaron al paulatino reasentamiento de que nos habla la Dra. María Mercedes Tenti en su artículo “Fundación de Santiago del Estero. Problemas y perspectivas historiográficas”, año 2003 -siempre hacia el noroeste- hasta quedar conformado el casco actual en 1677, con el 4º edificio de la Catedral en el lugar donde está ahora el 5º, frente a la actual plaza Libertad.

Un solo ejemplo voy a poner para demostrar el absurdo de considerar fundador de una ciudad a quien sólo la trasladó: sabemos a la ciudad de San Miguel de Tucumán la fundó Diego de Villarroel (sobrino de Aguirre y por mandato de éste) en 1565, en un lugar llamado en lengua de indios Ibatín, cerca de Monteros; pues bien, después de 120 años la ciudad fue trasladada a dónde en la actualidad se encuentra, a un lugar conocido entonces como La Toma ¿A alguien se le ocurriría decir que el fundador de San Miguel de Tucumán no fue Diego de Villarroel, sino Fernando Mendoza Mate de Luna por haber dispuesto ese traslado? No ¿no es cierto? Pues bien, el mismo absurdo es considerar a Aguirre fundador de esta ciudad.

Hablamos ya de la gran inundación de principios de 1628, que se llevó medio Santiago del Estero. Y que en 1663 fue la última de las grandes inundaciones que obligaron a la reedificación de la ciudad siempre hacia el noroeste ¿Vamos a considerar a Felipe de Albornoz o a Lucas Figueroa de Mendoza -a la sazón sus gobernadores- como fundadores de la ciudad? Con ese criterio ¿Cuántos fundadores tendríamos? Es necesario comprender que una ciudad es ciudad desde que tiene Cabildo y adónde éste se traslade (y junto con los cabildantes el Libro de Actas capitulares), se traslada la ciudad. Es que el Cabildo era la ciudad. Tenemos el ejemplo de Potosí, que por sus minas de Plata tenía más población que París o que Londres, y que no fue ciudad hasta que no tuvo Cabildo. Y, al contrario, una ciudad no deja de ser ciudad porque se traslade, puede ser una ciudad portátil (como Barco o como San Miguel de Tucumán) y la ciudad va en la carreta que transporta al Libro Capitular; ese es el concepto institucional de la ciudad española, no el concepto físico de un conglomerado de edificios.

Debe erigirse el monumento al único fundador, Juan Núñez de Prado. Y a Francisco de Aguirre seguir honrándolo, porque a pesar de la usurpación del 21 de mayo de 1553, con su conducta posterior demostró merecer su monumento, erróneamente destinado al fundador.

Éste debe ser el monumento dedicado a una figura importante de nuestra época fundacional y primer Gobernador de la Gobernación del Tucumán, Juríes y Diaguitas, cuya capital fue esta ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo, fundada con el nombre de ciudad de El Barco por el Capitán Juan Núñez de Prado el 29 de junio de 1550.

Festejemos, pues, el 25 de julio el “Día de Santiago”, puesto que es el día de Santiago Apóstol; y hagámoslo con el júbilo que merece la justamente llamada “Madre de ciudades”. Sólo tengamos en cuenta que no cumple 463 años, porque ya cumplió 466 el último 29 de junio. Y honremos la figura de su fundador, el Capitán Juan Núñez de Prado.

El tema del fundador de Santiago ya no es un tema polémico. Está definitivamente aclarado. Un decreto de la señora Gobernadora de la provincia debe rectificar el erróneo de 1954 que tiene a Francisco de Aguirre como fundador; y a Diego de Rojas y a Juan Núñez de Prado como sus precursores. Rojas es precursor. Núñez de Prado es el fundador. Dicha medida gubernamental debe enmendar el error en que se ha incurrido y tener al Capitán Juan Núñez de Prado como al fundador de esta ciudad, fundada el 29 de junio de 1550. (Sin perjuicio de que en el mismo decreto se reconozcan los méritos del Capitán Diego de Rojas -el precursor- y del Capitán Francisco de Aguirre -el primer Gobernador y figura importante de la época fundacional-). Así lo solicito la Honorable Legislatura de la provincia y el Honorable Concejo deliberante de esta histórica ciudad, deben tomar -asimismo- las medidas provinciales y municipales pertinentes.

Con esta justa reivindicación, culminaría dignamente el camino de recuperación de nuestro pasado histórico iniciado durante la gestión del Dr. Gerardo Zamora, en la que se creó el Archivo Histórico de Santiago del Estero, la publicación de las Actas capitulares del Cabildo de Santiago del Estero de los siglos 16, 17, 18 y 19, la recuperación de valiosas actas de los siglos 16 y 17 halladas en Córdoba y Sevilla, la continuación de la revista del Archivo de Santiago del Estero (que prosigue la prestigiosa publicación de Dn. Andrés Figueroa interrumpida con su deceso), y otros valiosos logros en idéntico sentido, entre los que podemos apuntar -entre otros y en nuestra ciudad- el Complejo del Centro Cultural del Bicentenario, el Forum que recuperó en magnífica forma nuestra vieja estación del Ferrocarril Mitre, el nombre de Juan Felipe Ibarra impuesto al moderno complejo edilicio que nos enorgullece; y ahora la flamante creación del ente que nuclea nuestro patrimonio cultural en sus diversas ramas.

Una vez tomadas dichas providencias, el monumento a erigirse al verdadero fundador, Juan Núñez de Prado (que podría ser emplazado en la nueva costanera), es de toda justicia y no puede demorar”.

Raúl Jorge Lima