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Abril de 2024
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A 6 años del primer matrimonio gay: “Nuestra lucha es por la igualdad civil y social”

Un día como hoy en 2010, José Luis David Navarro y Miguel Ángel Calefato eran la primera pareja homosexual de Latinoamérica en dar el sí en un registro civil de nuestra provincia. Hoy, después de 32 años y medio de estar juntos, la pareja brinda un mensaje a la sociedad: “Nuestra vida en sí sigue exactamente igual que antes; queríamos la igualdad civil”.

José Luis y Miguel
30/07/2016

“No vinimos a destruir nada en la sociedad ni fuimos mal ejemplo, como tantas cosas que se dijeron antes de que se sancione la ley. Nos interesa que la gente sepa que no hay necesidad de espectacularizar el tema. Somos humanos”.

La sonrisa en sus caras, la complicidad en la mirada, y los pequeños roces ante diferentes posturas a la hora de responder, lo resumen todo: son un matrimonio como todos los demás. José Luis y Ángel serán reconocidos en la historia por haber sido los primeros hombres en unirse en matrimonio civil en la provincia, en el país y en Latinoamérica; pero el mensaje que dejan los consagrará como luchadores que son, para siempre.

“Hemos disfrutado de los beneficios de haber sido los primeros, por supuesto: ganamos un viaje a México; nos llamaron de muchos medios de todo el mundo, mucha gente nos demostró su afecto sin conocernos, pero ya no tanto. El fenómeno de los primeros años ya paso y eso es muy importante, porque la sociedad empieza a tomarlo con la naturalidad que corresponde”, comienza en la entrevista con Diario Panorama, José Luis, -el que más habla de los dos, según él-, mientras Miguel lo mira de reojo del otro lado, esperando su turno para recordar la entrevista para Libertad de Opinión, por aquel año: “En nuestro casamiento estábamos igual que siempre, nada extraordinario porque no era la intención. Yo no me quise casar por vestirme de blanco, cortar la torta y entregar ligas. Yo me quise casar por la igualdad civil, por tener los mismos derechos que las demás parejas heterosexuales”.

Aquí, el amor y el afecto no entran en cuestión. La lucha de ambos pasa claramente por una cuestión legal; siempre buscaron gozar de los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro matrimonio, como el derecho a la herencia, a la pensión, al servicio médico, y “a ser reconocido como tal en caso de emergencia”. “El igualarnos socialmente con el resto de la sociedad”, agrega José Luis, mientras sostiene que “en sí, nada ha cambiado; seguimos igual que antes”.


La educación como base del reconocimiento y la igualdad

“Vivimos en una sociedad con muchos conceptos impuestos, muy difíciles de erradicar” comienza respondiendo José Luis, quien –al igual que Miguel- ve a la educación como base para romper con tales preconceptos estereotipados, que terminan convirtiéndose en la base de la discriminación, producto de la ignorancia.

Pero esta educación no tiene que ver exclusivamente con el ámbito escolar. Aquí, José Luis explica la importancia de la familia y la enseñanza en los primeros años de nuestra niñez: “Todo lo que a un niño se le enseña es difícil después modificarlo. Entonces si desde chico te enseñan en la escuela o en tu casa que “eso está mal”, de grande, por más que vos te des cuenta y asumas que eso no es así, es difícil de asimilar”.

Por su parte, Miguel –quien comparte la postura de su esposo- ve en la provincia y en la región una falta de educación y capacitación sobre el tema; algo que no ve como novedad, sino que es algo que viene de hace tiempo. Sin embargo, reconoce y valora la llegada de la tecnología y el internet, lo que permite “abrir la mente, y entender ahora que hay un mundo más allá -que no es tan allá- y lo están aceptando”, haciendo referencia, una vez más, a la igualdad.


La iglesia

Con el bajo perfil que los caracteriza, la pareja expresa la necesidad de romper con los estereotipos que dominan la sociedad; muchos de ellos impuestos por la religión, tema que en particular no les llama mucho la atención, ya que José Luis se define como ateo y Miguel cree en la Iglesia, pero no en sus hombres. Sin ánimos de polemizar, aclaran que no han tenido –ni tienen- intenciones de unirse en sagrado matrimonio, planteando una interesante cuestión: “¿Cómo nos vamos a querer casar por iglesia, si ella nos rechaza?”-Miguel.

Con respecto a la decisión de adoptar, José Luis lamenta reconocer que “es una cuenta pendiente”, apoyando lealmente la postura de Miguel, quien reconoce que le hubiese gustado, pero que “ya no está para cambiar pañales”. Es decir, por una cuestión de tiempos, no porque no lo hayan deseado.

Siguiendo el tema, la pareja comparte y apoya la idea de que toda la comunidad LGBT debe gozar de los mismos derechos y obligaciones que le corresponde a todo ciudadano, porque todos somos iguales.


¿Quién dijo que el rosa es de nena y el azul es de nene?

Son tiempos difíciles en una sociedad con tantos prejuicios, transformándose, pero el camino al triunfo es siempre a través de la lucha. En este contexto, es importante tener en cuenta la educación desde la niñez, pero sobre todo es fundamental el apoyo a los jóvenes, quienes se encuentran “en el medio” de las viejas costumbres con las mal llamadas “nuevas”, porque reconocer derechos no debería ser una novedad.

José Luis cuenta la anécdota de un amigo que es profesor en un colegio católico, y que hace seis años, cuando todo esto se mediatizó, no pudo dar clases durante una semana, ya que los estudiantes no paraban de preguntar sobre el tema –al saber que el maestro era allegado a la pareja-, abriendo así la oportunidad al debate abierto y libre en una institución de esa índole. En la charla estaban los que apoyaban, los que dudaban, y los que no, pero no es esto último lo que la pareja rescata, sino el hecho de que se haya podido generar este espacio, por propia iniciativa de los jóvenes, quienes daban lugar e insistían en abordar la temática.

Es ahí, donde se nota la capacidad de abrir las mentes y de ver más allá de lo que la cultura y las viejas costumbres nos han impuesto. Los jóvenes deben saber que no están solos.

Aquí, el mensaje de José Luis a los jóvenes que aún no se animan a “salir del closet”: “Primero hay que primar la libertad, la libertad de elección. Segundo: hay que quererse, cuidarse. No hacer cosas de las cuales te puedas arrepentir por dañar tu cuerpo y tu alma. Al ser chico uno puede entrar en ciertos ámbitos que te pueden llevar a situaciones que te harán daño. La represión hace daño al alma. Tercero: ser honesto consigo mismo y con los demás. Siempre encontrarás alguien que te pueda escuchar. Cuarto: no apresurarte a salir del closet. Cuando estén seguros y tranquilos, lo harán, porque además no hay obligación a que lo hagan. Hay que tomarse el tiempo necesario para crecer y madurar. No hay que dejar pasar la mejor época de la vida – que es la juventud – reprimido”.

Y a los padres: “Si el hijo tiene otra tendencia hay que entender, no negar. No es la solución no apoyar al hijo homosexual, porque no es algo que se pueda cambiar. No se trata de un mal hábito o de un mal comportamiento que uno tiene. Se trata de aceptar que uno es así”.


Lo que falta

En este marco de legislaturas y reglamentos, la pareja cree que ya no son necesarias más leyes, sino que es fundamental salvar la brecha entre la ley y la opinión: “porque la ley dice una cosa, pero la mente no se modifica por la ley. Le va a costar, y se va atener a la ley, pero mentalmente sigue pensando igual. Nuestra misión es que la gente varíe su posición mental”.

A esto, José Luis agrega que “interesa que el resto de la sociedad vea que no hay necesidad de espectacularizar el tema. Seguimos juntos, tenemos proyectos juntos, somos felices, estamos juntos y esperamos seguir así hasta el final. Todo sigue igual, normal”.

“Ser homosexual no implica andar necesariamente lleno de plumas. Es importante que la gente nos conozca y no marque diferencia, para poder visibilizar un esquema familiar que no es el estereotipado. Y aunque haya amenazas con retroceder, tenemos que seguir avanzando, seguir luchando, siempre”.