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Marzo de 2024
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La dramática historia de una joven madre que vende droga para mantener a su familia

Tiene 25 años, viuda, dos hijos pequeños y vive en un barrio de la periferia tucumana. "Aquí es más fácil fácil encontrar paco que tortilla", asegura.

19/03/2017

"Cada vez hay más familias que se dedican a la venta de drogas", sostiene una de las noticias principales del diario tucumano La Gaceta. Esta historia forma parte de una de esas familias, que no ven otra salida para sobrevivir más que esa.

N.A.G mira al cielo, suspira y asegura: “es muy simple: si no vendo droga, no tengo plata para alimentar a mi familia. Con un plan no me alcanza para mantener cuatro chicos”. La mujer se animó a contar la vida que lleva. Su existencia está marcada a fuego por las frustraciones y amarguras. No quiere que se la considere como ejemplo ni que se le tenga lástima, simplemente, cuenta su verdad para que muchos sepan lo que está ocurriendo en los barrios de la periferia.

Ella tiene 25 años. Vive un barrio en el este de la ciudad. Su hija mayor tiene ocho y el menor, 2. “El más chico no conoció a su padre. Cuando estaba embarazada, él se quedó sin trabajo y no tenía con qué mantenernos. Comenzó a drogarse y se terminó ahorcando porque no podía dejar esa basura”, contó la joven que, desde hace tiempo vende droga en su precario domicilio.

- ¿Por qué vende droga?

- Porque no tenía otra alternativa para poder sobrevivir. Usted no sabe lo que es tener hijos que lloran de hambre. Chicos grandes, que no entienden lo que está pasando. Es muy duro, pero no te queda otra.

- ¿No tenía otro recurso?

- Después de la muerte de mi esposo, logré un plan social, pero con esa plata no me alcanzaba para nada. Mis familiares también están pasando por la misma y no me podían ayudar. Tampoco podían hacerse cargo de los chicos para que yo pueda salir a buscar un trabajo.

- ¿Cómo llegó a ser una “tranza”?

- Una vecina, que sabía por lo que estaba pasando, me dijo que ella conocía a alguien que estaba buscando personas para vender. A los días, me lo presentó, me explicó cómo era el sistema y que además de plata, me aseguraba que tendría protección todo el día.

- Sorprende la naturalidad con la que cuenta su vida…

- Esa es la realidad de nuestros barrios. La gente bien no sabe, pero en estos lugares es más fácil encontrar “paco” que tortillas. En la manzana en la que vivo hay por lo menos tres personas que hacen lo mismo.

- ¿No tiene miedo de ser detenida?

- Mis jefes me dicen que eso nunca pasará. Por mi situación, me darán arresto domiciliario. Ellos también prometieron ponerme un abogado.

- ¿Les cree?

- Ví personas que hacían lo mismo y les cayó la Policía. No tuvieron grandes problemas, siguen en su casa y las que no siguen vendiendo, le dan mercadería y plata.

- Es increíble que venda la “basura” que, según dijo, terminó matando a su marido…

- Usted no entiende. No tenía cómo vivir, de dónde sacar para alimentar a los chicos, para mandarlos a la escuela. Con esto me alcanza. No pude terminar la secundaria porque a mis padres no le alcanzaba para pagarme los estudios y tuve que salir a trabajar. Después llegaron los chicos y ahí se terminó de acabar el sueño. ¿Sabe lo que daría por tener un trabajo honesto?

- ¿Dejaría de vender sustancias?

- Por supuesto. Esto no es mi vida, lo hago por necesidad. No me queda otra. Sueño con irme de aquí, de tener una vida mejor para que mis hijos no tengan que pasar por este calvario.

Fuente: La Gaceta