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Joven debió ir al hospital por un juguete sexual

Los médicos le mencionaron de la posibilidad de que no pudieran extraerlo por vía rectal y la operación fuese aún más complicada.

28/06/2017

"Emily Georgia" disfrutaba de una noche de diversión con un chico que había conocido en un bar. Fue entonces cuando decidieron usar un juguete sexual que ella había comprado hace unos meses pero aún no había tenido la oportunidad de probar. Dijo que "se excitó demasiado y lo introdujo (en su cavidad anal) hasta que no pudo sacarlo".

Ella, preocupada, le advirtió que debía ir al hospital de inmediato. Sin embargo él trató de restarle importancia y le dijo en repetidas ocasiones que "saldría solo y de forma natural". Como si fuera poco, le dijo que "debía trabajar temprano a la mañana siguiente" y se fue.

Emily salió entonces al living de su departamento compartido y lo habló con una compañera, que al principio creyó que se trataba de una broma.


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Ella, muerta de vergüenza, no quiso insistir durante un rato, hasta que le dolió tanto que simplemente no pudo aguantar más. Al ver su cara su amiga la creyó de inmediato y salieron hacia el hospital con rapidez. Una vez allí "escribí lo que me pasaba en una nota, porque no quería que todo el mundo se enterase, y se lo entregué a la recepcionista", cuenta. Ella se acercó y en "voz muy baja trató de hacerme sentir mejor, me dijo que ocurría con muchísima más frecuencia de lo que yo era capaz de imaginar".

Tras una espera de al menos tres horas, el dolor comenzó a hacerse tan fuerte que creyó que "iba a morir ahí mismo". Cuando por fin la atendieron, los médicos le mencionaron de la posibilidad de que no pudieran extraerlo por vía rectal y la operación fuese aún más complicada."Cuando mencionaron que podría necesitar incluso una bolsa de colostomía temblé, lloré y supliqué porque aquella cosa saliese de la forma menos dañina posible", detalló al tabloide británico Mirror.

Finalmente no fue necesaria una operación tan seria y Emily pudo volver a casa tras pasar unos días en observación. Una vez fuera de peligro le enseñaron la radiografía que le habían hecho al llegar. No podía creer que el juguete sexual hubiese llegado tan lejos. «Ahora quiero contar mi historia para que si alguien se ve en una situación similar acuda inmediatamente al hospital. La vergüenza puede costarte la vida en un caso así».