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Marzo de 2024
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Mundo

Francisco visitó una mezquita en una de las zonas más peligrosas de Bangui

Francisco les recordó que cristianos y musulmanes son "hermanos" y pidió un alto a la violencia étnico-religiosa que desangra al país desde hace más de dos años.

30/11/2015

El papa Francisco defendió el lunes que cristianos y musulmanes son "hermanos", y los instó a rechazar el odio y la violencia, durante una visita a la mezquita de un barrio musulmán de Bangui, la capital centroafricana.

"Cristianos y musulmanes son hermanos y hermanas", dijo. "Quienes claman que creen en Dios también deben ser hombres y mujeres de paz".

Según fuentes fidedignas, el papa Bergoglio debería formular en Koudoukou un llamamiento en pro de no mezclar lo que es propiamente religioso y los conflictos que se sirven de las religiones como pretexto cuando responden a intereses particulares. El conflicto centroafricano es político por mucho que se opongan milicianos de dos religiones.

Los "cascos azules" de la ONU (10.900 hombres en todo el país), el contingente militar francés (900) y la policía centroafricana patrullarán en Bangui el último día de la visita papal.

Las inmediaciones de la mezquita son escenario de choques armados entre los Seleka, milicianos musulmanes, y los milicianos chretkens y animistas, los anti-balaka.

Mauro Garofalo, de la comunidad católica de Sant'Egidio, asegura que la comunidad musulmana espera al papa con fervor y esperanza.

Garofalo conoce el barrio PK-5. "He podido ver las esfuerzos de los jóvenes musulmanes del barrio estos últimos días, y también de los responsables religiosos y políticos, para renovar el barrio. Han organizado asimismo grupos de autovigilancia", señaló.

El papa Francisco da un paso atrevido más en su aportación a la reconciliación en Centroáfrica visitando el último día de su viaje africano la mezquita de Koudoukou, en un barrio peligroso de Bangui, el PK-5.

Poco después de las ocho de la mañana (07:00 GMT), el jefe de la Iglesia católica saludará acinco imanes que lo conducirán a un podio al lado de la mezquita para celebrar una breve ceremonia, en una barrio que muchos cristianos no se atreven a pisar.

La ceremonia de sólo media hora será simbólicamente importante: un gesto fuerte de confianza y reconciliación cuando la desconfianza y el miedo están omnipresentes en las diferentes comunidades.