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Abril de 2024
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Revista

Expectativas: el dinero en la pareja

En Argentina, la segunda causa de divorcio son los problemas relacionados con el dinero. Existe una suerte de tabú para hablar abiertamente y con franqueza este tipo de temas.

27/04/2015

El año pasado vi una película rusa que se estrenó en el 2011 y que se llamó Elena, dirigida por Andrey Zvyagintsev. La historia narraba algunos días en la vida de esa mujer y de su esposo, Vladimir. Ambos de más de 70 años, casados hacía 2 y con hijos de matrimonios anteriores.

Vladimir era un hombre de negocios. Muy rico. Elena, en cambio, era una enfermera de clase baja. Hasta allí ningún problema. Pero esa tranquilidad aparente se interrumpió cuando el hijo de Elena necesitó dinero de forma urgente. Dinero que Elena no disponía pero sí su esposo quien se negó sistemáticamente a facilitárselo. La situación se complica cuando Vladimir sufre un paro cardíaco a raíz de lo que le comunica a su esposa que en su testamento le deja toda su fortuna a su única hija, y a ella sólo una pensión. No parecía una situación injusta, sin embargo, Elena se sorprende y se frustra frente a algo que consideraba inesperado. A raíz de eso toma la decisión de romper su “sociedad matrimonial”.

¿Por qué estoy hablando de una película? Porque esa situación refleja uno de los problemas más comunes que se atraviesan en una sociedad –una pareja también lo es-: la divergencia de expectativas, en especial, vinculada a lo económico.

Y no es falta de romanticismo, es una realidad bien concreta. De hecho, en Argentina, la segunda mayor causa de divorcios son los problemas relacionados con el dinero. Y esto se da porque existe una suerte de tabú para hablar abiertamente y con franqueza este tipo de temas.

Es un error grave. Se relativiza lo obvio, se evita ser explícito y se posterga para un futuro lo que se debe pautar desde el comienzo. “Cuando surja algún problema lo charlamos”, esa frase común es el primer indicio de un conflicto por venir.

Elena estalló por eso, por considerar evidente algo que para su “socio” no lo era. Por no definir desde el primer momento algo que sería impostergable establecer después. En ese trayecto -entre el momento que debía ser hablado y en el que realmente se habló- las expectativas de cada uno transitaron caminos tan distintos que al final un acuerdo fue imposible.

A veces creemos que las cosas se aclararán y definirán sobre la marcha, pero eso es una ilusión. La acción no hace más que complejizar las situaciones. Es fundamental expresar las expectativas de lo que se espera. ¿Y qué se puede esperar respecto al manejo del dinero en una pareja?

Básicamente existen tres modelos para elegir. El primero de ellos podríamos llamarlo modelo 50-50: se calculan todos los gastos de la casa y cada uno aporta la mitad de ese monto, sin importar cuánto gana uno y el otro. El segundo modelo lo podríamos llamar proporcional: se establece un mismo porcentaje del sueldo para aportar a la casa. Lo bueno de este sistema es que uno aporta proporcionalmente a lo que gana. Por ejemplo, si se estableces que el porcentaje a aportar es 50%, si uno gana $100, destina $50; si el otro gana $60, aporta $30. Los montos se ajustan a la verdadera capacidad de cada uno. Un tercer modelo es el que llamo socialista: todos los ingresos de la pareja se destinan a un pozo común y le pertenecen a los dos por igual. Mismos que alguno no genere ingresos.

Más allá del acuerdo al que se llegue, lo importante es justamente eso: llegar a un acuerdo. Como en cualquier tipo de sociedad, en las parejas o matrimonios, siempre se corre el riesgo de que el tiempo erosione. Pero ese peligro se reduce exponencialmente si se dedica el tiempo necesario para dialogar con honestidad. Ese proceso es el que Elena omitió, y el que hubiese evitado su tremenda frustración.



Por Andy Freire, emprendedor del ámbito empresarial y social. Cofundador de Officenet, Axialent y Restorando y presidente de la Fundación Endeavor Argentina.