Juan Domingo se dedica a amansar caballos desde los 12 años. “Es un orgullo ser santiagueño. Amo el campo y es un honor ser criollo”, asegura.
Juan Domingo Azugna nació en Colonia Alpina, departamento Rivadavia, el último pueblo de Santiago del Estero. De su tío heredó el amor por los animales del campo y la habilidad para amansarlos, sin saber qué ese sería su estilo de vida.
En diálogo con Noticiero 7, en medio de la tranquilidad de su casa en el campo, Juan Domingo remarcó en más de una oportunidad el orgullo que siente por ser santiagueño y el honor de ser criollo. “No me gusta la ciudad. Elijo ser criollo porque me gusta la soledad y la libertad del campo. Amo los animales y me gusta conversar con ellos”, relató.
Cuando tenía 12 años un tío le enseñó a domar y jinetear animales. Comenzó con corderos y potrillos. A los 17 comenzó a jinetear en concursos y paralelamente llegaron los primeros de tantos premios. “Mi primer premio fue en un festival de doma en Cayastá, domando novillos. Fue una alegría tremenda”, recuerda Juan Domingo.
Domar y amansar caballos es una tarea sumamente peligrosa. Don Azugna aprendió esto al sufrir 14 fracturas en todo el cuerpo a lo largo de los años. La lesión más grave fue la fractura de cadera y la columna, por lo que tuvo que estar enyesado más de un año desde la cintura hasta los hombros.
La falta de movilidad y la inactividad en la jineteada provocaron que un día Juan Domingo se sacara el yeso solo, usando una pequeña sierra, para luego irse a la ciudad de Tostado, en Santa Fe a un festival de jineteadas. “De allí volví con dos trofeos”, contó.