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¿Qué sabe la Ciencia sobre los violadores?

En 1976, un candidato a doctorado de la Universidad de Postgrado Claremont publicó un anuncio personal bastante inusual en los periódicos de Los Ángeles a partir de los cuales surgieron muchas conclusiones: "¿Eres un violador?"

Datos de Samuel D. Smithyman sugieren que la mayoría de los violadores no llega a las noticias ni los tribunales.
17/11/2017

En 1976, un candidato a doctorado de la Universidad de Postgrado Claremont publicó un anuncio personal bastante inusual en los periódicos de Los Ángeles:

“¿ERES UN VIOLADOR?

INVESTIGADOR ENTREVISTA ANÓNIMAMENTE POR TELÉFONO PARA PROTEGER TU IDENTIDAD”.

Se sentó junto al teléfono, escéptico de que sonara. “No pensé que alguien quisiera responder”, dijo Samuel D. Smithyman, de 72 años, y psicólogo clínico en Carolina del Sur.

Pero el teléfono sí sonó. Casi 200 veces.

Llamó un programador informático que había violado a su “casi novia”, un pintor que había violado a la esposa de un conocido suyo, y un guardia de escuela que describió entre 10 y 15 violaciones como venganza de los “bastardos ricos”.

Para finales del verano, Smithyman había completado 50 entrevistas, que se convirtieron en la base de su tesis: “El violador no detectado”. Lo que le sorprendió en particular fue lo normal que sonaban estos hombres y lo diversos que eran sus antecedentes.

En las últimas semanas, mujeres de todo el mundo han contado historias de acoso y abuso sexual al publicar anécdotas en las redes sociales con el hashtag #MeToo. Incluso al enfocarse sólo en la segunda categoría, las biografías de los acusados son tan variadas que parecen apoyar la observación de Smithyman.

Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que hay algunos puntos en común.

Aclarar los patrones, dicen los investigadores, es el camino más realista para limitar estos comportamientos.

Encontrar a los participantes correctos ha complicado la investigación. Estudios recientes tienden a basarse en encuestas anónimas a estudiantes universitarios y otras comunidades. Los estudios evitan el uso de términos como “violación” y “abuso sexual”. En lugar de eso, hacen preguntas específicas a los sujetos sobre sus tácticas y acciones.

Los hombres que violan tienden a comenzar jóvenes, en el secundario o la universidad, sugieren las investigaciones.

Algunos de estos hombres cometen uno o dos abusos sexuales y luego se detienen. Otros mantienen esta conducta o incrementan su frecuencia.

Antonia Abbey, psicóloga social de la Universidad Estatal Wayne en Michigan, ha encontrado que los hombres jóvenes que culpaban a su víctima tenían más probabilidades de hacerlo de nuevo. Un reincidente dijo: “sentí que la estaba recompensando por excitarme sexualmente”.

La labor reciente de Kevin Swartout, profesor de la Universidad Estatal de Georgia, sugiere que los agresores de baja frecuencia son más comunes en los campus universitarios de lo que se pensaba.

Lo que los investigadores llaman “factores de riesgo” tiene una enorme presencia entre aquellos que cometen agresiones sexuales.

Beber en exceso y creer en los “mitos de la violación” —como la idea de que “no” significa “sí”— son factores de riesgo entre los hombres que han cometido abuso sexual. Ser parte de un grupo que usa lenguaje hostil para describir a las mujeres es otro factor.

Sin embargo, es menos probable que los hombres que se excitan con la pornografía de violaciones intenten una agresión sexual si registran mucha empatía, descubrió Neal Malamuth, psicólogo de la Universidad de California, en Los Ángeles.

El narcisismo parece incrementar las probabilidades de que los hombres cometan agresión sexual y violación.

La mayoría de los participantes en estos estudios reconoce libremente haber tenido sexo no consensuado, pero eso no significa que lo consideren una verdadera violación.

Al preguntarles “si habían penetrado a una mujer contra su consentimiento”, dijo Mary P. Koss, profesora en la Universidad de Arizona, el entrevistado dirá que sí. Al preguntarle si cometió “algo así como una violación”, la respuesta por lo general es no.

Y esto no significa que sean psicópatas, dijo Sherry Hamby, editora de la revista Psychology of Violence.

Los expertos señalan un último rasgo compartido por los hombres que han violado: no creen que ellos sean el problema.

The New York Times