Santiago del Estero, Viernes 29
Marzo de 2024
X
Revista

Conocé la iglesia californiana que se ilumina con el solsticio

Se trata de la capilla de la misión franciscana San Juan El Bautista, su orientación fue realizada de tal modo que el sagrario se ilumine cada 21 de diciembre.

21/12/2017

El miércoles 21 de diciembre, los países del hemisferio norte marcarán el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga del año. Desde hace miles de años, los humanos han destacado este acontecimiento con rituales y celebraciones para señalar el renacimiento del sol y la victoria sobre la oscuridad.

En cientos, y quizá miles, de misiones que se extienden desde el norte de California hasta Perú, el sol del solsticio de invierno desencadena un fenómeno raro y fascinante, algo que descubrí por accidente y documenté por primera vez en una iglesia de California hace casi 20 años. 

Al amanecer del 21 de diciembre, un rayo de sol entra en cada una de estas iglesias y baña un objeto religioso importante, el altar, el crucifijo o la estatua de un santo, con una luz brillante. En el día más oscuro del año, estas iluminaciones transmitían a los nativos conversos el renacimiento de la luz, la vida y la esperanza en la llegada del Mesías. Este descubrimiento reciente, en gran medida desconocido durante siglos, ha despertado interés en todo el mundo, tanto en los círculos religiosos como en los científicos. En las misiones con espacios de iluminación documentados, congregantes y descendientes amerindios se reúnen ahora para honrar al sol en la iglesia en los días más sagrados de la liturgia católica con canciones, cánticos y toque de tambores.

La difusión de la fe católica

Las 21 misiones californianas fueron establecidas entre 1769 y 1823 por franciscanos españoles cuya base estaba en Ciudad de México, para convertir a los nativos al catolicismo. Cada misión era un asentamiento autosuficiente con múltiples edificios, que incluían viviendas, almacenes, cocinas, talleres e iglesia. Los nativos conversos aportaban la mano de obra para construir cada complejo misionero, supervisados por los frailes españoles. Estos celebraban después misa en la iglesia para las comunidades indígenas, en ocasiones en los idiomas nativos.

Los indios californianos contaban las fases de la luna y la salida del sol en el equinoccio y en el solsticio para pronosticar las plantas y los animales disponibles según las estaciones

Frailes españoles como Fray Gerónimo Boscana documentaron también las cosmologías y las creencias indígenas. El relato de Boscana sobre el tiempo que pasó en la misión describe la creencia de los indios californianos en una deidad suprema conocida por las gentes de la misión de San Juan Capistrano como Chinigchinich o Quaoar.

Como héroe cultural, los indígenas conversos identificaron a Chinigchinich con Jesús durante el periodo de las misiones. Su aparición entre pueblos hablantes de takic coincide con la muerte de Wiyot, el tirano primigenio de los primeros pueblos, cuyo asesinato introdujo la muerte en el mundo. Y fue el creador de la noche quien conjuró las primeras tribus y lenguas, y al hacerlo, dio nacimiento al mundo de la luz y la vida.

Pueblos cazadores y recolectores así como agricultores de toda América registraron el tránsito del sol por el solsticio tanto en el arte rupestre como en sus leyendas. Los indios californianos contaban las fases de la luna y la salida del sol en el equinoccio y en el solsticio para pronosticar las plantas y los animales disponibles según las estaciones. Entre los pueblos agrícolas, contar los días entre el solsticio y el equinoccio era importante para planear el cultivo y la recogida de las cosechas. De ese modo, la luz solar se identificaba con el crecimiento de las plantas; era la que creaba y daba la vida.

Unir la luz a la fe

Es asombroso descubrir que los franciscanos fueron capaces de ubicar y diseñar estructuras idóneas para producir las iluminaciones, pero una cuestión aún más interesante es por qué lo hicieron. Los amerindios, que previamente habían adorado al sol, identificaban a Jesús con el sol. Los frailes reforzaron esta idea a través de enseñanzas sobre el Cristo Helios, o “Cristo solar”, de comienzos de la cristiandad romana.

Estudios efectuados por la antropóloga Louise Burkhartafirman la presencia del Cristo solar en las interpretaciones indígenas de las enseñanzas franciscanas. Esta mezcla de cosmologías indígenas y enseñanzas de la Iglesia antigua permitió fácilmente a los franciscanos hacer adeptos en todo el continente americano. Asimismo, las calibraciones de las festividades variables de Pascua y Semana Santa se basaban en la Pascua judía, o la luna nueva creciente más cercana al equinoccio de primavera. La observancia adecuada de la Pascua y el martirio de Cristo dependía del cómputo judío de los días, que se identificaba con el equinoccio primaveral y el calendario de solsticios.

Orientar las iglesias de las misiones para obtener iluminaciones en los días más sagrados del calendario católico daba a los nativos conversos la sensación de que Jesús se manifestaba en la luz divina. Cuando el sol se situaba para iluminar el altar de la iglesia, los neófitos veían sus rayos iluminar el ornamentado sagrario dorado, en el que los católicos creen que el pan y la sangre se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. De hecho, contemplaban la aparición del Cristo Solar.

El solsticio de invierno, coincidente con la fiesta romana del Sol Invicto y el nacimiento cristiano de Cristo, anunciaba el día más corto y oscuro del año. Para el indio californiano, presagiaba el temor a la inminente muerte del sol. En ningún momento se mostraba el sol en la iglesia más poderoso que en ese día del año, cuando el nacimiento de Cristo señalaba el nacimiento de la esperanza y la llegada de la nueva luz al mundo.

Fuente: El País