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"Que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros"

Francisco tuvo su primer baño de multitud hoy al celebrar su primera misa masiva en el parque O'Higgins de Chile. Cobertura de los enviados especiales de Diario Panorama y Canal 7.

16/01/2018

Francisco tuvo su primer baño de multitud hoy al celebrar su primera misa masiva en el parque O'Higgins de Chile. Allí, donde fue vivado por más de 600.000 personas cuando llegó al enorme espacio, a bordo del papamóvil, citando al gran poeta chileno, Pablo Neruda, llamó a los católicos chilenos a trabajar por la paz y la justicia y a movilizarse para alcanzar "un nuevo día" y un nuevo Chile.



"¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar; cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes! ", dijo el Papa, en una homilía en la que, inspirándose en el Evangelio del día, habló de las bienaventuranzas de Jesús, que "no nacen de una actitud pasiva frente a la realidad". "Las bienaventuranzas no nacen de actitudes criticonas ni de la «palabrería barata» de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni con nadie, y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación y reconstrucción en nuestras comunidades, en nuestras vidas", dijo, sacando a relucir porteñismos. "Las bienaventuranzas nacen del corazón misericordioso que no se cansa de esperar. Y experimenta que la esperanza «es el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa»", agregó, citando a Pablo Neruda, en "El habitante y su esperanza".

"Jesús viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar, del que ha dejado de creer en el poder transformador de Dios y en sus hermanos, especialmente en sus hermanos más frágiles, en sus hermanos descartados", subrayó y agregó: "Que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros".

En una jornada soleada, con calor soportable, entre la multitud se destacaban, con banderas, muchos argentinos y venezolanos que debieron emigrar hasta aquí, pero también uruguayos, colombianos, algunos grupos de indígenas -con quienes mañana se reunirá en Temuco, 700 kilómetros al sur de esta capital- y mujeres vestidas con trajes tradicionales. Todos debieron llegar a la madrugada, por cuestiones de seguridad. Y estallaron en júbilo, entonaron cánticos de bienvenida y agitaron banderitas del Vaticano y sus gorros amarillos cuando llegó el Papa al lugar en papamóvil, acompañado por el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati. Este prelado, al agradecer la visita de Francisco, recordó la histórica misa que San Juan Pablo II celebró en el mismo lugar en 1987, marcada por serios incidentes. "Mientras las bombas lacrimógenas intentaban apagar el entusiasmo de la gente, brazos y manos levantadas de presbíteros, consagrados y laicos, se alzaban al cielo para detener la barbarie e implorar la paz", evocó, destacando que entonces Karol Wojtyla girtó: "¡El amor es más fuerte! ¡el amor es más fuerte!".

En una misa con gran clima de recogimiento, al margen de citar a Neruda, en su sermón el Papa citó un famoso Te Deum pronunciado en septiembre de 1977, durante el régimen de Augusto Pinochet, por "ese gran pastor que tuvo Santiago", el cardenal Raúl Silva Henríquez.

"Si quieres la paz, trabaja por la justicia" . Y si alguien nos pregunta: "¿qué es la justicia?" o si acaso consiste solamente en "no robar", le diremos que existe otra justicia: la que exige que cada hombre sea tratado como hombre", dijo Francisco. "¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vencidad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro del que la está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra"", pidió, provocando aplausos. "El trabajador de la paz sabe que no alcanza con decir 'no le hago mal a nadie, ya que como decía San Alberto Hurtado: 'está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien. Construir la paz es un proceso que nos convoca y estimula nuestra creatividad para gestar relaciones capaces de ver en mi vecino no a un extraño, a un desconocido, sino a un hijo de esta tierra", afirmó finalmente el Papa, que aludió a la división de la sociedad chilena, aún marcada por fuertes desigualdades sociales. Entre la multitud unos fieles llevaban una pancarta que decía: "Justicia para los salarios de los trabajadores". "Encomendémonos a la Virgen Inmaculada que desde el Cerro San Cristóbal cuida y acompaña esta ciudad. Que ella nos ayude a vivir y a desear el espíritu de las bienaventuranzas; para que en todos los rincones de esta ciudad se escuche como un susurro: "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios", concluyó.