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Revista

¿El cerebro distingue entre arte y pornografía?

Los científicos debaten el origen neurológico del placer.

18/05/2018

Ha estallado una batalla en torno al placer. Los psicólogos, neurólogos y neurocientíficos están forjando alianzas en torno a la interrogante de si el placer que derivamos del arte difiere de alguna forma del placer que obtenemos de dulces, sexo o drogas.

El debate fue detonado por un artículo de opinión titulado “¡Adictos al placer por doquier!” publicado el año pasado en la revista Proceedings of the Royal Society B. En él, Julia F. Christensen, neurocientífica de la Universidad de Londres, argumentó que muchos nos hemos convertido en “adictos irracionales al placer, entregando nuestro libre albedrío por nuestra siguiente dosis de dopamina” brindada por los medios sociales, la pornografía y el azúcar.

Ella ofreció una solución poco convencional: el arte, que ella dice nos involucra de maneras en que los otros placeres no lo hacen, y puede “ayudar a sobrescribir los efectos nocivos de los antojos y deseos disfuncionales”.

Marcos Nadal, psicólogo en la Universidad de las Islas Baleares, y Martin Skov, neurocientífico en el Centro de Investigación Danés de Resonancia Magnética, escribieron una refutación publicada en la misma revista en marzo, de que este argumento “es contradicho por evidencia abundante que muestra que el placer derivado del arte no difiere en génesis y función del placer inducido por comida, drogas y sexo”.

El comentario de ellos impulsó a otros a salir a la defensa de Christensen. “¿Cree que el placer es el mismo como una pizca de azúcar en la lengua?”, escribió Anjan Chatterjee, neurólogo en la Universidad de Pennsylvania, en Twitter. Esto resalta las disputas dentro del campo emergente de la neuroestética, el estudio de los procesos neuronales que subyacen nuestra apreciación por la producción de objetos hermosos:

■ El equipo 1 cree que la experiencia del placer derivado del arte neurobiológicamente es idéntico a la experiencia de placer derivado de dulce o sexo.

■ El equipo 2 cree que tanto hacer como apreciar el arte puede ofrecer recompensas neurológicas singulares.

Nadal, hablando en nombre del Equipo 1, dijo que “los humanos parecen utilizar sólo un sistema de placer para evaluar lo placentero o poco placentero en una experiencia sensorial”. Él cree que esto muestra que mientras que disfrutar de un bocadillo o una escultura puede sentirse diferente, en nuestros cerebros se procesa de la misma forma.

Christensen dijo que no discute el hecho de que un solo sistema de recompensa procesa todos los placeres. Pero eso no elimina la posibilidad de que las artes activan sistemas neuronales adicionales “relacionadas con los procesos de memoria, sentido de uno mismo y razonamiento que añaden algo más a este placer”.

Todo eso quizás lo lleve a preguntarse: si los placeres son tan similares, ¿por qué la gente no experimenta orgasmos con comida o arte? De hecho, de acuerdo con Debra Herbenick del Centro para Promoción de la Salud Sexual de la Universidad de Indiana, algunas personas han reportado haber tenido un orgasmo al comer un tomate maduro, caminar descalzo sobre pisos de madera o incluso al hacer barras.