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El jardín de infantes no alcanza para que los chicos pobres puedan acortar las diferencias

Cuanto más años de nivel inicial tienen los alumnos de clase media y alta, mejor les va luego en la primaria y la secundaria. Esto no pasa en los sectores vulnerables.

17/07/2018

Cuanto antes los chicos vayan al jardín, mejor les irá después en la escuela. Tendrán mejores notas, no abandonarán, se graduarán en tiempo y forma. En general, las variables van de la mano, pero en el nivel socioeconómico (NSE) más bajo no se refleja del mismo modo. El jardín de infantes no alcanza a compensar todas las desigualdades de origen en Argentina: el déficit alimenticio, de vivienda, salud, incluso de motivación.

La afirmación se desprende de un nuevo informe del Observatorio Argentinos por la Educación. Las pruebas Aprender, en los NSE medio y alto, muestran una relación directa. Por ejemplo, en el último año del secundario, entre quienes fueron al jardín de infantes desde antes de los 4 años y los que nunca concurrieron hay 23 puntos porcentuales de diferencia en el desempeño, tanto en lengua como en matemática.

Sin embargo, en los chicos más pobres el jardín no logra suplir las deficiencias de origen. Incluso curiosamente en primaria la cantidad de alumnos con buenos desempeños es mayor entre quienes no fueron al jardín (57,3%) que entre quienes concurrieron desde los 4 años (52,8%). En tanto, en la secundaria no se detectan diferencias notorias de rendimiento a raíz de la escolarización temprana.

"Si bien la asistencia al nivel inicial, como la calidad de la propuesta educativa, resultan primordiales para el desarrollo y aprendizaje de los niños, por sí solas no pueden garantizar un mejor desempeño escolar en instancias sucesivas", explica Cristina Tacchi, presidenta de la Organización Mundial para la Educación Preescolar (OMEP) Argentina. "Las condiciones de vida de los niños y sus familias, el acceso a una buena alimentación, a la salud, a la vivienda, el acceso a la cultura, la asistencia con regularidad a la escuela, son otras variables que influyen en la trayectoria escolar", argumentó.

De igual modo, para Tacchi, es fundamental la asistencia al jardín de infantes en los niveles más bajos. "La asistencia a instituciones educativas en la primera infancia mejora en gran medida el presente de los niños y sus familias, además de colaborar con otras variables en el sostenimiento de la trayectoria escolar. El derecho a recibir educación tracciona otros derechos, que reconocemos que son indivisibles, interrelacionados e interdependientes", consideró.

De acuerdo al Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el 39,7% de los niños y adolescentes viven debajo de la línea de pobreza en Argentina; un porcentaje muy por encima del 25,7% de pobres en toda la población. En ese quintil de la sociedad, las carencias son múltiples y el jardín no basta.

Hay otro punto clave: la calidad de la educación inicial. "Adelantar la escolarización a edades tempranas no resuelve necesariamente los problemas en primaria y secundaria. A esta visión mágica la denominamos 'fuga hacia atrás' y es una decisión político educativa muy precaria e incompleta, porque el nivel inicial potencia en los chicos el capital cultural de sus familias solo si la oferta es de alta calidad, y solo en ese caso sí se advierten mejoras en los sectores sociales más vulnerables", sostuvo Mariano Narodowski, pedagogo y cofundador de Pansophia Project.

Tampoco las pruebas estandarizadas plasman toda la realidad. Evaluaciones como PISA o Aprender no logran captar la importancia completa de una escolarización temprana. "Las instituciones educativas transmiten también muchos otros saberes como hábitos personales, relaciones grupales, capacidad de ponerse en el lugar de otro, construcción de categorías témporo-espaciales, identidades locales y nacionales, conocimiento de reglas y límites, disfrute lúdico, entre otras", enumeró Narodowski.

Pese a que no se refleje en las pruebas, la asistencia a un jardín de infantes implica otros efectos positivos en los chicos. De hecho, desde OMEP, rechazan las evaluaciones estandarizadas. Las consideran "homogeneizadoras de niñas y niños" ya que "desconocen las diversidades geográficas, étnicas, lingüísticas y culturales, y las desigualdades sociales y económicas de las distintas regiones de nuestro país".