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Abril de 2024
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Opinión y Actualidad

El tiempo, ¿transcurre o está detenido?

El hecho de estar en nuestras casas en este tiempo tan especial por el coronavirus nos trae aparejada una ganancia: la mejor de todas, que es cuidar nuestra vida y la vida de los demás.

02/04/2020

Por Bernardo Stamateas, en el diario La Nación

Debemos tener en claro que este objetivo encierra un beneficio supremo y, si bien nos exige algunas pérdidas menores como no poder salir a caminar, a pasear o a hacer ejercicio al aire libre, todos estamos obteniendo algo importante.

Uno de los factores a tener en cuenta es la percepción del tiempo, pero no del tiempo cronológico sino del tiempo psicológico. Es decir, del tiempo interno.

Observemos dos variables dentro de las muchas que podríamos nombrar:

1. La ansiedad
Aparece cuando sentimos que el reloj interno va más rápido que el externo. Esto significa que, aunque el tiempo cronológico transcurre, el psicológico está muy acelerado. Es jueves y ya estamos pensando en el domingo; o peor aún, pensando en el mes que viene o en fin de año. Esta capacidad de ir con tanta rapidez va acompañada de preguntas hipotéticas: "¿Y si me enfermo?". "¿Y si pierdo el trabajo y me va mal?".

Este tipo de preguntas constantes y reiteradas son respondidas con aseveraciones catastróficas: "Me va a ir muy mal, no voy a saber qué hacer, nadie me va a poder ayudar, etc.". De este modo se establece el pensamiento circular; lo que denominamos en psicología "parálisis por análisis". La persona rumia constantemente en su mente generando así la sensación de que todo va mucho más rápido de lo que realmente transcurre.

Muchas veces el contagio de las emociones negativas y la sobreinformación activan y potencian este constante rumiar. Las personas viven en un mundo de pensamientos y de respuestas catastróficas. ¿Qué podemos hacer frente a esto? Pararnos en lo que sí somos capaces de hacer, en las acciones concretas. Tomar nota y luego actuar en consecuencia. Y, por supuesto, ponerle límites al contagio de emociones negativas y al exceso de información. Por ejemplo, podemos establecer un horario en el cual nos informaremos para seguir las indicaciones que nos brinda el Ministerio de Salud.

2. El decaimiento o "bajón"
Es todo lo contrario de la ansiedad. La persona siente, en su tiempo interno, que el reloj no transcurre. Las frases típicas son: "Esto es interminable"; "no soporto más"; "estoy aburrido", "el tiempo no pasa más", etc. Aquí el tiempo parece no transcurrir por la falta de estímulos nuevos. ¿En qué consiste el aburrimiento? En la falta de mejora. Pensemos en un niño que tiene un juguete y juega con su robot; el segundo día piensa que es un avión; el tercer día piensa que es un tractor; y al día siguiente lo deja de lado. ¿Qué le sucedió? Se aburrió porque no lo pudo mejorar. La falta de creatividad y la incapacidad para construir un estímulo nuevo con ese juguete lo condujeron al aburrimiento.

Cuando nosotros no establecemos estímulos nuevos en nuestra vida, tarde o temprano, sobrevendrá la misma sensación. Entonces, ¿qué podemos hacer?

* Pautar a lo largo del día el hacer cosas nuevas y distintas. Por ejemplo, estudiar un idioma, mirar una película o leer un libro de un género en el que nunca hemos incursionado. Es decir, cualquier pequeño estímulo que sea totalmente distinto de lo que venimos haciendo.

* Abrir espacios de placer a lo lúdico, lo placentero, lo divertido, pues el humor también fortalece nuestro mundo emocional.

* Un nuevo estímulo podría ser llamar a tres personas por día para agradecerles por algo que hayan hecho por nosotros. El impacto del agradecimiento en el otro genera una alegría que retorna a nosotros.

Conclusión
Procuremos un balance entre los rituales, lo establecido, y los nuevos estímulos. Mantengamos en este momento especial los horarios para levantarnos, vestirnos, comer a lo largo del día e irnos a dormir. También para estudiar con los chicos. Esto nos provee de cierta estabilidad y, a su vez, abre nuevos espacios para nuevos estímulos. ¡Y qué mejor estímulo nuevo que buscar a alguien a quien ayudar!

Leí en una oportunidad que el gran terapeuta Alfred Adler, cuando venía un paciente decaído, le escribía como prescripción: "Busque una persona a quien amar durante catorce días seguidos".