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Abril de 2024
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Trabajando un 1 de mayo en una ciudad fantasma

Si trabajar un 1 de mayo era normalmente trabajar en una ciudad vacía, la llegada del coronavirus transformó a la ciudad Capital de Santiago del Estero en una ciudad fantasma.

02/05/2020

Estaciones de servicio, playas de estacionamiento, kioscos y farmacias, fueron los únicos rubros comerciales que estuvieron activos hasta las 20 horas de este 1 de mayo, en una ciudad cerrada con sus habitantes en cuarentena para evitar la propagación del coronavirus.

Aparte de los comercios, las fuerzas de seguridad y personal sanitario también siguen trabajando, al igual que aquellas personas que cumplen tareas en empresas de seguridad.


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Diario Panorama realizó un breve recorrido por la zona céntrica y dialogó con algunos de estos trabajadores, quienes expresaron lo que se siente trabajar en “una ciudad fantasma” como dijo uno de ellos.

Apoyando su silla contra la pared del bar (cerrado hasta nuevo aviso) estaba el empleado de una estación de servicio, quien indicó que más que trabajar era “hacer presencia” ya que la atención a clientes era mínima ante la prácticamente nula circulación de vehículos.

Un empleado de una empresa de seguridad privada apuraba el paso. Paró unos segundos para la foto.

“Hay que trabajar y como no hay colectivos, hay que caminar. Al menos algo de ejercicio se hace” dijo buscando el lado positivo a la situación, para luego continuar su apurada marcha.

El dueño de un ya tradicional kiosco ubicado en la esquina de Rivadavia y Alem, indicó que las ventas un feriado de por si ya eran bajas y que “abrir hoy es para salvar los gastos”.

Si bien se vio gente circulando por las calles, estás pertenecían a alguna fuerza de seguridad o  sanidad, que o iban a sus puestos de trabajo o salían de los mismos, por lo que su paso por los puestos de control era rápido.

Mientras tanto en una playa de estacionamiento de motocicletas y bicicletas de Libertad (a media cuadra de la plaza) sus 3 empleados atendían a los pocos clientes que dejan sus rodados por estos días. Y entre cliente y cliente pasaban la tarde compartiendo algunas galletas y contando anécdotas.

El centro es una postal de una ciudad fantasma, calles desiertas, poca luz y algún que otro perro, los que se acomodaban en el lugar que les plazca a descansar, sin temor a que sean corridos o que alguien los pueda pisar.