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Opinión y Actualidad

Derecho a Reflexionar: La Pandemia en medio de la pandemia

La cuarentena ha llegado a ser tal y como muchos escépticos y burlistas pensaban y reclamaban en un principio, de 40 días.

29/05/2020

Por José Ignacio Leguizamón y Ramón Alberto Chavez

Día 40: La cuarentena ha llegado a ser tal y como muchos escépticos y burlistas pensaban y reclamaban en un principio, de 40 días. El número 40 tiene un significado muy importante en toda la Torá y el Talmud. El número 40 representa cambio o transición, la idea de renovación, de un nuevo comienzo. El número 40 tiene la fuerza de elevar un estado espiritual.  En la cábala, el número 40 representa los cuatro lados del mundo.

Quizá esa sea la necesidad que nos movió a ambos a esta reflexión, que más que un trabajo de estricto rigor científico, es eso: un llamado a la cordura en un momento donde la ola aun no llego a su cresta, pero que debemos pensar que muchas olas más podrían llegar a venir… Somos dos jóvenes profesionales a quien la vida hermano más allá de la sangre hace casi 20 años y que compartimos dos pasiones que en sí mismas no están hermanadas en la historia reciente de nuestro país y el de muchos, la ciencia y la política. Pensar en ciencia (y particularmente en ciencia de la salud) en nuestro país, ha sido centro de grandes debates ideológicos y de plataformas políticas en los últimos 80 años en Argentina. Uno de los ejemplos inolvidables que tenía el texto de Samuelson1  era el de los cañones y la mantequilla. Lo usó para explicar la idea del costo de oportunidad, la piedra angular de la teoría económica neoclásica. El autor presentaba una economía que podía producir sólo dos bienes: cañones y mantequilla. En esa economía, existía un máximo de producción y se podía escoger entre producir sólo uno de los bienes, o una combinación entre ellos. Las diferentes combinaciones de ambos se conocen como la frontera de posibilidades de producción.  Al parecer el mundo ha reeditado la teoría de Samuelson con su variantes particulares a cada región  país: ¿científicos o alimentos?, ¿científicos o armas?, ¿científicos o vivienda?; y así se ha llevado a la Ciencia a un lugar en el cual es muy difícil posicionarla, puesto que hemos comprobado que la dicotomía le queda lejos: la ciencia y la economía deben aunar criterios y no rechazarse mutuamente. Pero eso lo dejaremos para el final.

El derecho sanitario es según la Dra. Claudia Viviana Madies1 es una rama transversal emergente del derecho que regula las relaciones jurídicas que tienen por objeto la salud humana individual y colectiva y su protección, incluyendo las conductas, procesos, actividades, condiciones, servicios y productos pertinentes para su prevención, preservación, promoción, conservación y mejoramiento, así como en su vinculación con otros derechos fundamentales de los seres humanos interdependientes y los determinantes que pueden tener efectos significativo sobre ellos, considerando sus múltiples variables políticas, biológicas, científicas, sociales, ambientales, ecológicas, económicas financieras o de cualquier otra naturaleza, incluyendo la salud pública, la actuación profesional y la resolución de conflictos biojurídicos. Esta definición es trascendente al momento de pensar porque decimos que colapsó el sistema sanitario; y es que el derecho sanitario es más que el Derecho a la salud en sí mismo, el derecho sanitario abarca un complejo de relaciones e ideas entrelazadas y amalgamadas en aras del progreso en conjunto con otras áreas que realizan a la plenitud del ser humanos en sus distintas facetas (físicas, psíquicas, ambientales, etc). La salud es un concepto multidimensional y complejo, que tal como la han definido la Organización Mundial de la Salud (OMS) y luego la Declaración de Alma Ata, 1978 (Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de la OPS de 1978) se reconoce como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad” y el derecho a la misma, está regido por los instrumentos internacionales de derechos humanos. La autora citada también expresa que: “La salud humana es una compleja realización, en gran medida colectiva, que requiere comprensión jurídica también compleja, que una rama “transversal” como el Derecho Sanitario puede contener. Vale señalar que algunos también equiparan el Derecho Sanitario con el Derecho de la Salud, diferenciándoles del Derecho a la Salud, que circunscribe su encuadre al derecho subjetivo a la salud, desconociendo su dimensión social y su alcance colectivo”.

Verdaderamente la Salud en este momento (Mayo 2020) se ve interpelada constantantemente; y es que paralelamente a la crisis mundial del COVID-19, estamos (como sociedad) dando batalla en otros frentes de menor entidad en los medios de comunicación pero de gran magnitud a nivel médico. El dengue es un claro ejemplo, por más de que nos ocupe la cabeza en este momento la pandemia, el dengue es un tema muy serio. En medio de la pandemia del coronavirus, las personas contagiadas por dengue se multiplican en todo el país y los casos sospechosos van en ascenso, mientras que son 13.920 casos los confirmados y 500 los muertos. El número de afectados en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó los 6.202 pacientes, de los cuales 168 fallecieron, según el último reporte epidemiológico del dia 27 de mayo.

Ahora bien, ¿qué es realmente el COVID-19 y que desafíos planteo a la comunidad científica?

COVID-19 (de sus siglas CoronaVirus Disease 2019) hace referencia a la enfermedad producida por una nueva cepa viral, el SARS-CoV-2, que produce una neumonía atípica en seres humanos. Estos pertenecen a una gran familia de virus (Coronaviridae )  envueltos compuestos por una sola hebra de RNA que infectan aves y varios mamíferos, incluyendo camélidos, murciélagos, ratas, ratones, perros, gatos y humanos. Ocasionalmente, los coronavirus pueden emerger como patógenos mediante un salto a una especie hospedadora diferente. Esta familia de virus son viejos conocidos ya para la humanidad por haber generado infecciones respiratorias graves anteriormente, como por ejemplo en 2002 el brote del Síndrome Respiratorio Agudo ( SARS) cuyo agente etiológico fue SARS-CoV, y se extendió a cinco continentes a través de rutas aéreas infectando 8.098 personas y causando 774 muertes. Posteriormente, en 2012,  una variante de la misma familia de virus, MERS-CoV, responsable del brote del Síndrome Respiratorio de Medio Oriente, surgió en la península arábica y fue exportado a 27 países, donde causó un total de 2.494 infecciones y 88 muertes  Esta nueva cepa fue descubierta en diciembre de 2019 en Wuhan una provincia de Hubei en China, donde tuvo su brote. La característica inherente de este virus de tener alta velocidad de contagio (ya que se transmite por aerosoles emitidos por las personas infectadas y por fómites, que son los objetos contaminadas con micro gotas de saliva que entran en contacto con las manos que posteriormente llevamos a boca, nariz y ojos) hizo que se diseminara de forma muy rápida por todo el mundo, potenciado por el alto nivel de globalización con el que se vivía en esos tiempos, llevando a La Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar la epidemia como emergencia de salud pública a nivel internacional el 30 de enero 2020. 

A la misma velocidad que avanzaba el virus, se ponía en manifiesto casi paralelamente la carencia en muchos sistemas sanitarios de recursos, personal, y herramientas para contener esta infección, traduciéndose en muchos lugares en saturación de los centros de salud y cientos de muertes 1.

Tras el surgimiento de la nueva enfermedad en China, el epicentro de la epidemia se ha desplazado hacia Occidente, con Italia y España como los principales focos; desde la aparición de la covid-19 en diciembre en China, se han registrado 350.196 muertes y 5.589.389 contagios, de los cuales 173.713 en Europa (2.057.414 enfermos), el continente más golpeado. Estados Unidos es el país con más fallecidos (98.929) y le siguen el Reino Unido (37.048), Italia (32.955), Francia (28.530) y España (27.117). 2 MAS DE LA MITAD DEL MUNDO ESTA EN CUARENTENA.

En resumen, creemos que las políticas sanitaria a futuro deben partir de la base cierta de la inexistencia de la dicotomía CIENCIA VS. ECONOMIA. Y lo decimos con la certeza de que a futuro las plataformas políticas, gubernamentales y económicas deberán incluir programas serios y realizables de creación, sostenimiento y apoyo real de la investigación científica y de los sujetos intervinientes en la misma (con todas su implicancia); se deberán también incluir programas de prevención, contención y resolución de crisis ante catástrofes médicas y/o ecológicas, pues el mundo y nuestro ambiente claramente nos reclaman que volvamos a poner foco sobre lo esencial de nuestro ser, y es que somos ser perecederos, he allí lo inexorable de nuestro ser. Nuestra existencia como tal, depende de la importancia que aportemos a las generaciones futuras a problemáticas que nuestros antepasados recientes no le dieron; la ecología y el sostenimiento del sistema científico y medico serán, quizás, el legado que comenzaremos a dejar a nuestros bisnietos (pues la batalla es aún más larga de lo que imaginamos). 

Finalizamos esta reflexión en este dia 70 de cuarentena. Setenta es el proverbial promedio de vida bíblico. Es la cantidad de años que normalmente se nos otorga para cumplir nuestra misión en la vida. La edad en la cual debemos medir nuestros logros, reflexionar sobre los resultados obtenidos y hacer un balance de nuestro trayecto por la vida y su propósito. Sera, como decíamos al principio,  el momento en el que en los cuatro lados del mundo se produzca el cambio o transición, la idea de renovación, de un nuevo comienzo, o de una elevación espiritual.

*El Licenciado José Ignacio Leguizamón es Bioquímico recibido en la UNT con vasta experiencia en el área de hormonas y epidemiologia.

El Dr. Ramón Chavez es abogado recibido en UNSTA, litigante en el foro santiagueño.