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Mascotas

Cómo bañar a tu gato sin morir en el intento

Aunque los felinos son animales muy limpios, existen determinadas circunstancias que pueden hacer necesario que pasen por el agua y el shampoo.

12/07/2020

Existen determinadas circunstancias para que sea necesario bañar a un gato. Entre ellas, su raza o características (pelaje largo), la necesidad de una desparasitación mediante un champú adecuado, la presencia de alguna patología relacionada con la piel, o incluso la eliminación de suciedad puntual concentrada (grasa, orín, tierra…).

En ocasiones se recomienda el uso de espumas de lavado en seco, que se pueden adquirir en comercios especializados de animales y que, combinadas con un correcto cepillado para eliminar el pelo muerto, pueden ser una excelente opción para mantener su higiene en estado óptimo.

Cada cuánto bañarlo

Desde los 2 meses de edad, se puede bañarlo y si se acostumbra a esto, el contacto con el agua no necesariamente debe resultarle desagradable. Si el gato no suele salir al exterior, una frecuencia de lavado mensual es suficiente.

Tips para un baño exitoso y libre de accidentes

Lo primero que hay que saber es que este procedimiento requiere de paciencia. Aunque a tu gato le guste el agua, cualquier movimiento brusco puede generarle estrés y complicar la actividad.

Podés usar la bañera o un recipiente que se ajuste a su tamaño. Es conveniente que coloques una alfombrilla en la superficie para evitar que tu gato se resbale con las uñas.

Utilizá agua tibia (30 grados) y un shampoo específico para felinos. Los shampoos para humanos, aunque sean neutros, no respetan el PH de la piel de los gatos. Antes de empezar, dejá correr el agua unos segundos para que tu gato se acostumbre al sonido. Tené en cuenta que cualquier movimiento brusco puede generarle estrés y complicar la actividad.

Durante el baño, evitá el contacto del agua con sus orejas y ojos. Eso disminuirá el riesgo de que desarrolle infecciones.

Comenzá mojando la parte inferior de su cuerpo con la mano o la ayuda de una esponja suave, para luego ir ascendiendo de a poco. Con esta técnica, conseguirás aumentar su confianza y hacer más fácil el proceso.

Enjabonalo mientras lo acariciás para que actúe el shampoo. Asegurate de enjuagarlo bien, para que cuando se lama no ingiera restos del producto.

Una vez finalizada la tarea, secalo con una toalla, con mucho cuidado y caricias. Si no se asusta, podés usar un secador de pelo: acercáselo con moderación, y deja que lo toque para que se familiarice con él.

Cuando hayas conseguido que esté totalmente seco y tranquilo, podés darle un último cepillado para que su pelaje resulte brillante y uniforme.