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Opinión y Actualidad

Perú, el último caso de la alarmante militarización de América Latina

América Latina se militariza de nuevo, incluso en los gobiernos más moderados: Perú nombró a tres exmilitares en puestos clave del Gobierno peruano en una mini revolución gubernamental que supuso el cambio de cinco de los diecinueve gestores.

12/08/2020

Por Luis Gonzalo Segura

Exteniente del Ejército de Tierra de España

Martín Vizcarra, actual presidente peruano debido a la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski en 2018 tras un escándalo de corrupción, nombró el jueves pasado a Walter Martos, general retirado de 62 años y ex jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas en el 2013, como nuevo primer ministro. Junto a él, incluyó a otros dos militares más en las carteras de Interior y Defensa, respectivamente: Jorge Montoya y Jorge Luis Chávez Cresta, ambos altos mandos retirados. Todo un gobierno pretoriano en tiempos de crisis. Una sorprendente decisión debido a la proximidad de las elecciones, en abril de 2021, la popularidad presidencial y la imposibilidad de Vizcarra de presentarse a las mismas. Es decir: no sufría de gran presión para la militarización de su gabinete ministerial.


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Perú, aun siendo el segundo mayor productor mundial de cobre, se encuentra sumido en una profunda crisis, pues este año su economía, según distintas previsiones, registrará su peor caída en un siglo –hasta un 12,5 %, según el Banco Central–. Una situación común a los países más afectados por la pandemia, especialmente en aquellos, como Perú, en los que se debieron implementar medidas drásticas. No es un caso aislado, pues la depresión económica y la crisis sanitaria están succionando al resto de América Latina y a gran parte del mundo.

Perú, un país azotado por la covid-19

En estos días, Perú ha superado los 460.000 contagios a un ritmo de unos 8.500 contagios nuevos durante los últimos días y un total de más de 20.646 fallecidos tras más de 145 días de estado de emergencia.


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A pesar de su perfil marcial, las primeras declaraciones de Walter Marcos podrían haber sido pronunciadas por decenas de mandatarios mundiales, entre ellos Pedro Sánchez, el presidente español. Por un lado, el exgeneral defendió la solución contundente implementada como la mejor herramienta para la gestión inicial de la crisis y, por otro lado, argumentó que no sería necesario implementar un segundo confinamiento debido a que la respuesta hospitalaria, la protección o el tratamiento han mejorado. Una respuesta que demuestra que los países no estaban preparados, por el desmantelamiento del tejido sanitario, para una crisis sanitaria o bien ahora están más concienciados de las consecuencias económicas que ocasionaría detener la economía y están dispuestos a lo que sea.

Pero si la respuesta de Walter Martos ha sido tan similar a la Pedro Sánchez, ¿por qué un militar?

La militarización como indicador de madurez democrática

Uno de los elementos clave lo podemos encontrar en la existencia de un falso mito asentado en la sociedad americana: la incorruptibilidad de los militares. Los militares o no son corruptos o, en el peor de los casos, son menos tendentes a la corrupción.


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Una prueba de este prestigio militar lo podemos encontrar en el listado de últimos presidentes norteamericanos que fueron militares –George Bush, padre e hijo; Ronald Reagan, Jimmy Carter... –, algo inimaginable en Europa. Un mito que, si bien puede tener algún sustento en Estados Unidos, un imperio forjado en las conquistas militares y enriquecido en incontables contiendas bélicas fracasadas y múltiples golpes de Estado para fines extractivos en Latinoamérica, difícilmente debería encontrar espacio en el resto del continente, pues las actuaciones militares durante la segunda mitad del siglo XX en América Latina, auspiciadas o provocadas en su mayoría por los Estados Unidos, acercaron a los militares latinoamericanos, sino lo estaban ya después de la centuria anterior, al concepto que se tiene en Europa de la presencia militar en la política: una intromisión casi ilegítima.

Además, si analizamos los últimos escándalos de corrupción militar en Latinoamérica, estos no son ni mucho menos menores: Chile, con el 'Milicogate' y la 'Operación Topógrafo'; Colombia, con acusaciones de espionaje y 'falsos positivos'; o Brasil, con hasta 300 casos de fraude que pudieron ser ocultados por la Fiscalía militar brasileña.

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