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Opinión y Actualidad

De Macri a Fernández de Kirchner: la política argentina se pone en modo epistolar

Cartas van y cartas vienen. La tecnología les permitió a Mauricio Macri y a Cristina Fernández de Kirchner, los dos grandes adversarios de la política argentina, explayarse en críticas mutuas, públicas y escritas que son cuestionadas, aplaudidas, minimizadas o magnificadas por la prensa acorde con sus propias filias políticas.

15/12/2020

Por Cecilia González

Periodista y escritora

Al presidente Alberto Fernández, en cambio, parece que el modo epistolar no le apasiona, así que elige posicionarse a través de entrevistas, de muchas entrevistas.

Prácticamente no hay día en que el mandatario no hable con algún medio, ya sea opositor o afín, en radio, televisión, prensa escrita. No es extraño que aparezca varias veces en una sola jornada para hablar de cualquier tipo de tema, desde la muerte de Diego Armando Maradona, la economía, la pandemia o su perro Dylan. Pasando, claro, por responder verbalmente las cartas que cada tanto publican Macri, su antecesor, y Fernández de Kirchner, su vicepresidenta.

Las diferencias en el estilo de comunicación de los tres políticos protagonistas de la agenda pública de Argentina están muy bien marcadas.

A Fernández de Kirchner jamás le gustaron las entrevistas ni las conferencias de prensa ni el periodismo en general, salvo el que la elogiara. Durante sus ocho años de gobierno, sus encuentros con reporteros fueron excepcionales. La irritación es la reacción inmediata ante cualquier mínimo cuestionamiento. La tolerancia y la paciencia no son lo suyo.

Lo innegable es que es una gran oradora, como lo demostraba en los discursos que, desde la Casa Rosada, ofrecía ante masas de militantes que todavía hoy la veneran sin fisuras. Y que la ovacionan. Es un método unidireccional en la que ella expone y el resto escucha sin posibilidad de hacerle preguntas.

Hoy sigue actuando de la misma manera, pero a través de la escritura. Sus palabras se viralizan de inmediato, generan especulaciones sobre la supuesta e inminente fractura de la alianza gobernante. La polémica está garantizada, sus odiadores seriales, representados en su mayoría por los periodistas más famosos de este país, la defenestran de inmediato, de igual forma que lo hacen cuando calla. Porque no importa que hable o permanezca en silencio, Fernández de Kirchner está omnipresente en la prensa opositora que hace conjeturas sin mayor asidero que sus propios deseos y que, al igual que hace años, la sigue caricaturizando como la villana favorita. Es el origen de todos los males. Por supuesto, también cuenta con periodistas militantes leales, pero tienen menor presencia e impacto mediático.

Persecución

Uno de los ejes de la narrativa de Fernández de Kirchner desde que dejó la presidencia en 2015 es que es víctima de "lawfare", es decir, de una guerra jurídica a través de la cual gran parte del Poder Judicial actúa en su contra, la investiga, la procesa y la persigue con el fin de destruirla políticamente, de proscribirla, más que de hacer justicia, en connivencia con "la prensa hegemónica" encabezada por el Grupo Clarín, el multimedios más poderoso del país con el que mantiene una fuerte pelea desde 2008.

Así lo denunció, por ejemplo, el pasado 3 de febrero en un mensaje titulado 'Para los que todavía no creen y para los que aún no se enteraron'. El 25 de agosto, en plena pandemia, escribió otro con el encabezado '¿Reforma? Algunas consideraciones sobre las palabras, los acuerdos, el Congreso y la democracia', en el que insistió con sus críticas al sistema judicial.

En parte tiene razón, porque es cierto que fiscales y jueces suelen actuar de acuerdo con base en intereses propios, al vaivén de los gobiernos de turno, y en complicidad con periodistas más interesados en "operar" (manipular y coordinar coberturas en complicidad con funcionarios judiciales) que en informar. Pero también es cierto que, entre las múltiples causas en las que está acusada, hay algunas más sólidas que otras, sobre todo las que tienen que ver con el enriquecimiento de la familia Kirchner durante los 12 años consecutivos de poder que acumularon ella y su fallecido esposo y antecesor, Néstor Kirchner.

Por eso es que sus detractores aseguran que lo único que busca con sus permanentes reproches al Poder Judicial es impunidad. La discusión se renovó la semana pasada, a partir de una nueva y larga carta titulada 'A un año... balance', en la que apuntó directamente contra la Corte Suprema de Justicia.

Al enumerar los logros de los poderes Ejecutivo y Legislativo un año después de que el peronismo volviera a la presidencia, Fernández de Kirchner lamentó que no se pueda decir lo mismo del Poder Judicial.

"Representado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la actuación de ese poder no hizo más que confirmar que fue desde allí, desde donde se encabezó y dirigió el proceso de Lawfare. Esa articulación mediática-judicial para perseguir y encarcelar opositores, se desplegó en nuestro país con toda su intensidad desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación y, lo que es peor: aún continúa", denunció. En su balance, esta Corte persigue con sus fallos al kirchnerismo/peronismo y protege al macrismo.

La controversia por la contundencia de sus acusaciones suele generar sobrerreacciones como la de la Coalición Cívica, que ya pidió un juicio político en su contra para destituirla como vicepresidenta. Y tensó aun más la relación entre el gobierno y el máximo órgano de justicia. Sus futuros fallos develarán el verdadero impacto de las palabras de la vicepresidenta.

Amnesia

Mientras fue presidente, y para diferenciarse de Fernández de Kirchner, Macri renovó la democrática práctica de las conferencias de prensa tanto en la Casa Rosada como en sus giras en el interior del país, sin preguntas acordadas y bajo un sistema de sorteo entre los periodistas presentes. Cada uno preguntaba lo que quería.

A lo que sí se resistió fue a dejarse entrevistar por medios o periodistas críticos. Solo se exponía de manera inusual y en solitario frente a corresponsales extranjeros con motivo de alguno de sus viajes al exterior o la recepción a otro presidente.

Cuando las críticas en los medios de otros países arreciaron ante los errores y balances negativos de su gobierno, Macri decidió incumplir la promesa que había hecho de sostener asiduos encuentros con la prensa extranjera, ya que no le garantizaban la benevolencia y el tono adulador de los periodistas locales a los que sí les daba entrevistas exclusivas porque se comportaban más como fans y amigos que como periodistas.

Ahora continúa con ese mecanismo autoprotector. Después de meses de silencio, bastó que la popularidad de Alberto Fernández comenzara a declinar para que Macri reapareciera públicamente a través de una carta publicada en el diario La Nación y en entrevistas con periodistas afines que lo añoran.

El 13 de septiembre, el expresidente publicó un mensaje titulado 'Para defender el presente y ganar el futuro', en el que endureció su discurso antiperonista, se corrió todavía más a la derecha, denunció inexistentes amenazas a la Constitución y a "las libertades", profundizó la polarización, desconoció la larga lucha de la protesta social en Argentina y celebró como "algo nuevo" las manifestaciones de sus simpatizantes en contra del gobierno peronista.

Después mantuvo una presencia asidua en redes sociales con breves mensajes siempre con reproches hacia el gobierno. Pero el pasado fin de semana aprovechó para publicar una nueva carta colmada de decepción hacia el gobierno. "¿Iban a volver mejores?", se preguntó en el encabezado. Y él mismo se respondió: "Si teníamos alguna esperanza de que podían haber vuelto mejores, ahora ya no la tenemos".

El lamento fue su reacción ante el anuncio del cierre de El Palomar, un aeropuerto que durante su gobierno sirvió para las operaciones de las aerolíneas de bajo costo. "Hay en marcha un plan activo y deliberado para entorpecer, clausurar, estropear o eliminar cualquier política implementada por nuestro gobierno, aún aquellas que de manera objetiva e incontestable fueron beneficiosas para todos los argentinos", acusó sin referirse en ningún momento a la crisis en el sector aeronáutico a nivel mundial que provocó la pandemia por el cierre de fronteras y las limitaciones para viajar. La respuesta del gobierno se resumió en una palabra: "cinismo".

El principal problema de Macri es que, a diferencia del kirchnerismo, que reformó una Corte Suprema que estaba totalmente desprestigiada, reestructuró la deuda externa y le pagó todo lo que le debía al Fondo Monetario Internacional e impulsó los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, el matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de Género, entre otras políticas que impactaron favorablemente en la población, Macri no tiene un gran logro para presumir.

Su herencia después de magros cuatro años de gobierno fue un combo de recesión, mayor pobreza, deuda e inflación. Por eso no logró reelegirse. Por eso hoy se le dificulta asumir un verdadero liderazgo opositor, ya que basta que hable, o escriba, para que se le recuerde el legado que dejó y que contradijo todo lo que les prometió a los argentinos.