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Opinión y Actualidad

Rompan todo: interesante punto de partida para repensar un movimiento que excedió lo artístico

Rompan todo generará múltiples e inevitables debates y no pocos enojos entre varias generaciones de fans del rock latinoamericano.

17/12/2020

Por Diego Batlle

Muchos argumentarán que hay demasiados minutos dedicados a grupos y solistas producidos por el insoslayable Gustavo Santaolalla (uno de los impulsores de este documental) y, por ejemplo, escaso tiempo para la figura del Indio Solari y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Es que la serie apostó claramente por los artistas que marcaron tendencias, trascendieron fronteras y conquistaron a públicos de distintos países y no tanto a fenómenos más locales.

Lo que no admite ninguna discusión es el imponente despliegue de producción: 150 temas, casi un centenar de testimonios (muchos de ellos valiosos), rodajes en las principales ciudades de la región y un trabajo de archivo como nunca antes se había hecho. En ese sentido, las casi seis horas de este proyecto liderado por Nicolás Entel y dirigido por Picky Talarico sí están a la altura del tema que aborda y de la popularidad que una plataforma como Netflix seguramente terminará otorgándole.

 El guion del propio Entel y Nicolás Gueilburt va a lo seguro: un recorrido cronológico y por país desde la "prehistoria" del rock latinoamericano (aquellos pioneros que en la década de 1960 se animaron a cantar en español) hasta la crisis actual (desplazado en las preferencias masivas por otros géneros como la electrónica, el hip hop, la cumbia o el reggaetón), pasando por sus momentos de gloria (el pico podría ubicarse entre el boom de Soda Stereo, la expansión global de MTV y el negocio discográfico con ventas millonarias).

Hay una interesante búsqueda de la serie a la hora de vincular la evolución del rock continental con los fenómenos sociopolíticos en las distintas épocas y países (los sucesivos gobiernos militares, la guerra de Malvinas, la crisis de 2001 y la tragedia de Cromañón en la Argentina; el terremoto de 1985, la corrupción política, el efecto Tequila y el movimiento zapatista en México; la violencia del narcotráfico en Colombia; la campaña por el No contra la dictadura de Augusto Pinochet y el show de Amnesty de 1988 en Mendoza para los chilenos), pero parte de los mencionados logros de guion y de producción de Rompan todo se ven empañados por un montaje hiperkinético, tan propio de la mayoría de esos videoclips de la mencionada era MTV. Ningún testimonio dura más de unos pocos segundos: son frases sueltas, conceptos en algunos casos gancheros, como tuits ingeniosos, pero que no permiten ahondar en historias de vida o anécdotas que podrían haber sido muy ricas. De todas maneras, esa apuesta por el puzzle con miles de pequeñas piezas le termina dando al relato un ritmo y un alcance coral que sí resultan incuestionables.

Prácticamente no falta nadie en el repaso ni en los testimonios que abundan en los seis episodios de Rompan todo (más allá de las opiniones de estrellas como Fito Páez o Andrés Calamaro resultan muy valiosos los aportes de figuras no tan masivas pero determinantes como Tweety González, Richard Coleman o Cachorro López, así como la mirada que desde Estados Unidos ofrece alguien siempre fascinado por lo latino como David Byrne).

Que se extrañan más minutos de Charly García y abundan en cambio los de los integrantes de Café Tacuba, que de la parte menos conocida y quizás más interesante (los inicios con los Shakers, Sandro, Los Gatos, El Club del Clan, Billy Bond, Moris y Tanguito o Los Rebeldes del Rock, Los Teen Tops y Los Locos del Ritmo en México) hay poco material de archivo (una carencia que tiene que ver en muchos casos con el descuido, el desinterés por preservar la memoria colectiva o directamente con la censura o los problemas presupuestarios), que se privilegia demasiado al rock argentino y mexicano (hay algo del colombiano, chileno y uruguayo), que el machismo del rock y el lugar siempre difícil y secundario que se le dio a la mujer recién se aborda a diez minutos del final del último episodio con testimonios en ese sentido a cargo de Julieta Venegas, Hilda Lizarazu, Juana Molina, Mon Laferte, Mavi Díaz, Celeste Carballo y Andrea Echeverri. Las polémicas recién empiezan, pero lo cierto es que Rompan todo, con sus hallazgos y carencias, es un muy interesante punto de partida para (re) pensar un movimiento que excedió lo artístico para marcar buena parte del devenir de las últimas seis décadas de historia latinoamericana.

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