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Opinión y Actualidad

Petro le dio voz a "los nadies" para convertir el descontento en proyecto político

Una épica que surgió del estallido.

23/06/2022

Por Ociel Alí López
Para RT

El triunfo de Gustavo Petro en Colombia es el acontecimiento político más significativo que haya ocurrido en América Latina los últimos años y plantea, además de lo que representa para la historia del país suramericano, un giro en el enfoque con que se tratan los problemas tanto internos como regionales.  

El signo que selló Colombia este domingo es el de un cambio definitivo en el sentido hegemónico de la política colombiana. Es el estallido del bloque de poder cimentado por el uribismo y el primer intento histórico de la izquierda de gobernar Colombia, después de una guerra social de varias décadas que les enfrentó a muerte.

El conservadurismo criollo es el principal derrotado. Aunque en el último minuto trató de deshacerse del uribismo por la ventana de atrás, sacando del sombrero a un impresentable 'outsider' populista de centro, no le dieron las cuentas. Con la derrota del uribismo muere el sujeto político emblemático para la derecha mas guerrerista y represora del continente, en sus formas políticas y en sus medios de comunicación. Habrá que esperar cómo se comportarán los sectores de derecha en esta nueva etapa, en la que han perdido el Palacio de Nariño pero tienen mucho poder mediático y económico.

Petro se convierte así en el primer presidente costeño de la historia del país. Los sectores periféricos (excluidos urbanos y también rurales, sobre todo fuera de la influencia andina) han sido los triunfadores también por primera vez en la historia y se vienen a ganar un puesto en la sociedad colombiana, dirigiendo un cambio de rumbo.

El país cambió. Y no fue fácil. Fueron años de un proceso progresivo de acumulación de fuerzas y de desmantelamiento del discurso ideológico de la derecha.  

Un momento épico

Hay que evaluar que el triunfo de Petro no es cualquier triunfo. Petro le ganó a todo el poder establecido, incluso después del rápido lavado de cara que intentó la derecha con Rodolfo Hernández. También en la campaña, cuando se pensó que el apoyo en la primera vuelta del expresidente César Gaviria y el Partido Liberal podría ser el espaldarazo definitivo a favor de Petro, este se resistió a una negociación que hipotecara el futuro colombiano y nombró a Francia Márquez como su llave vicepresidencial.

Hoy, ambos lo han logrado con la votación más grande en la historia electoral colombiana: más de once millones de votos.

Además, hay que reconocer que el discurso de Petro en su campaña no fue un discurso populista en sentido tradicional, es decir, no produjo engañosas ofertas de difícil cumplimiento, sino un marco general de actuación. Es un programa maximalista, de contenido de izquierda contemporánea, pero sin mercadeo de programas sociales onerosos para conquistar pobres incautos, sino que su propuesta es, nada menos, que la transformación total de Colombia.

Y la parte más épica se sitúa en que el estallido en Colombia, producido en varias oleadas en 2019, 2020 y 2021, junto al estallido en Chile, pasan a ser ahora movilizaciones que tuvieron una transcendencia política de alto impacto, a pesar de la criminalización que han recibido. Estos estallidos, una vez verificado el triunfo popular en Colombia, han sido los acontecimientos que van marcando la rostridad en la política latinoamericana en esta tercera década del siglo. No solo sacuden las sociedades, sino que producen una salida electoral alternativa.

Con todo esto queremos decir que Petro ganó contra todo el poder reunificado y de forma bastante ética. No es un populista ramplón que ofreció cárcel, dólares y mano dura a sus votantes como sí lo hizo el candidato 'outsider' y pragmático apoyado por la derecha, sino uno que trazó un nuevo paisaje político para Colombia. Fue el holgado triunfador que no contó con el apoyo de ningún poderoso. Ganó con la Colombia excluida, no solo en lo económico sino en lo cultural y geográfico, por ello no es casual que sea el primer presidente costeño y contra un santandereano.  

¿Cómo ganó Petro? Los datos en la elección

Lo más asombroso de la jornada de ayer es que Petro y Márquez lograron convocar al "abstencionismo crónico" que se ubicaba en sus zonas de influencia: las ciudades y las costas. Este es el gran éxito de la campaña de ambos, una estrategia que desarrollaron incluso en un momento de incógnita, cuando irrumpió sorpresivamente el ingeniero Rodolfo Hernández, hace pocas semanas.

De los 2,7 millones de votos que Petro pudo sumar después de la primera vuelta, hay que contar que unos 500.000 pueden provenir de la desafiliación a la "suma perfecta" (que se pensó luego del resultado de la primera vuelta) entre Hernández y el candidato uribista, Federico Gutiérrez, cuya adición automática superaba los 11 millones, aunque en el balotaje terminó consiguiendo algo más de 10,5 millones de votos. Una cifra cercana que hace pensar que la suma automática no estaba mal.

Pero el dato más importante en torno a los nuevos votos del balotaje puede ubicarse en los cuatro puntos de avance en la participación en este 2022 (58 %) en comparación con 2018 (54 %), que la convierten en la elección de mayor participación de todo lo que va de siglo en Colombia, produciendo el mayor caudal de votos y una votación histórica en números. La diferencia radicó en que la abstención no se presentó igual a lo largo del país, sino que cedió justo en los hábitat de los votantes de Petro: las ciudades y las costas. Hacía allá dirigieron su discurso y hoy recogen un triunfo inolvidable.

Es también importante contemplar los que votaron por Hernández en la primera vuelta y por Petro en la segunda, debido al peso político que conlleva ser apoyado por Uribe y el uribismo, tal como sucedió hacia la segunda vuelta. No son muchos pero sí los necesarios para ratificar que la mayoría del electorado colombiano hoy es antiuribista por sobre cualquier cosa.

Entonces, Petro conquistó abstencionistas crónicos, rasguñó el voto conservador que iba automáticamente al 'outsider antipetrista', movilizó los barrios de las ciudades y a las regiones excluidas que han votado históricamente hacia la izquierda o a favor de los acuerdos de paz y a los jóvenes y mujeres que moran en esos territorios.  

Así consiguió el resultado histórico que supera en casi un millón de votos al conseguido por el presidente saliente, Iván Duque, en las presidenciales de 2018.

Como anecdótico se recuerda que después de la primera vuelta, cuando, en medio del engorroso resultado, el líder necesitaba insuflar ánimo a su equipo, planteó a la audiencia que le faltaban un millón y medio de votos para ganar, cuando en realidad le faltaban casi tres millones de votos. La noticia es que los ha conseguido. Y es una proeza por ser el líder más vituperado de Colombia de las últimas décadas.