Sin embargo el gobierno palestino afirmó que se trata de una "estrategia de relaciones públicas".
El nuevo ministro de Defensa israelí, el ultraderechista Avigdor Lieberman, aseguró que apoya la creación de un Estado palestino, una afirmación que, sin embargo, fue recibida hoy con incredulidad en el gobierno palestino, que la tildó de una mera "estrategia de relaciones públicas".
Tras su designación al frente de la Cancillería, Lieberman fue descrito por los medios internacionales, casi sin excepción, como el líder más corrido a la derecha del gabinete israelí y la prueba fehaciente de la radicalización política de Tel Aviv. Por eso, poco después de asumir anoche, el nuevo ministro ratificó su "compromiso con la paz".
"Escuché todo lo que dijiste y estoy absolutamente de acuerdo con cada palabra, incluyendo dos Estados para dos pueblos", le contestó Lieberman al primer ministro Benjamin Netanyahu, luego que éste compareciera frente al Parlamento en Jerusalén y ratificara su compromiso con una "paz con los palestinos y con todos nuestros vecinos".
No muy lejos de allí, en Ramallah, la capital de la Cisjordania ocupa que oficia de sede provisional del gobierno palestino, el secretario general de la Organización para la Liberación Palestina y el principal negociador del Ejecutivo, Saeb Erekat, recibió esas palabras con escepticismo.
"Estamos acostumbrados a Netanyahu y a las inconsistencias y contradicciones de su gobierno entre las palabras y las acciones", reaccionó Erekat en un comunicado, citado por la agencia de noticias DPA.
El veterano advirtió, además que "la paz debe traducir palabras en acciones" y que "lo primero es poner fin a los hechos en el terreno, cesar los asentamientos, poner fin a la judaización de Jerusalén, cesar las ejecuciones extrajudiciales y la demolición de casas".
Tanto Netanyahu como Lieberman hicieron referencia en sus discursos a la llamada Iniciativa Árabe de paz, una propuesta lanzada en 2002 por Arabia Saudita y refrendada al año siguiente por la Liga Árabe, que establece que los países árabes reconocerían a Israel a cambio de que éste se retire de todos los territorios ocupados en 1967.
Esto significaría retirarse de Cisjordania y Jerusalén este, un territorio donde hoy viven más de medio millón de colonos israelíes judíos, desbloquear por completo la Franja de Gaza y entregar la región de los Altos del Golán y las Granjas de Shebaa a Siria y Líbano, respectivamente.
Según el primer ministro y el nuevo canciller israelí, "la Iniciativa Árabe de paz tiene elementos positivos que permiten un diálogo serio con los vecinos de la región", aunque destacaron que es necesario hacerles cambios que "se ajusten a la realidad" actual.
Mientras los líderes israelíes no especificaron cuáles serían esos cambios -por ejemplo, Jerusalén este fue anexada unilateralmente al territorio de Israel en 1980-, Erekat sostuvo en su comunicado que "la solución de dos estados requiere un reconocimiento explícito y claro de las fronteras de 1967, la aplicación inmediata de los acuerdos firmados y un compromiso con el derecho internacional, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Asamblea General, y la Iniciativa de Paz árabe".
En otras palabras, el gobierno palestino demanda, para firmar la paz, una retirada completa de los territorios palestinos, la división de Jerusalén y el derecho al retorno de los de refugiados que la propia ONU reconoce fueron expulsados de lo que hoy es Israel en los años 40.
Poco después, el presidente palestino, Mahmud Abbas, habló ante alcaldes del norte de Israel durante un encuentro en Ramalá y sostuvo que su gobierno "no juzga a las personas de acuerdo a su afiliación partidaria o étnica, sino por su postura en relación al proceso de paz".
Acto seguido recordó que hace sólo unos días Lieberman había dicho que si fuera ministro de Defensa daría al líder de la organización radical palestina Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, 24 horas para entregar los cadáveres de los soldados israelíes muertos en la guerra de 2014 en la Franja de Gaza o de otra forma "elegiría su tumba".