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Abril de 2024
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¿Porqué no existe todavía una norma universal sobre el aborto?

La doctora Susan Yoshihara, abogada, periodista y especialista norteamericana del C-FAM, la organización católica laica que despliega una intensa tarea en el seno de Naciones Unidas en favor de una legislación internacional sobre salud reproductiva que impida definitivamente la sanción de leyes positivas en favor del aborto, acaba de publicar un completo artículo sobre la historia de este desencuentro en el “Ave Maria Law Review”, una prestigiosa revista confesional de Estados Unidos, cuyos tramos más sobresalientes ponemos de resalto.

18/09/2013

Durante décadas países poderosos y fundaciones acaudaladas llevaron a cabo una campaña para crear un estándar mundial para el derecho al aborto. Pese a sus esfuerzos, se ha adoptado la frase “salud reproductiva”, pero no una norma internacional de derechos reproductivos. Cuarenta años después de que los defensores del aborto introdujeron el término “salud reproductiva” en el programa internacional de población, no están más cerca de su meta principal: una norma internacional de salud reproductiva que incluya el aborto legal y accesible. Pero tampoco los movimientos pro vida han podido extirpar del término sus connotaciones abortistas, por lo que siguen rebatiéndolo.

Como una guerra de trincheras, acalorados debates sobre estas palabras que ocupan un mínima cantidad de texto continúan irritando a los dirigentes (últimamente, a legisladores estadounidenses que buscan la ratificación del tratado de las Naciones Unidas sobre las personas con discapacidad) y a diplomáticos de la ONU que intentan definir nuevos estándares de desarrollo determinando cómo se gastarán miles de millones de dólares en subsidios. ¿Como puede un término -se pregunta Yoshihara- lograr prácticamente omnipresencia y aún así la idea detrás de él no alcanzar ni siquiera un modesto consenso? La respuesta yace no solo en qué se está difundiendo, sino en cómo. Las normas internacionales se adoptan en tres etapas: “surgimiento”, mediante poderosos empresarios que convencen a las naciones para que las incorporen; “cascada”, cuando los estados las incluyen en leyes y políticas nacionales; e “internalización”, cuando concluye el debate interno sobre la norma. Tal es la opinión de las especialistas en relaciones internacionales Martha Finnemore y Kathyrn Sikkink. El movimiento de derechos reproductivos fue muy exitoso en la primera etapa y menos, en la segunda, pero al final no pudo lograr la “internalización” debido a extralimitaciones estratégicas y traspiés tácticos.

En 1973, el director del Consejo de Población, Frank Notestein, instó a sus colegas a mantener una postura antiaborto en su labor. Pero le ganó la partida la asistente de John D. Rockefeller III, Joan Dunlop, quien redactó el discurso principal de éste para la Conferencia Mundial de Población de 1974 en Bucarest. Dunlop pasó a dirigir la agrupación proabortista International Womens Health Coalition, y más tarde atribuiría a su organización el mérito de poner “la salud reproductiva en el mapa”. Dunlop fue sucedida por Adrienne Germaine, quien le ayudó con su discurso de Bucarest y continúa promoviendo el aborto como miembro de delegaciones estadounidenses. En 2010, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton intentó, prematuramente, consolidar los logros del movimiento con un anuncio durante declaraciones en el Congreso en las que dijo que el aborto era parte de la salud reproductiva. Pero ésto condujo a una notoria derrota para el movimiento cuando perdió en un enfrentamiento con el Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, quien impidió la inclusión del aborto en el programa de subsidios del G-8 en 2010. El movimiento sufrió una serie de reveses ese año, en especial cuando investigadores independientes revelaron que la prueba central que ellos usaban para promocionar el aborto (el cálculo de la Organización Mundial de la Salud para muertes maternas por abortos riesgosos) estaba sobre exagerada y se apoyaba en una metodología defectuosa. Otro golpe vino en 2012, cuando los líderes mundiales rechazaron el término “salud reproductiva” en la cumbre de la ONU sobre desarrollo sostenible celebrada en Río de Janeiro.

Por estos días, Lisa Correnti, otra analista del C-FAM, lanzó al ruedo el gravísimo cuadro del exterminio generalizado de niñas en la India a través del aborto selectivo en función del sexo y del infanticidio, que se remonta a programas coercitivos instituidos por alarmistas demográficos, agencias de la ONU, agrupaciones abortistas y países acaudalados entre los que se encuentra Estados Unidos. “El aborto selectivo en función del sexo (política violenta, nefasta y deliberada impuesta en el mundo por el movimiento proabortista de control demográfico) no es un accidente”, dijo el congresista Chris Smith, presidente del subcomité para África, la Salud Mundial y los Derechos Humanos. La sesión del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes sobre “las niñas faltantes en la India” analizó prácticas discriminatorias de género y las consecuencias de una proporción hombres-mujeres sesgada como resultado de que más de 37 millones de niñas son abortadas o asesinadas por sus madres o por familiares poco después de nacer. “La desenfrenada selección en función del sexo en las últimas décadas ha generado un genocidio”, declaró el doctor. Sabu George. “Se eliminan a más niñas en India y en China que las que nacen en Estados Unidos”, prosiguió. George trabaja en India desde hace 28 años para proteger a las pequeñas del abandono, del infanticidio femenino y de la selección por sexo.

El doctor George solicitó a los congresistas que impidan que las compañías estadounidenses lucren con las prácticas explotadoras y selectivas en función del sexo en India, como las constantes publicidades en Google que promueven el turismo de selección de sexo. Testigos contaron que General Electric vende miles de ecógrafos a clínicas privadas pese a que la selección en función del sexo es ilegal en los hospitales del Estado. Para comprender cómo se extendió el aborto selectivo a escala mundial, Matthew Connelly, profesor de la Universidad de Columbia, investigó sobre las políticas inspiradas en el mito de la explosión demográfica popularizada por Paul Ehrlich, biólogo de Stanford. Su pedido de métodos para determinar el sexo de los bebés como modo de reducir la población suscitó la apertura del primer departamento de reproducción en una Facultad de Medicina de la India. Las fundaciones Ford y Rockefeller proveyeron los fondos.

El entonces presidente del Consejo de Población, Sheldon Segal, enseñó a los médicos de la India cómo determinar la selección del sexo de los fetos a efectos de reducir la población. Se gestionaron programas de población coercitivos mediante la Federación Internacional del Planificación de la Familia, el Fondo de Población de la ONU y Usaid. “En tanto y en cuanto estas organizaciones se nieguen a aceptar su historia, serán susceptibles de que se las acuse de que aún intentan controlar a la gente, en vez de empoderarla”, declaró el profesor Connelly. Jill McElya fue testigo del infanticidio femenino cuando trabajaba al sur de India en 2009. La fundadora de Invisible Girl Project (Proyecto Niña Invisible) dijo al comité que las mujeres de la India asesinan a sus recién nacidas porque sus esposos y familiares políticos quieren tener hijos varones. McElya dijo que el déficit en el número de mujeres en relación con los varones da origen a abusos sexuales, tráfico de niñas para la prostitución y matrimonios infantiles.

India cuenta con una ley nacional que prohíbe la determinación del sexo. Pero la práctica continúa debido a la falta de voluntad política a nivel estatal para imponerla, dijo McElya. Ella cree que Estados Unidos debería solicitar un informe anual de los países, similar al que se pide para el tráfico de personas, para motivarlos a poner fin a los abortos selectivos en función del sexo y al infanticidio. Mallika Dutt, otra médica, dijo al panel haber pasado la noche en un hospital ahuyentando ratas para que no se comieran a las mujeres jóvenes que habían sido quemadas por sus maridos o parientes políticos porque la dote había sido insuficiente. Dutt, presidente de Breakthrough, trabaja a nivel comunitario para enseñar el valor de las niñas y de las mujeres y poner fin a la preferencia por los hijos varones.

Mientras que la agrupación que preside Dutt aboga por el fin de la “selección tendenciosa en función del género”, se mantiene firme en que el aborto no debe restringirse. Pero el republicano Smith cuestionó a Dutt ya que dos millones de niñas son abortadas cada año. “El prejuicio contra las niñas y las mujeres... comienza en el vientre materno”, sostuvo inexplicablemente el representante Smith.

(FUENTE: Catholic Family & Human Rights Institute)