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Espectaculos

Eva De Dominici: "A los 10 años salía del colegio para ir a un taller de Cris Morena y almorzaba en el colectivo"

No reniega de su belleza, pero valora el esfuerzo. Se reconoce talentosa, aunque busca sus errores para corregirlos. Pregona el feminismo, pero es prudente con el tiempo que lleva incorporar nuevos valores.

30/09/2018

Se la conoce como una de las caras mas bonitas de Argentina. Su nombre resuena hace mucho tiempo en el medio, ya que comenzó su carrera a los 10 años. Si bien su nombre completo es Eva Carolina Quattrocci, es mas conocida como Eva de Dominici.

Hoy se encuentra presentando un proyecto muy  desafiante para su carrera profesional: Sangre blanca, un thriller dirigido y escrito por Bárbara Sarasola. La pelicula cuenta la historia de una hija y un padre distanciados en medio de una situación peligrosa relacionada con el pasaje de drogas a través de la  frontera. Eva De Dominici es una joven que llega junto a un muchacho a Bolivia. Pero él se siente mal y en la habitación de un hotel, fallece. De a poco se va comprendiendo lo que sucedió: ambos fueron convencidos para pasar droga dentro de sus cuerpos de un país a otro y una de esas cápsulas reventó en el cuerpo del muchacho. De repente la chica se queda sola, en un lugar que no conoce y con la amenaza de lo peor por parte de quienes manejan el negocio.

—¿De que se trata Sangre blanca?

—Es un thriller sobre una chica que está en una situación de mucha desesperación porque tomó una mala decisión. Jugó un juego que le queda muy grande y entonces no sabe a quién recurrir. Tiene que llamar a la persona menos pensada, que es su padre, el padre que la abandonó y que niega su existencia; ese personaje lo interpreta Alejandro Awada. Y mi personaje es una chica que está viajando por Bolivia como mochilera, un poco errática, no tiene mucho rumbo. Con su acompañante de viaje deciden hacer plata rápida: terminan cruzando la frontera hacia Argentina como mulas, con cápsulas de cocaína adentro.

—¿Cómo te llegó el guión?

—Los guiones siempre me llegan a través de mi representante. Y me enteré que la directora me había visto en otra película, Sangre en la boca, y en la serie de Canal 13 La fragilidad de los cuerpos. Y me pensó para el personaje. Nos juntamos; me contó un poco más de la historia, que iba a estar Alejandro Awada. Cuando leí el guión me pareció muy fuerte, muy sólido, y dije: "¡Vamos adelante!". Además me gustaba mucho grabar en el norte argentino y en esa frontera.

—¿Cómo te preparaste para interpretar al personaje?

—Siempre hablo con los directores cuando estoy por filmar porque yo creo que una película es la joyita del director, su tesoro. Y trato de ver a través de sus ojos y entender qué es lo que quieren contar; respetar eso y hacerlo lo mejor posible. Hablamos mucho con la directora. Es muy fuerte, pensá que una mula, o sea una persona, puede llevar en el caso de un hombre hasta casi un kilo y medio de cocaína en su cuerpo, y una mujer, se estima que un kilo. En un intestino pueden entrar hasta 120 cápsulas. Y entender que yo estaba interpretando a un personaje que hace eso. En este caso, es una chica normal en una situación extraordinaria: ella no pertenece al mundo del narcotráfico, de repente cruza la frontera y su acompañante se empieza a sentir mal, terminan en un hotel de frontera, tiene convulsiones y se muere, y ella se queda con ese problema. O sea, se queda sola, con un cuerpo al lado sola, completamente desamparada y con la amenaza de los narcos, porque tiene que entregar toda la droga, no solo lo que tiene adentro de ella sino también el cargamento de cocaína que quedó en el cadáver.

—Empezaste desde muy chica. ¿Siempre supiste que querías ser actriz?

—Sí. La culpable fue Cris Morena porque yo era muy fanática de Chiquititas, y me acuerdo que mis papás siempre me llevaban a ver la obra de teatro, pero yo no estaba contenta con estar sentada en la butaca: yo tenía ganas de estar arriba. Incluso un día como que corrí al escenario, subí, y me bajaron obviamente. Yo no entendía por qué me bajaban: "Yo tengo que estar acá arriba", decía. Mis papás nunca tuvieron nada que ver con el medio artístico, y lo veían como algo imposible, muy lejano.

—¿Tenían miedo?

—Sí, tenían mucho miedo, claro que tenían miedo. Mi mamá soñaba con que yo fuera odontóloga como ella; no le salió ni parecido. Pero sí, hay un miedo al medio artístico, sobre todo si no tenés nada que ver, si no perteneces a eso. Y decís: "¿Cómo voy a ayudar a esta nena a lograr su sueño?". Porque yo entendí después que quería ser actriz: al principio lo que quería era estar en Chiquititas, porque eso fue lo que me llevó a actuar.

—Y una vez que estuviste en el escenario, ¿era lo que imaginabas?

—Fue mi primer sueño cumplido, algo que será muy difícil de igualar: la sensación que tenés… Yo tenía 10 años cuando vi un casting en la tele para un proyecto de Cris Morena que no se sabía bien qué era. Como yo era fanática de ella, me presenté, obviamente. Quedé entre 24 chicos para un taller que se hacía todos los días durante seis meses donde nos daban clases de actuación, canto y baile. Me acuerdo de ir todos los días en el colectivo con mi mamá, salía del colegio y entraba a las 2 de la tarde al taller. Comía en el colectivo. Mi mamá me tenía todo preparado, y eso es algo que valoro muchísimo porque tuve mucho acompañamiento. Me acuerdo de mi mamá diciéndome: "Eva, toma esto como una gran oportunidad que te da la vida pero no vas a quedar, porque es lo primero que hacés. Tomalo con mucha tranquilidad, pensá que antes tuviste que pagar por clases de teatro, de canto y de baile, y hoy en día lo estás teniendo gratis". No quería que me ilusione. De 24 chicos pasamos a ser 12, y de repente 10, después ocho, es una selección… Es hermoso.