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"Escuchemos el grito de los niños que piden justicia", dijo el Papa al abrir la cumbre sobre abusos en la iglesia

Participan 190 representantes, entre obispos, líderes religiosos y expertos. Francisco busca superar la peor crisis del catolicismo.

21/02/2019

El papa Francisco abre este jueves en el Vaticano una cumbre de tres días sobre la pederastia de los curas, un fenómeno contra el cual las víctimas exigen más que nunca un castigo contundente.

"Escuchemos el grito de los niños que piden justicia", clamó el papa al invitar a patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos y superiores religiosos a encarar la "plaga de los abusos sexuales" cometidos por miembros de la Iglesia

Por primera vez en la historia, los 200 líderes de la Iglesia católica en todo el mundo se reúnen a pedido del Papa para hablar de un crimen odioso, que ha minado la credibilidad de la institución en todos los continentes y que ha sido encubierto y negado durante décadas.

El pontífice latinoamericano desea cambiar la mentalidad de los obispos con un método muy jesuita, a través de tres días de debates, discursos, reuniones intercaladas con oraciones, pero sobre todo escuchando los conmovedores testimonios de víctimas de abusos sexuales cuando eran niños.

"Se necesita ser concretos", instó el pontífice tras reconocer que "el pueblo de Dios nos mira y se espera no obvias y simples condenas sino establecer medidas concretas y eficaces". Su papado se ha visto ensombrecido por la multiplicación de denuncias en Estados Unidos, Chile, Australia o España.

"Es el momento de la verdad. Aunque dé miedo y nos humille", reconoció el arzobispo maltés Charles Scicluna, entre los mayores expertos sobre el tema y uno de los organizadores de la cumbre.

La jornada del jueves se abrirá con un momento de oración seguido de un video con testimonios de víctimas y una introducción del papa, para luego entrar en el tema de la responsabilidad.

"El primer paso debe ser reconocer la verdad de lo que ha sucedido", subrayó recientemente el mismo papa argentino en una clara invitación al clero a asumir las propias fallas.

Desde que estallaron los primeros escándalos hace unos 35 años, la jerarquía de la Iglesia católica ha tomado una serie de medidas preventivas, adoptado leyes, pedido perdón y lanzado condenas, pero sin lograr que desaparezca la llamada "cultura del encubrimiento", es decir la tendencia a mantenerlo todo en secreto y considerar al cura abusador como un hermano al que se le debe lealtad.