Se trata de un grupo conformado por cinco personas. Recibieron una condena de tres años en suspenso en un juicio abreviado realizado este jueves.
La titular de la Unidad de Lucha contra la Narcocriminalidad a nivel provincial del Ministerio Público Fiscal, fiscal Aída Farrán Serlé logró la homologación de sendos juicios abreviados para una banda conformada por cinco integrantes, acusados de suministro gratuito de drogas.
Se trata de Julio, Diego y Víctor Russo, Elías Barraza y Esteban di Santo, quienes recibieron distintos tipos de condenas.
Condenas
El juez de Control y Garantías Rodolfo Améstegui homologó el acuerdo al que arribaron la representante del MPF y los abogados defensores de los inculpados, acusados de suministro a título gratuito de estupefacientes.
Tres hermanos, dos de ellos domiciliados en el capitalino barrio 8 de Abril y el restante en Maco, que estaban acusados de dedicarse a la venta de estupefacientes, fueron condenados ayer en un juicio abreviado, aunque por el delito de suministro de estupefacientes a título gratuito en perjuicio de la salud pública, aplicándoles penas en suspenso, multa dineraria y diversas reglas de conducta a cumplir.
Se trata de Julio Ricardo Russo alías “Mono”, jubilado de 40 años, quien integraría la barra brava del club Mitre, Diego Russo de 38, empleado municipal, ambos residentes en el barrio 8 de Abril, y Víctor Manuel Russo (49), peón rural radicado en la localidad de Maco, departamento Capital.
En la ocasión también fueron condenados Walter Elías Barraza alías “Groso”, del barrio Almirante Brown, y Esteban di Santo conocido como “Ojoroso”, residente en barrio 8 de Abril.
El acuerdo establece para los Russo una pena de 3 años de prisión en suspenso, además de imponérseles una multa de 45 mil pesos a cada uno, lo que les permitió recuperar la libertad tras la audiencia.
Por otra parte, Barraza y Di Santo recibieron igual monto de pena de cumplimiento condicional y una multa de 20 mil pesos cada uno.
Cabe recordar que la causa en contra de los nombrados se inició con la denuncia anónima de una mujer, cuya hija había recibido un mensaje de uno de los Russo, ofreciéndole drogas, indicando que en el inmueble donde se vendía tales sustancias funcionaba una rotisería, que era una fachada para disimular la actividad ilegal.