Cinco estrellas para la inclasificable nueva película de Apichatpong Weerasethakul.
Por Sergi Sánchez
Para Fotogramas
Al principio fue el sonido, no la imagen. No es un hallazgo trivial, porque sería el grado cero de una nueva forma de reinterpretar la historia del cine, que no es otra cosa que la que hace Weerasethakul en su deslumbrante 'Memoria'. No solo el cine, sino también el mundo: entenderlo según sus vibraciones y sus frecuencias, no según lo visible. Se trata, pues, de convertir el sonido en una fractura táctil, cinestésica, que pueda conectar los tiempos de lo humano y de lo poshumano en una figura errante, una antena de carne y hueso (una Tilda Swinton mesmérica) que viaje, desde lo urbano a lo rural (como es habitual en el cine del tailandés), para encontrarse con una versión serenísima de 'Funes, el memorioso', y finalmente la película de Apichatpong –que es, sí, una experiencia fundamental para entender el futuro del audiovisual contemporáneo– se convierta en un cruce entre la obra de Borges y 'Encuentros en la tercera fase' absolutamente hipnótico.
El director de 'Tropical Malady' ha aprovechado su aventura colombiana para desnudar su estilo de todo artificio, como si solo a través de esa depuración pudiéramos acceder a los sonidos que hay detrás de las imágenes, a los que las palabras modelan como una escultura (la extraordinaria escena del estudio de sonido) para que aprendamos a vivir con lo sobrenatural, acostumbrándonos a los acúfenos de los recuerdos del mundo, cuando solo era un agujero en el espacio, un pozo de energía insondable. La pregunta es: ¿cómo hemos vivido sin 'Memoria' hasta ahora?
Para los que crean en el sonido como una nueva imagen.