Santiago del Estero, Jueves 02
Mayo de 2024
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Opinión y Actualidad

Lejos del Congreso, el ajuste es más duro

El fracaso de la “Ley de bases” en la Cámara de la Diputados reconfiguró la agenda del Gobierno, la hizo más acotada, drástica y elemental: todo lo que no contribuya a bajar el gasto y a apuntalar el objetivo de llegar a un dígito de inflación en algunos meses quedará postergado.

17/02/2024

Por Francisco Olivera, en diario La Nación
No pasó con Cristina Kirchner ni con Macri ni con Alberto Fernández: por primera vez en una gira de este tipo, casi ninguno de los empresarios que habían sido convocados por el Gobierno a Roma, desde Marcos Bulgheroni o Alejandro Elsztain hasta Cristiano Rattazzi, pudo siquiera acercarse a saludar al Presidente. A los que cada tanto preguntan por algún contacto se les contesta que no hay reuniones porque, en realidad, la prioridad pasa por otro lado y es macroeconómica. El ajuste.

El fracaso de la “Ley de bases” en la Cámara de la Diputados reconfiguró la agenda del Gobierno. La hizo más acotada, drástica y elemental: todo lo que no contribuya a bajar el gasto y a apuntalar el objetivo de llegar a un dígito de inflación en algunos meses quedará postergado. Tanto, que hay áreas en las que ni siquiera se ha designado funcionario. “No lo tengo decidido”, contesta por ejemplo Luis Caputo, ministro de Economía, cuando los empresarios le preguntan por los aumentos en el gas, y algo parecido les pasó a los integrantes de la Cámara Argentina de la Construcción que se reunieron con él la semana pasada. “No me expliquen la importancia de la obra pública, está todo supeditado a la macro”, les contestó.

Javier Milei ya digirió la caída de la ley ómnibus: cree que ese traspié extendió en todo caso el despegue de la Argentina para el largo plazo, pero que el plan de estabilización se puede hacer directamente desde el Poder Ejecutivo, sin herramientas legislativas. Conformó así, sin quererlo, a un grupo relevante de militantes libertarios que había quedado disconforme con la incorporación de Luis Caputo en el Palacio de Hacienda, a quien le atribuían un programa económico con altas posibilidades de profundizar la recesión porque incluía aumentos de impuestos. Ese era para todos ellos “el plan de la casta”, que empezó a crujir no bien se advirtieron los primeros rechazos de los gobernadores, a fines de enero, cuando el Gobierno se vio obligado a retirar del proyecto la parte fiscal.

Aquella decisión, y el desenlace del martes final, tuvo dentro de las filas del oficialismo un efecto psicológico inesperado: lejos de entorpecer las pretensiones iniciales de ajuste, parece ahora estar confirmándolas. ¿Cuánto tiempo, por ejemplo, habría demorado por vía legislativa la baja del gasto de 2000 millones de dólares en fondos fiduciarios anunciada ayer, si ese instrumento no hubiera sido la piedra que desencadenó la caída de la ley? Y lo mismo podría decirse del corte en los fondos a provincias para el transporte. Es como si el golpazo en la Cámara de Diputados hubiera hecho regresar al Milei de la campaña.

Es indudable que, de todos modos, el Presidente necesitará en adelante del Congreso. Por lo pronto porque la transformación que se propone excede la simple estabilización macroeconómica. “Esto es menemismo sin el PJ”, suele definir con ironía un senador peronista. Pero además porque haber retirado el proyecto de ley dejó en los propios diputados una extraña sensación de desaliento y desorden. Algunos de ellos no estaban esta semana en condiciones de prometer que Milei estará finalmente inaugurando la Asamblea Legislativa el 1º de marzo. Hacen cuentas, dudan de incluir en el número propio a aliados iniciales como Carolina Píparo... Por eso resultará gravitante el entendimiento que pueda darse con Pro. Cerca de Macri quisieran que se planteara en una reunión personal entre ambos, probablemente a principios de la semana próxima. “Es distinto intentar llegar a los 129 votos sabiendo que partís de 90 sólidos”, dicen en cerca del ingeniero. La ansiedad no es solo legislativa: hasta integrantes de la Asociación Empresaria Argentina le han pedido interceder.

Macri volverá a Buenos Aires este fin de semana. Viene siendo un activo apuntalador del Presidente desde Villa La Angostura. “Hablan casi todos los días”, describió alguien de trato frecuente con ambos, que lo vio durante gran parte del verano, teléfono en mano, contando los votos para la frustrada ley. “¿Cuántos tenés?”, le envió por WhatsApp el líder de Pro a un radical horas antes de que Milei ordenara desde Israel levantar la sesión. “Quince”, le dijo el colector. “Poco”, se impacientó Macri, y publicó horas después un tuit cuestionando a quienes no habían acompañado. Los macristas dicen ahora que un eventual acuerdo debería ser para fortalecer al Gobierno, no para mostrarlo débil. Recuerdan que, en 2018, durante la presidencia de Juntos por el Cambio, el ensayo de entendimiento con los radicales se cayó cuando Macri advirtió que, lejos de tonificarlo, lo exhibía necesitado de ayuda.

La estrategia legislativa de Milei será ahora enviar varios proyectos con las reformas que tenía la ley. Con mucho acento en lo laboral, anticipan. Hasta tanto no consiga aprobarlas, buscará por fuera los respaldos que tenga al alcance. Entre ellos, el del gobierno de Estados Unidos, país con el que pretende recobrar lo que en su entorno llaman “relaciones perdidas”. Ya el secretario de Estado, Antony Blinken, visitará la Argentina el 24 de este mes, y hay signos de acercamiento entre las áreas de Defensa, como la llegada de cuatro aviones P-3 Orión de Noruega para patrullar los mares por la pesca ilegal, que requieren de aval norteamericano, y otros 40 caza F-16 para la Fuerza Aérea.

La incógnita vuelve a ser por cuánto tiempo la sociedad argentina, incluida la que votó a La Libertad Avanza, está dispuesta a esperar para ver resultados aunque sea mínimos, mientras soporta uno de los ajustes más duros de la historia. Es una inquietud que el Presidente por ahora no expresa, pero sí sus colaboradores, y que seguramente oyó durante esta semana en su visita al Vaticano, porque es también la perturbación del Papa. Quienes hablan con el Sumo Pontífice cuentan que, esta vez, teme que se agreguen conflictos en los sectores de clase media, y que cree que un malestar en ese segmento de la pirámide social podría resultar letal para cualquier líder.

¿Se habló de todo esto durante la reunión entre ambos jefes de Estado? Es altamente probable. Lo más concreto y constatable es que se empezó a gestar un vínculo en un momento que se anticipa conflictivo para la Argentina. Cardenales que estuvieron con Jorge Bergoglio después del encuentro lo vieron no solo conforme, sino confiado en que ambos podrán entablar una buena relación. Dicen que el Papa celebró la frontalidad y la inteligencia de Milei y que agregó que, a diferencia de los presidentes anteriores, estaba seguro de que el líder libertario no haría especulaciones con este tipo de encuentros.

Las diferencias ideológicas que tiene con el Presidente no estorbaron esta vez porque tampoco son nuevas. Fueron puestas sobre la mesa en tono amable durante esa reunión, una de las más extensas de características oficiales. “Comparable a la de Obama o Zelensky”, dicen en Roma. Detalles en apariencia insignificantes, pero que en el universo de la diplomacia equivalen a gestos. Y ni hablar en el país y en el peronismo: hace años que la política argentina se siente más cómoda en el universo de lo simbólico que en la realidad.