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Abril de 2024
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Opinión y Actualidad

Un mundo que prioriza el gasto militar al desarrollo sostenible

Resulta preocupante el creciente protagonismo que asume la guerra y la industria armamentista en el ámbito internacional.

02/03/2024

Por Sebastián Tobar (*), en diario Clarín
En septiembre de 2015, en la 70 Asamblea General de la ONU, los Jefes de Estado y de Gobierno suscribieron de forma unánime al mayor desafío global: la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. A casi nueve años, el mundo parece más interesado en la guerra que en las metas que lo unieron en aquella Asamblea.

Prueba de esto es que, en el año 2023, el gasto militar global fue 52 veces mayor que la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD). Según datos de “The Military Balance2024” (IISS, 13/02/2024) los conflictos armados entre Rusia y Ucrania y en la franja de Gaza, entre otros, han acrecentado la industria y el gasto en defensa a niveles sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

La inversión en armamento ascendió a 10,9 trillones de dólares, mientras que todos los desembolsos netos de créditos y donaciones direccionados hacia proyectos de desarrollo alcanzaron apenas 2.10 billones de dólares.

En el escenario actual, marcado por la post pandemia, los compromisos globales para erradicar la pobreza, avanzar en seguridad alimentaria, promover el bienestar para todos y en todas las edades, garantizar una educación inclusiva y de calidad, fomentar la igualdad de género, garantizar el acceso al agua, impulsar el crecimiento económico, inclusivo y sostenible y el empleo para todos, entre otros, no son considerados prioridades por parte de la mayoría de los países en la asignación de recursos.

Resulta preocupante el creciente protagonismo que asume la guerra y la industria armamentista en el ámbito internacional. Es muy probable que el mundo continúe cambiando en esta dirección, con importantes implicaciones para la prosperidad en todos los países y la agudización de la crisis multidimensional que afecta a la política, la economía y el ambiente.

Frente a estas circunstancias, es importante recuperar el compromiso ético por el desarrollo sostenible y retomar el mensaje del Papa Francisco. El modelo de desarrollo vigente genera exclusión, perpetúa las brechas en el desarrollo y es perjudicial para el planeta. El estilo de desarrollo y las reglas de mercado actuales se basan en una falsa ética en la que predomina el afán de lucro lo que resulta insoslayable desde el punto de vista del bienestar general.

No resolveremos los problemas éticos y la inequidad que genera el modelo de desarrollo actual a través de la vuelta al “estado de naturaleza hobbesiano”. Las hostilidades y conflictos armados no hacen otra cosa que aumentar las desigualdades y la cantidad de víctimas y excluidos, al tiempo que nos alejan del alcance de los objetivos del desarrollo.

El Papa Francisco señala que es necesario abandonar la naturaleza individualista del hombre moderno y la incapacidad de pensar en las generaciones futuras.

En este sentido, como plantea la Agenda 2030 y reafirma la encíclica papal Laudato Si las naciones deben atender “el desafío urgente de proteger nuestra casa común…uniendo a toda la familia humana”, a los Estados, la sociedad civil, la academia y el sector privado en la búsqueda de un futuro basado en el desarrollo sostenible integral con el desafío de “no dejar a nadie atrás”, afirmación que resuena como un compromiso inexcusable.

(*) Sociólogo, Profesor e Investigador en el Centro de Relaciones Internacionales en Salud CRIS/FIOCRUZ, Brasil.