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Junio de 2024
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Opinión y Actualidad

Crítica de "Oh Canada" con Richard Gere y Uma Thurman

Richard Gere, Uma Thurman y Jacob Elordi protagonizan lo nuevo del director de "El reverendo", que compite en la Sección Oficial del Festival de Cannes.

24/05/2024

Por Manu Yáñez
Para Fotogramas

Paul Schrader no es un habitual del Festival de Cannes. En la década de 1980, compitió en dos ocasiones por la Palma de Oro con sus biopics sobre Patty Hearst y Yukio Mishima, pero desde entonces su festival de cabecera ha sido el de Venecia. De hecho, es la Mostra la que, en los últimos años, ha acogido el resurgir del cineasta de Michigan gracias a la magnífica trilogía sobre hombres atormentados que conforman 'El reverendo', 'El jugador de cartas' y 'El maestro jardinero'. Ahora, Cannes vuelve a abrir las puertas de su Sección Oficial a Schrader, quien a sus 77 años sigue empeñado en demostrar su vigor creativo, algo de lo que da sobrada cuenta la laberíntica y demoledora 'Oh Canada'.

Adaptación de la novela ‘Los abandonos’ de Russell Banks –de quien Schrader ya llevó a la pantalla 'Aflicción', en 1997–, 'Oh Canada' se desmarca de la sobriedad que ha caracterizado las últimas películas del guionista de 'Taxi Driver', aunque su protagonista vuelve a ser un hombre atormentado por la culpa y los remordimientos. El hombre en cuestión es Leonard Fife, un afamado documentalista que, golpeado por un cáncer terminal, se presta a grabar una última entrevista en la que aspira a revelar secretos ocultos de su vida. Para construir este acongojado viaje memorístico, Schrader propone una estructura fragmentaria y opaca, alejada de la claridad cronológica. De hecho, el curso de los acontecimientos, que fluye por la pantalla mediante flashbacks, se ve afectado por la escasa lucidez del protagonista, que batalla contra la confusión a la que le condena la enfermedad. Así, el recorrido por la vida de Fife se convierte en un puzle impresionista de episodios que transitan entre el blanco y negro y el color, y que tienen en común la tendencia del protagonista a huir de sus responsabilidades para con su descendencia, sus esposas, su vocación literaria y sus "deberes patrióticos" (muy exigentes en la América de los años 60, marcada por la Guerra de Vietnam).

Este episódico repaso de una vida podría remitir al trabajo del propio Schrader en películas como la ya mencionada 'Mishima: Una vida en cuatro capítulos' o la más reciente 'Adam resucitado', pero en realidad recuerda más a los experimentos estructurales que coronaron la obra de Atom Egoyan –en este sentido, vale la pena rememorar la magnífica adaptación que realizó el cineasta canadiense de la novela 'El dulce porvenir', escrita justamente por Russell Banks–. La arriesgada propuesta de Schrader deja un balance desigual, mermado por la arritmia que impera en algunos de los flashbacks a la juventud del protagonista –Jacob Elordi nunca parece del todo cómodo en la piel de un joven con ínfulas intelectuales que no acaba de encontrar su destino–. Sin embargo, la mayoría de los episodios protagonizados por Richard Gere y Uma Thurman (que interpreta a la pareja del cineasta) resultan altamente satisfactorios por la crudeza con la que el protagonista de 'American Gigolo' encarna la agonía de su personaje.

Es bien conocido el interés de Paul Schrader por la idea de un cine trascendental, capaz de abordar los grandes misterios de la existencia humana. A través de su apego a la figura del cineasta francés Robert Bresson, Schrader ha explorado a fondo la cuestión de la búsqueda de la redención. Sin embargo, en 'Oh Canada', la idea de la aflicción se sitúa muy por encima de la posibilidad de la salvación. Y esa aflicción, ese viacrucis que se autoinflige el personaje de Leonard Fife al confesarse ante una cámara, es filmado por Schrader desde una frontalidad y cercanía estremecedoras. El resultado es un conjunto de primeros planos que remiten en cierto modo a 'La pasión de Juana de Arco', la gran película de Carl Theodor Dreyer, otro de los cineastas de cabecera de Schrader. Así, 'Oh Canada' acaba proponiendo un osado cara a cara con la muerte, una mirada al abismo tan desprovista de épica como colmada de una humanidad temblorosa, vibrante.