Con tremendos traspiés legislativos, pero con algunos resultados positivos en la datos macroeconómicos —como cierto control de la inflación, el presidente argentino, Javier Milei, cumple este 10 de junio sus primeros seis meses de gobierno con el horizonte ya puesto en las elecciones de medio término.
Por Ociel Alí López
Para RT
"Vamos a hacer una hecatombe en la elección de 2025 [...] les vamos a dar un batacazo de novela [...] Si yo no pude meter las reformas estructurales ahora, no me importa, porque a partir del 11 de diciembre de 2025 voy a meter las (leyes) que no me dejaron meter ahora, y voy a meter las tres mil (leyes) que todavía tengo esperando para meter", dijo el mandatario en una entrevista en abril pasado.
Aunque aún queda mucho tiempo, ya pueden vislumbrarse las aguas que se cruzarán hasta entonces.
Seis meses, un breve resumen
El recuento de estos seis meses pueden figurarse como un barco entre dos aguas cuyos caudales podrían mantenerse altos durante el tiempo que resta para las elecciones de 2025.
Por un lado, un avance decidido y sin medias tintas desde el Gobierno para deshuesar el Estado y, por otro, un duro frenazo por parte del Congreso que deja a la deriva a la administración neoliberal.
Después el triunfo legislativo de la oposición el pasado 4 de junio, con la aprobación del proyecto de ley de jubilaciones, que logró rearticular a la heterogénea oposición al punto de conseguir 162 votos contra 72 del oficialismo, se aprecia la conformación, aún incipiente, de un frente firme contra las pretensiones de Milei y que hace pensar que la Ley de Bases, su gran estandarte, va a tener que esperar al menos hasta la próxima legislatura.
Pero Milei no se queda de brazos cruzados y pone la mirada en el 2025.
Dos experiencias históricas con distintos resultados
No haber podido avanzar en la aprobación de las leyes donde giraba el centro de su gestión, sobre todo la Ley de Bases, genera una justificación política para ir enfilando las cargas hacia la próxima batalla electoral, en el sentido de que Milei culpa al bloqueo legislativo que han recibido sus propuestas, de ser el causante de la lentitud del avance económico.
Durante el semestre, Milei ha realizado, de facto y sin aprobación legislativa, un paquete de ajustes sin precedentes en Argentina, solo comparable con la época del menemismo (1989-1999), lo que ha traído, en términos macroeconómicos, un bajón en el crecimiento y en el consumo y aumento de los índices de pobreza y de indigencia.
Si recordamos la breve experiencia del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), podríamos de manera automática pensar que con esta política neoliberal, aplicada ya entonces aunque de manera más moderada, el actual mandatario cava su tumba electoral y política. Sin embargo, hay cosas que le favorecen y que le pueden permitir lograr su perpetuación, e incluso su reelección y así no repetir la historia de Macri.
La inflación a un dígito (8,8 %) en abril, un dato que no se veía desde octubre pasado, puede ser una señal de que el Gobierno está controlando la inestabilidad inflacionaria, lo que va a tratar de ser usado como trampolín para que Milei mantenga el apoyo popular.
Esa señal favorece la sensación de que el país está más cerca de evitar una hiperinflación, que era el principal temor durante el gobierno pasado. Para la gente que sufre el aumento compulsivo de precios esta señal es clave porque la hiperinflación es la sensación diaria, constante, de empobrecimiento. Una cosa es ser pobre y otra empobrecerte todos los días.
Este escenario de aumento diario de los productos básicos es tremendamente disgregador, es una sensación constante de robo de futuro, y provoca una sensación de angustia para la población.
Para lograr el dato anteriormente señalado, la administración está prorrogando gastos corrientes ineludibles, disminuyendo el consumo y aumentando de manera acelerada la deuda exterior y pública, sin embargo, también podría generar una situación de cierta tranquilidad económica, que por el poco tiempo de su gestión puede ser bien visto por algunos sectores sociales, no solo altos y medios sino también populares.
Esa es la apuesta del presidente, quien considera que si le tuerce el brazo a la inflación en tiempo cercanos, a pesar de todo el costo de vulnerabilidad económica que pueda generar, va a tener un laurel en la mano para exhibir durante la próxima campaña en la que va a pedir un vuelco en el Legislativo y así tener vía libre para acelerar los cambios económicos para terminar de desguazar el Estado.
El otro punto a favor que tiene Milei con respecto a la situación general de crisis actual, y que podemos analizar a los seis meses de gestión, es que no mintió durante su campaña. Es decir, él hizo una oferta electoral sincera en el sentido de que prometió un plan de ajuste radical, severo y la gente votó masivamente por su propuesta.
Un líder que cumple con lo que prometió puede llegar a tener respaldo, incluso de algunos sectores que se ven afectados por las medidas porque pueden ser convencidos de que la situación a la que se había llegado, durante los gobiernos anteriores, no vislumbraba otra salida.
Cabe recordar otras experiencias que en este contexto han tenido éxito en Argentina. Milei está impulsando una especie de repetición de lo que fue el menemismo, el período del expresidente Carlos Menem en el que se aplicó un plan de ajuste bastante radical, aderezado, como ahora, de un importante carisma político.
Así las cosas, se podría decir que la actual coyuntura argentina está entre dos experiencias históricas de ajuste: la de Menem, que fue exitosa electoralmente porque logró su reelección en 1995, sacando veinte puntos de ventaja a su más cercano contendor, a pesar de la radicalidad de su plan. Y la del expresidente Mauricio Macri, quien a dos años de su gestión (2015-2019) recibió una estruendosa derrota tanto en las elecciones de medio término como en su intento de reelección de 2019 contra la dupla peronista compuesta por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Los próximos meses veremos muchos fuegos artificiales saliendo de la Casa Rosada.
Mantener la polarización, así sea simbólica, va a ser imprescindible para que Milei pueda filtrar ese muro de contención que ha representado el Congreso nacional. Sólo en las elecciones de medio término sabremos si la "experiencia Milei" se parece más a la de Macri o a la de Menem.