El gran cantautor catalán quebró la formalidad del reciente Premio Princesa de Asturias, en el Teatro Campoamor en Oviedo, cuando cantó “Aquellas pequeñas cosas”, acompañado por el violín de Ursula Amargós. Y dejó un mensaje vibrante.
Por Luis Vinker
Para Clarín
Serrat quebró la formalidad del reciente Premio Princesa de Asturias, en el Teatro Campoamor en Oviedo, cuando cantó “Aquellas pequeñas cosas”, acompañado por el violín de Ursula Amargós. En realidad, la princesa Leonor, momentos antes, recurrió también a versos del gran intérprete y compositor catalán (“El veremador”) durante su discurso de presentación.
Con Serrat nuevamente en el canto –aunque sea por unos minutos, él ya se despidió dos años atrás de los escenarios- fueron pasajes conmovedores. Y todo proveniente de uno de los músicos que, tal como resaltaron críticos y biógrafos “es uno de quienes más ha penetrado en el alma de los hispanoparlantes”. Música y poesía de Serrat pueden definir el último medio siglo y aún más de la vida de nuestros pueblos.
Mediterráneo
Serrat ya era un consagrado en 1971 cuando lanzó su octavo álbum, Mediterráneo. No hizo falta que pasara el tiempo, fue un suceso allí y por siempre, que se extendió para permanecer como una de las cumbres de su carrera. “Como de pocas obras puede presumirse, Mediterráneo está conformado por diez clásicos. Desde el tema principal, utilizado como apertura, que es como si la cantara de un aliento, como si las palabras se le estuvieran apareciendo un segundo antes de entonarlas, hasta la epicidad de Vencidos, el track 10, adaptación de un poema de León Felipe que hace alusión al Don Quijote, no hay respiro”, lo describió José Bellas en Clarín al cumplirse medio siglo del álbum. Vagabundear, Pueblo Blanco, Lucía, Tío Alberto, Qué va a ser de ti, Mediterráneo…son joyas propias. Y por supuesto, Aquellas pequeñas cosas, que Serrat guarda como una de sus canciones favoritas.
Un tema que se multiplicaría en las versiones de otros admirados artistas, en los pasajes de calma de un recital, en piezas sinfónicas, en un dúo con Mercedes Sosa o en momentos como la despedida de Andrés Iniesta en el Camp Nou. Y hasta en un musical que lleva ese nombre, con guion de Jorge Galcerán, en la cartelera teatral de la Gran Vía madrileña.
La canción
“Uno se cree / que las mató / el tiempo y la ausencia / Pero su tren / vendió boleto / de ida y vuelta…”
“Aquellas pequeñas cosas” es una canción sencilla, que podría referir tanto a los objetos de la infancia como a las emociones o experiencias.
Serrat volvería a grabarlo para “En directo” (1984), para su disco sinfónico del 2003 y, cuatro años más tarde, para el álbum compartido con Sabina (“Dos pájaros de un tiro”). También la incluyó en otro disco en italiano.
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO
“Es una introspección por la fragilidad de los recuerdos”, explica uno de sus biógrafos, Luis García Gil. “Es una canción mayúscula que tiene, como en ‘Barquito de papel’, la perfección de la síntesis, porque en poco campo expresivo todo se dice, nada se esconde. El tiempo naufraga y los recuerdos emanan de las palabras volcadas desde el sentimiento de la pérdida, de la huida, porque machadianamente Serrat canta lo que se pierde”.
Todo lo que se quedó allí, en ese tiempo de rosas…
Joan Manuel, tributos y valores
Joan Manuel Serrat cerró su gira de despedida el 23 de diciembre del 2022 en el Palau Sant Jordi, en Barcelona. Su última canción fue “Una guitarra”, en catalán, la misma que integraba sus primeros conciertos allá por el 65. “Es preferible decidir por ti mismo cuando es el momento de dejar”, explicó. Desde entonces, sigue componiendo y recibe múltiples homenajes, el Princesa de Asturias es el más reciente. Y allí entre la evocación de sus comienzos y el tributo a sus padres y Candela, la mujer de su vida, también mantiene su credo.
Mencionando algunas de sus canciones, afirmó durante su discurso del premio que “soy un hombre partidario de la vida. Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad… Soy un animal social y racional que necesita de otros hombres más allá de la tribu”.
Defendió valores como “la libertad, la justicia y la democracia, valores que van de la mano o que no van. Tal vez por eso no me gusta el mundo en el que vivimos, vivimos un tiempo hostil, contaminado e insolidario, donde los valores solidarios y democráticos han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio”. Y enfatizó que “no me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas”, una alusión directa a lo que hoy sucede en territorios como Ucrania y Medio Oriente.