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La noche que Maradona insultó a Europa por los silbidos al himno argentino

Argentina y Alemania se cruzaron en la final de la Copa del Mundo disputada en Italia en 1990. El cotejo tuvo un condimento extra: la silbatina ensordecedora del Estadio Olímpico durante el himno nacional argentino. La reacción de Maradona: lanzó al aire una catarata de insultos hacia los fanáticos europeos.

25/11/2020

La final del Mundial 1990 no dejó un recuerdo muy grato en los corazones de los argentinos. Después de haber eliminado a Brasil y a Yugoslavia e Italia desde los doce pasos con un Goycochea que fue figura, el partido decisivo contra Alemania se mostraba como una nueva prueba de fuego ante aquel rival que había dado pelea en la final de 1986. Con Diego en cancha y Bilardo en el banco de suplentes, Argentina volvía a la instancia decisiva y soñaba con lograr algo único en su historia: el bicampeonato del mundo.

En líneas generales todo ese campeonato del mundo de Argentina estuvo rodeado de un aura épica que parecía encaminada a tener un desenlace feliz. La derrota con Camerún en el inicio del certamen y la fiesta de patadas que los africanos le propiciaron a Maradona y compañía generaron dudas. La fecha siguiente, una victoria contra la Unión Soviética por 2-0 con la segunda ‘Mano de Dios’ de Pelusa de por medio encarriló nuevamente al Seleccionado. Ese mismo partido, el equipo de Bilardo sufrió una baja sensible: Pumpido, el arquero campeón de 1986, se fracturó, tuvo que abandonar el campo de juego, y no volvería a participar del torneo.

Como dicen, luego de la tormenta siempre sale el sol. Y así fue para Argentina. Tras la noticia de la lesión de su arquero titular, Bilardo mandó al campo de juego a Sergio Goycochea, quien, sin saberlo, en ese momento que ingresó a reemplazar a su colega, comenzó a escribir una historia gigante en su carrera que culminaría en los penales atajados ante Yugoslavia y la Selección local, Italia.


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Terminada la fase de grupos con un pálido 1-1 ante Rumania, la epopeya comenzó a hacerse más fuerte después del mítico 1-0 ante Brasil, uno de los candidatos al título. El bidón, los mil palos y la legendaria conexión Maradona-Caniggia fueron protagonistas en una campaña que no dejaba de sorprender. Luego de eliminar al clásico rival, la figura de Goyco apareció y Argentina llegó a la final, donde esperaba la siempre complicada Alemania.

En la previa ya las cosas no pintaban bien para Argentina. Claudio Caniggia, el Hijo del Viento, había llegado al límite de amarillas ante Italia y no iba a poder estar presente en el partido. Una de las cartas ofensivas más importante para Bilardo y el socio ideal de Diego tenía su lugar asegurado en las gradas del Estadio Olímpico y vería desde allí el encuentro que definiría al campeón del mundo.

Los equipos salieron a la cancha un 8 de julio de 1990. Alemania, con su clásica casaca blanca y las tres líneas negra, roja y amarilla en el pecho. Argentina, esta vez, con la camiseta suplente color azul con detalles en blanco. Con banderín en mano y cinta en el brazo, Diego comandó a los once que saltaron al campo de juego en busca de la gloria. Como de costumbre, ambos conjuntos se ubicaron a la espera de que suenen los himnos nacionales que representan a sus respectivos países. Esta vez, una orquesta ubicada detrás de los 22 jugadores se disponía a reproducir las bellas melodías de los cánticos alemanes y argentinos.


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Al momento de que las estrofas del himno nacional comenzaron a sonar en el Estadio, una pequeña silbatina comenzó a reproducirse a la par. Ese silbido bajito comenzó a elevarse, a tomar forma y, al unísono, los cuatro sectores del Estadio Olímpico demostraron su rechazo hacia Argentina con un silbido insoportable, ensordecedor que superó el volumen alcanzado por los instrumentos de la orquesta. La cámara de televisión comenzó a hacer el clásico paneo de los jugadores de mientras, de fondo, el himno y los silbidos se combinaban y molestaban mutuamente. Pasaron los rostros de Ruggeri, Sensini, Troglio, Burruchaga, Simón, Basualdo y Goyco. Todos concentrados, inmutables, tratando de cantar su himno que se veía opacado por los abucheos del público. Luego del arquero, seguía Diego.

El rostro de Maradona representaba la bronca que sus compañeros no pudieron (o no quisieron) demostrar. Incrédulo, observó las tribunas del estadio mientras los silbidos, acompañados por insultos hacia el 10, se hacían cada vez más grandes. Cuando la transmisión lo tuvo a él en primer plano, Pelusa largó una serie de insultos que quedaron grabados en la mente de todos y que respondieron a los abucheos al himno y a los insultos de algunos italianos que estaban en contra de Diego. La faceta más argentinista de Maradona salió a la luz en esos segundos que el mismo jugador fue testigo del desprecio de los europeos no sólo hacia Argentina, sino también contra su propia figura y uno de los símbolos patrios más importantes del país. El 10 masticó bronca, no pudo hacer más que demostrar su enojo mediante insultos y salió a jugar el partido con un solo objetivo: ganar esa bendita Copa.

Los 90 minutos fueron parejos e incluso no hubo muchas diferencias en el juego hasta la segunda mitad. La expulsión de Monzón, la primera en una final de Mundial, complicó las cosas para Argentina que tuvo que resguardarse un poco más y no apostar tanto al ataque. Sin embargo, Alemania no pudo quebrar la resistencia Albiceleste hasta el minuto 83, momento en el que el juez del encuentro, Codesal, cobró un penal polémico para los europeos, que se transformó en el 1-0. Seguido de eso, la expulsión de Dezotti en el conjunto argentino marcó el fin de las ilusiones del equipo de Bilardo, que veía cómo ese fallo arbitral les había quitado de las manos la chance de ser los bicampeones del mundo.

El Mundial de Italia 1990 terminaba con un sabor agridulce para el pueblo argentino. Por un lado, Argentina había logrado sobreponerse a bajas sensibles y realizó una campaña brillante, con una eliminación a Brasil incluida, pero el fallo de Codesal evitó la conquista de la Selección en un certamen que dejó la imagen histórica de Diego Armando Maradona insultando a aquellos que estaban abucheando al himno nacional argentino.