Las autoridades advierten que el fenómeno continúa avanzando hacia el norte con categoría 3.
El paso del huracán Melissa por el Caribe dejó un rastro de destrucción, caos y tragedia. Hasta el momento, se confirmaron diez muertes a causa del fenómeno meteorológico: tres en Jamaica, tres en Haití, tres en Panamá y una en República Dominicana.
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Según los reportes de TV Jamaica, el principal canal de la región, las imágenes son devastadoras: viviendas destruidas, calles anegadas, árboles caídos y comunidades enteras sin acceso a electricidad ni agua potable. Melissa llegó a alcanzar la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson —la máxima—, antes de perder intensidad y descender a categoría 3 mientras avanza sobre territorio cubano.
En Jamaica, las autoridades declararon el estado de emergencia ante la magnitud de los daños. Los vientos, que superaron los 250 kilómetros por hora, arrancaron techos, destruyeron carreteras y dejaron a miles de personas desplazadas. Los equipos de rescate trabajan contrarreloj para asistir a las zonas más afectadas, donde se reportan derrumbes y deslizamientos de tierra.
En Haití y Panamá, el panorama no es menos dramático. Fuertes lluvias y crecidas repentinas provocaron inundaciones severas y pérdidas materiales incalculables. En tanto, en República Dominicana, una persona perdió la vida tras el colapso de una vivienda.
Mientras tanto, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos alertó que Melissa continúa su desplazamiento hacia el norte con vientos sostenidos de más de 200 km/h, por lo que Cuba y las Bahamas permanecen bajo advertencia.
Las imágenes difundidas en redes sociales muestran la magnitud del desastre y la desesperación de los habitantes que intentan recuperar lo poco que quedó en pie. Las autoridades locales y organismos internacionales ya iniciaron operativos de emergencia y envío de ayuda humanitaria a las zonas más golpeadas.
El huracán Melissa se perfila como uno de los fenómenos más intensos de la temporada en el Atlántico, dejando una dolorosa lección sobre la vulnerabilidad de las islas del Caribe frente al cambio climático y la creciente fuerza de los eventos extremos.