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Crece la cantidad de diagnósticos de autismo y los especialistas piden cambiar la mirada social

El aumento sostenido de los casos de Trastorno del Espectro Autista en las últimas décadas encendió el debate sobre las causas y sobre la necesidad de replantear el lenguaje para promover una comprensión más empática e inclusiva.

30/10/2025

En las últimas tres décadas, los diagnósticos de Trastorno del Espectro Autista (TEA) registraron un incremento sin precedentes a nivel mundial. Lo que en los años ’90 se consideraba una condición poco frecuente, hoy se observa con una prevalencia mucho mayor, al punto de que algunos especialistas en neurodesarrollo advierten que se trata de un fenómeno de impacto global.

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Los datos muestran un aumento exponencial que no puede explicarse solo por el avance en las herramientas diagnósticas o por una mayor conciencia social. Según distintos estudios internacionales, el crecimiento de los casos podría vincularse también con factores ambientales, sociales y biológicos, que modifican el desarrollo neurológico desde edades muy tempranas.

Más allá de las cifras, los profesionales coinciden en que el verdadero desafío está en la forma en que la sociedad comprende el autismo. Cada vez más voces proponen abandonar el término “trastorno” para hablar de Condición del Espectro Autista (CEA), una denominación que busca poner el acento en la diversidad y no en la patología.

Este cambio de paradigma apunta a reconocer las diferencias en la manera de percibir, comunicar y procesar la información, sin reducirlas a un déficit. Desde esta perspectiva, el autismo deja de concebirse como un “problema a corregir” y pasa a entenderse como una forma distinta de experimentar el mundo, que requiere acompañamiento, apoyos adecuados y entornos accesibles.

Los especialistas en salud mental remarcan que el lenguaje no es un detalle menor: influye directamente en la forma en que las personas son tratadas y comprendidas. Hablar de “condición” en lugar de “trastorno” contribuye a reducir el estigma y promover la inclusión real, reconociendo la neurodiversidad como parte de la naturaleza humana.

“Cuando desde la infancia se naturaliza la diversidad, el concepto de inclusión deja de ser un tema de debate y pasa a formar parte de la vida cotidiana”, sostienen los expertos. La clave está en educar desde la empatía, generar espacios que contemplen las distintas formas de comunicación y aprendizaje, y ofrecer apoyos personalizados según las necesidades de cada persona.

En un contexto en el que los diagnósticos continúan en aumento, repensar la mirada social y las palabras que utilizamos puede ser un primer paso para construir una sociedad más abierta y comprensiva, donde todas las personas —con o sin diagnóstico— tengan la posibilidad de desarrollarse plenamente.

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