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Opinión y Actualidad

Crítica de "Bugonia"

Emma Stone y Jesse Plemons se sitúan en las quinielas para las próximas nominaciones de los Premios Oscar 2026 con la nueva película de Yorgos Lanthimos, un film sobre lo irreconciliable y absurdo de las dos Américas más lograda que ‘Kinds of Kindness’.

04/11/2025

Por Mariona Borrull
Para Fotogramas

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En ‘Kinds of Kindness’, Yorgos Lanthimos cortaba por lo sano con la empatía que se asomaba en ‘Pobres criaturas’ y regresaba sin filtro, ni excesivas luces, al escaparate de violencia de sus orígenes, a los castigos fríos de ‘Canino’. Por ello, el remake sobre la película de culto coreana ‘Salvar el planeta Tierra’ de Jang Joon-hwan, una larga exhibición de torturas de un trabajador hacia un multimillonario esposado, se advenía un paso natural en su filmografía: por fin, la excusa del cineasta más nihilista para dirigir una snuff.

Sin embargo, no ha pretendido el griego tomar el camino físico a la arcada y no es sangre lo que empaña estas dos largas horas de película (aun con algún esporádico pero estruendoso estallido de violencia, claro). El concepto se mantiene prácticamente inalterado en la adaptación de Will Tracy, con un secuestrador conspiranoico y su crédulo esbirro, Teddy (Jesse Plemons) y Don (el debutante Aidan Delbis), encerrando a una alta ejecutiva (Emma Stone) en un sótano, con la firme creencia de encontrarse ante una reina alienígena y con el fin de detener el exterminio de la especie humana.

Lo que en el film original arrancaba como una premisa loca y divertida entre perdedores afables y con estética pulp, es decir, con la materialización de las fantasías infantiles de quien ha leído demasiados tebeos (que incluye un número musical y una pelea de kung fu), en la versión estadounidense arranca directo sobre los raíles expresivos del Lanthimos de ‘Kinds of Kindness’. Es decir, un mundo aplastado en grandes angulares y teñido de verdes, ocres y negros profundísimos, bajo los halos de fluorescente que iluminan una sociedad enferma. En este proscenio gangrenado, sólo puede crecer un thriller inquietante que, como todo procedural de investigación, va desvelando la irreverencia de las teorías del secuestrador y su secuaz muy poco a poco. Y en un film donde la autoridad es una cuestión estética, ligada a los códigos del género, incluso las voladuras suenan creíbles.

Preocupado por insertar posverdad por cada rendija de su universo fílmico, Lanthimos opta por encerrarse en un sótano y privilegiar la palabra de la parte secuestradora (la que cree que la empresaria es un extraterrestre) contra la secuestrada (una hipócrita que se ha adueñado de todo el vocabulario de la izquierda –“los cuidados”, “el espacio seguro”, “la diversidad”– para explotar a su plantilla, en plan soft); iguales en su dramaturgia de la treta. Del gran angular a unos primerísimos planos que evocarán ‘La Pasión de Juana de Arco’ de Dreyer, pero cuyos rostros llenan el cuadro con sólo mentiras.

Naturalmente, el film no se sostendría de no haberse concebido sobre el talento interpretativo de su tándem protagonista. Jesse Plemons practica con Don (una calavera de Yogi de rasgos incel) todas las capas del cariño y la empatía, antes de reventar en desvaríos furibundos contra su víctima. Emma Stone, por su parte, ahonda en la distancia entre tono de voz, gesticulación y palabra, interpretando con emoción desnuda diálogos repletos de palabrería sin sentido, mientras que para sus confesiones honestas, pronuncia separando cada sílaba y modula un rintintín visiblemente falso. En tiempos de ironía, ni los ojos han de ser espejo del alma, ni el relato un desvelar psicológico.

Y así, ‘Bugonia’ no ofrece esperanza o redención alguna; únicamente pornografía. Ni satirizar sobre el fracaso del sueño americano sirve ya, como Teddy espeta para desmerecer la ‘Muerte de un viajante’ de Arthur Miller. La América liberal encarnada por Emma Stone conduce todoterrenos, escucha a Sabrina Carpenter y practica fitness con entrenador personal. Mientras tanto, los Estados Unidos hillybilly marca de la casa Plemons (los farfulleos inseguros y el pelo grasiento son una constante en su filmografía) van en bicicleta, escuchan a Green Day y tratan de apañarse con tutoriales de yoga casero. Son el hambre y la bulimia, víctimas y verdugos en un baile alternativo que sólo llega al entendimiento a través del ejercicio de la violencia. Y ‘Bugonia’ invita al diálogo.