El dispositivo actual cumple 105 años. Su sistema de señales es básico y sencillo de aprender. Sin embargo, no son pocos los que aceleran del amarillo al rojo.
Por Horacio Convertini
Para Clarín
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO
Si uno debiera poner un ejemplo rápido para explicarles a los marcianos que los terrícolas conformamos una civilización inteligente y organizada, bastaría con mostrarles el funcionamiento del semáforo. Los ocho mil millones de habitantes del planeta aceptamos que un dispositivo de tres luces (verde, amarilla, roja) ordene el tráfico de vehículos, código que todos compartimos independientemente de las diferencias de lengua, nacionalidad y religión. Ahora bien: ¿por qué, en la esquina de Estrada y José María Moreno, Parque Chacabuco, un barrio tranquilo, nadie desacelera en el amarillo y todos cruzan hasta tres o cuatro segundos después del rojo?
El semáforo fue inventado por un ingeniero inglés llamado John Peake Knight, que había sido funcionario de los ferrocarriles de Londres. De hecho, se limitó a adaptar las señales que se usaban en las líneas ferroviarias: se trataba de un dispositivo con dos carteles que indicaban si se podía continuar o había que detenerse, y que para el uso nocturno contaba con dos faroles alimentados a gas, uno rojo y uno verde, montados arriba de una columna de hierro de seis metros de alto.
El mecanismo no era automático y debía ser operado por un policía. Lo instalaron en un cruce de calles frente a la Cámara de los Comunes. Fue inaugurado el 10 de diciembre de 1868. Solo funcionó veintitrés días, porque el 2 de enero de 1869 explotó y mató al policía que lo operaba.
Ya en el siglo XX, con la expansión de los automóviles, se utilizaron distintos modelos de semáforo hasta que William Potts, un policía de los Estados Unidos, inventó la señalización automática de tres colores que conocemos ahora. El primer “semáforo Potts” se instaló en 1920 en el cruce de las avenidas Woodward y Michigan de Detroit, la capital de la industria automotriz.
Conclusión: llevamos 105 años utilizando el mismo sistema, un modelo estándar en todo el mundo. El significado de las luces lo aprendemos en la escuela primaria y es mucho más sencillo, por ejemplo, que aprender la hora en un reloj de agujas. Sin embargo, en la esquina de Estrada y José María Moreno, Parque Chacabuco, un barrio tranquilo, nadie frena de una ante la luz roja. Una moto de delivery, vaya y pase, pero lo curioso es que no lo hagan colectivos, camiones de reparto, taxis, vehículos conducidos por personas que han obtenido el registro profesional. Que ahí no haya un accidente por día me reconcilia con la idea de la existencia de Dios.
Hace unas semanas, un amigo tenía que renovar la licencia de conducir y estuve con él mientras hacía el curso online, que consiste en ver unos videos y responder unos cuestionarios. No recuerdo que ningún contenido hiciera referencia especial al semáforo, quizás porque se sobreentiende que es algo demasiado elemental. Bueno, error. Potts falleció en 1947, pero si pudiéramos revivirlo y traerlo a las esquinas de Buenos Aires de 2025 (a la que me obsesiona o a cualquiera) se moriría de nuevo de la frustración.