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La historia de una trágica coincidencia

Hace sólo una semana, el Costa Concordia era una extraordinaria isla vacacional inspirada en el estilo arquitectónico europeo, un crucero de última generación para disfrute de los turistas. Aunque hace sólo 100 años, la primera de estas grandes embarcaciones de recreo, el emblemático Titanic, pasó a la historia de las grandes tragedias populares por su fatídico hundimiento.

16/01/2012

Con motivo de este aniversario, el suplemento de fin de semana del diario El Mundo realizó un especial sobre la tragedia ocurrida a comienzos del siglo XX. La portada del Magazine y el reportaje principal, con un amplio despliegue informativo de varias páginas, estaban dedicados al recuerdo del Titanic, un símbolo de una época en la que por primera vez las clases populares podían disfrutan de viajes y destinos reservados para los más ricos.

La mañana del 21 de diciembre de 2011 el crucero Costa Concordia permanecía atracado en el anonimato del puerto de Barcelona. Hasta allí se dirigió la estilista Iria Ballesta y un equipo de producción del suplemento MAGAZINE.

Siete horas -de 10 de la mañana a cinco de la tarde, hora en la que el buque tenía programado zarpar rumbo a Palma de Mallorca- debían servir para recrear en la nave de la empresa Costa Cruceros algunas de las escenas de mayor impacto visual de la película Titanic (1997). Un trabajo de Moda concebido para el número especial con el que la publicación dominical de EL MUNDO se sumaba el pasado 8 de enero al centenario del naufragio más famoso de la Historia.

Apenas 25 días después de su estancia en la Ciudad Condal ha sido el propio barco seleccionado para evocar el hundimiento el que ha encontrado un destino trágico, tras encallar frente a la costa de la isla italiana de Giglio.

Fue Edelman, la agencia de Relaciones Públicas de Costa Cruceros, la que propuso a Magazine llevar a cabo la sesión fotográfica en esa fecha determinada, rememora la intrahistoria de tan desafortunada coincidencia un responsable del suplemento.

Por razones de seguridad, Edelman mostró entonces especial celo en que todas y cada de una de las personas participantes en la producción solicitara previamente una autorización expresa. La agencia, por lo demás, sólo puso una condición: que el shooting no incluyera la zona de máquinas.

Ballesta confirma que el control de acceso fue exhaustivo ("Estuvimos 40 minutos") y que casi toda la sesión se llevó a cabo en el exterior de la planta superior del navío. "Nos lo encontramos todo muy normal, no había nada que llamase especial la atención", confirma.

La profesional dispuso la sesión con la intención de traer al presente tres de las escenas más representativas de la cinta dirigida por James Cameron. Entre ellas, por supuesto, ésa en la que el joven Jack Dawson (Leonardo DiCaprio) levanta los brazos de Rose DeWitt Bukater (Kate Winslet) en la barandilla del Titanic mientras proclama. "¡Soy el Rey del mundo!". También aquella otra en la que protagonista luce un impresionante vestido amarillo.

Recuperando el material de la sesión, en esta instantánea puede leerse el nombre del barco siniestrado e, incluso, es posible apreciar al fondo los botes de salvamento que utilizó el pasaje en los tensos momentos de la evacuación.

Ballesta recuerda que durante la sesión su equipo se mezcló con los propios viajeros. "La gente embarcaba contenta y tranquila. Se veía a la tripulación organizándolo todo. Recuerdo sobre todo haber escuchado hablar en italiano". Ni ella ni su equipo tuvieron oportunidad de conocer el interior de la embarcación, así que no puede extenderse en detalles. "Nos dejaron una especie de cafetería o habitación del club de fumadores para vestir, maquillar y peinar a los modelos".

Ballesta, que sí había trabajado en veleros y otras naves más pequeñas, confiesa por último que ella y su equipo recogieron el material a todo correr porque el deadline se les echaba encima. De no haberse dado tanta prisa, se habrían visto obligados a viajar hasta Baleares. Una experiencia que, a tenor de los luctuosos hechos, no hubieran podido olvidar.