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Los efectos de la adicción a los videojuegos en los adolescentes

Mientras la polémica crece, la OMS incluyó este trastorno en su lista de enfermedades. Cómo reconocer a un adicto a los videojuegos y qué hacer.

30/07/2019

No se trata de "pincharle" el sueño como gamer a Thiago, el niño argentino de 13 años que obtuvo el quinto lugar en el flamante Mundial de Fortnite, y se llevó el suculento premio de USD 900 mil. Ni tampoco el sueño de Bugha, el joven estadounidense de 16 que se coronó como el mejor jugador de Fortnite del mundo y accedió a la millonaria suma de USD 3 millones de dólares como líder del podio.

De lo que sí se trata es de enmarcar los límites de este fenómeno de entretenimiento virtual, global, masivo y en red propio de las generaciones nativas digitales. Amplificado por la diversidad de dispositivos electrónicos al alcance de la mano de centennials y millenials y que puede tener consecuencias problemáticas para la salud mental y física de la persona que lo practica, especialmente si se trata del público adolescente.

Es la conducta frente al juego, estúpido! podría decir enfático un gamer molesto cuando se lo acusa de "adicto a los videojuegos", reinterpretando la famosa frase de Bill Clinton, que hacía alusión en plena campaña electoral del año ´92 a la economía de su país.

El señalamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018 sobre la adicción a los videojuegos fue contundente: no sólo la sumó a la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés), sino que también reconoció que esa conducta puede volverse un desorden de salud mental.

El trastorno por videojuegos se caracteriza por una adicción persistente o repetida a los juegos online u offline, así lo describió el organismo de salud mundial dentro del apartado (ICD-11) que aborda los desórdenes relacionados con comportamientos adictivos.

Entre los síntomas que definen el comportamiento adictivo a los videojuegos, y que enumeró la OMS figuran tres cuestiones centrales:

1-la incapacidad de la persona de controlar la frecuencia, duración e intensidad de las sesiones de juego,

2-los juegos pasan a tener prioridad sobre otros intereses de la vida y actividades diarias,

3- la conducta se mantiene pese a que empieza a traer consecuencias negativas para la persona.

Para Alberto Álvarez psiquiatra, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), "el videojuego en sí no es adictivo, lo que es potencialmente adictivo es el uso y la relación que se establece con el videojuego. Puede ser algo entretenido, divertido, lúdico, pero puede   transformarse en otra cosa".

"Hay que estar atento a la cantidad de tiempo que se destina al juego. Puede ser una manera de aislamiento, por eso lo que se pierde casi en primer lugar son las relaciones con los otros, familiares o amigos y se van dejando de lado actividades fundamentales para la vida y el desarrollo social de cada uno. Cambia el rendimiento escolar o laboral y las relaciones se deterioran", precisó el psiquiatra.

Identificar la adicción y tratamiento

No hay un perfil único de jugador o espectador del tipo de juegos en red como el Fortnite, la mayoría está más cerca de los 15 años y la primera franja llega hasta los 25 y se extiende luego hasta los 35 años.  Por eso, hay que precisar que la adicción a los videojuegos no solo se desarrolla en niños o adolescentes: los jugadores pueden experimentar dependencia a cualquier edad.

La clasificación realizada por la OMS se centra solo en los videojuegos y en cualquier dispositivo, aunque la mayoría de las personas que desarrollan dependencia de este tipo juegan sobre todo en red. No incluyó otras prácticas como el uso excesivo de Internet, las apuestas online, las redes sociales o la dependencia de los smartphones.

Según una reciente investigación de la universidad australiana Western Sydney University existen dos formas habituales de tratamiento en la adicción a los videojuegos, una focalizada en entender la situación del paciente y otra orientada al aprendizaje de nuevos comportamientos.

Es habitual que los tratamientos incluyan terapias con un experto en adicciones. Las sesiones pueden ser individuales, grupales o familiares, y cada una utiliza dinámicas que emplean enfoques distintos.

El segundo tratamiento es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), que suele desarrollarse de forma paralela a las sesiones con un consultor en salud mental. La TCC se basa en la premisa de que los pensamientos de una persona determinan sus sentimientos. Se utiliza para tratar numerosos trastornos psiquiátricos, entre los que se encuentran los abusos de sustancias, la depresión y la ansiedad.