Algunos de los síntomas son: aceleración del corazón, respiración dificultosa y sentimiento de terror o miedo.
Los ataques de ansiedad pueden ocurrir en cualquier lugar, en un supermercado, en el teatro, en un concierto, en casa o en cualquier otro lugar. No hay ninguna amenaza visible, pero el corazón se acelera, la respiración se hace dificultosa y se tiene la sensación de que falta el oxígeno. Súbitamente y sin razón alguna, uno se siente aterrorizado. Es el inicio de un ataque de ansiedad (o de pánico), un episodio que sufren dos de cada diez personas por lo menos una vez en su vida. No es fácil distinguir sus síntomas, pero es fundamental hacerlo porque ayuda a superarlo.
Siendo tan alto el porcentaje de personas que, como testigos o protagonistas, ha pasado por este trance, deberíamos estar más que familiarizados con los síntomas. Pero no es así, según el catedrático de Psicología Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). El experto describe los ataques de ansiedad como algo similar a una madeja a la que uno le ha perdido el hilo: confusión total. "El hecho de que irrumpa sin previo aviso ni motivo aparente dificulta más las cosas. Y como en ese ovillo, todo acaba en enredo. La dificultad para respirar crece, el pulso es aún más rápido y el paciente llega casi al desvanecimiento. Por momentos, incluso cree morirse", relata Cano.
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Es una sensación muy intensa pero breve. "Crece rápidamente -subraya Cano- y en diez minutos alcanza su máxima intensidad para después empezar a decrecer. Son minutos de espanto y, aunque las sensaciones son diferentes para cada persona, algunas señales son inequívocas. Hay taquicardia, sofocos, sudoración, aumento de temperatura, hiperventilación, opresión o malestar torácico, entumecimiento, temblores y sensación de ahogo. Otros dos fenómenos habituales son despersonalización (sensación de estar fuera de uno mismo) y desrealización (creencia de que lo que ocurre no es real)". Algunos pacientes no reconocen ni siquiera su propia calle o a alguien familiar. Todo ello conduce a la pérdida total de control y de conocimiento, hasta el punto de pensar que la muerte es inminente.
No todos los signos concurren en un mismo episodio, pero con que aparezcan algunos de ellos ya se puede confirmar que estamos ante un ataque de ansiedad. Generalmente, los cuatro primeros síntomas son palpitaciones, sensación de taquicardia, falta de aire y sudoración. El más común es el incremento cardíaco, por eso el médico deberá valorar si está ante un infarto de miocardio. En la población infantil, en la que los casos de ataque de pánico son muy aislados y puntuales, se presenta en forma de miedo intenso, aceleración del ritmo cardíaco, mareo y náuseas. Y conviene prestar especial atención a las personas mayores, pues el episodio comparte síntomas con otras enfermedades más comunes entre ellas.
Independientemente de la edad, "es un estado que asusta mucho tanto a quien lo sufre como a quien lo presencia, pero la alarma lo que hace es incrementar aún más la vehemencia de esos síntomas. La inquietud se produce, sobre todo, por la falta de explicación. Alguien puede haber vivido ya taquicardias practicando deporte, por ejemplo, pero si aparecen en reposo y sin ningún esfuerzo físico, la reacción inmediata es pensar que le está sucediendo algo grave", dice el catedrático.