Jaume Balagueró juega con Lovecraft en un relato de terror enclaustrado en un complejo de apartamentos con Ester Expósito como reina del grito.
Por Desirée de Fez
Para Fotogramas
'Venus' celebra el terror con una autonomía, una espontaneidad y una frescura insólitas en estos tiempos. Esa es, sin duda, su principal virtud. Siempre ha sido así en las películas de Jaume Balagueró del mismo género: 'Los sin nombre' (1999), '[•REC]' (2007; dirigida con Paco Plaza) o 'Musa' (2017), en realidad tres propuestas muy distintas. Pero, en 2022, esa libertad de movimientos es especialmente atractiva por insólita. En un momento (salvo excepciones) en el que el tema, la metáfora, lo psicológico y las disquisiciones sobre lo que se eleva y lo que no se imponen a los mecanismos del género y lo condicionan, Balagueró sigue yendo por libre.
En 'Venus' reincide en su defensa del cine de terror como un espacio abierto al juego, que celebra la osadía y que persigue la reacción directa y epidérmica del espectador. También como un lugar con una historia y unos códigos que actualiza con resolución, pero desde el conocimiento. Sobre la pesadilla de una bailarina de discoteca (encarnada por una estupenda Ester Expósito) que roba lo que no debe, Venus celebra con ritmo frenético, querencia por lo inesperado e indiscutible potencia visual el cine de terror (del más físico al más abstracto, con deslizamientos al horror cósmico) y a sus protagonistas femeninas (sus final girls, sus reinas del grito, sus brujas y sus emperatrices del espanto). Es frenética y brutal, y reúne otra de las claves del cine de Balagueró: la búsqueda de imágenes, de estampas envenenadas, que encierren conceptual y formalmente el horror.
Para fans de Jaume Balagueró y del cine de terror que persigue la reacción epidérmica del espectador.