Hideaki Anno aúna todos los elementos que han hecho de esta saga un pilar fundamental del anime en un final tan desmesuradamente épico como intimista.
Por Ricardo Rosado
Para Fotogramas
Veintiocho años después de que Hideaki Anno comenzase todo este jaleo con la fundamental 'Neon Genesis Evangelion', y once desde que se estrenase el tercer título de una prometida tetralogía de reinicio y cierre, la cuarta película del llamado 'Rebuild of Evangelion' llega a las pantallas grandes de occidente ante la atenta -y exigente- mirada de un fandom ansioso que, por suerte, tiene motivos de celebración.
'Evangelion: 3.0+1.01 Thrice Upon a Time' aúna todos los elementos que han hecho de esta saga un pilar fundamental del anime pese a su capacidad por escapar de etiquetas unificadoras. Esta supuesta aventura de adolescentes que pilotan robots gigantes no es sino una compleja amalgama de atormentados personajes, tenebrosas teorías existencialistas y simbolismo judeocristiano con el que Anno nos ha ido contando lo complicado que fue superar una primera depresión, lo doloroso de las recaídas y, ahora, la serenidad de una mente que se siente por fin sana.
Y claro, acompañado de espectaculares escenas de acción con naves que escapan a la razón, criaturas físicamente insondables y robots de diseños improbables que atraviesan una trama sobrecargada, repleta de datos no precisamente comprensibles con los que disfrutar durante futuras jornadas de buceo en foros de debate.
Un punto y final tan épico como intimista, una fábrica de sueños vívidos y un potente combustible de pesadillas capaz de permitirse un bonito juego con el metalenguaje que, además de suponer su enésima unión formal con 'Twin Peaks', nos acerca una vez más a la versión de nosotros mismos que cada uno guardamos en el corazón. Una obra de arte que, como tal, hace del mundo un lugar mejor ahora que existe.
Para creyentes convencidos y neófitos con ganas de cambiar su vida.