Para aquellos que se habían desencantado con Marvel y quieren volver a creer: la tercera entrega de los Guardianes de la Galaxia toca todas las teclas correctas y sube el listón de la Fase 5.
Por Mireia Mullor
Para Fotogramas
Cuánto va a echar de menos el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) a James Gunn y sus Guardianes de la Galaxia. La última entrega de la trilogía, 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3', es un despliegue de acción intensa, sentido del humor absurdo, estética camp cargada de luz y color, referencias marvelitas suficientemente contenidas y emociones a flor de piel con algunas de las escenas más desgarradoras de toda la franquicia. Es una película sobre el significado del hogar, las segundas oportunidades y la importancia de las familias elegidas; es un tratado contra el maltrato animal y una crítica a la ambición megalómana; y es también una delirante aventura sci-fi a la que no le da miedo mirarse en 'Barbarella' (Roger Vadim, 1968) mientras ofrece a los superhéroes más simpáticos de Marvel su momento para brillar.
Después de que Thor abandonase la idea de los Asgardianos de la Galaxia para vivir sus propias aventuras en 'Thor: Love and Thunder' (Taika Waititi, 2022) y descubriésemos el sentido de la Navidad con Kevin Bacon en 'Guardianes de la Galaxia: Especial Navidad' (James Gunn, 2022) en Disney+, nos reencontramos con los Guardianes en Knowhere. Entre los llantos de Peter Quill (Chris Pratt) por sus problemas amorosos y los divertidos toma-y-daca entre Kraglin (Sean Gunn) y el perro espacial Cosmo (Maria Bakalova), la vida transcurre tranquila en esta estación espacial que ahora llaman hogar. Sin embargo, la paz se ve perturbada por un brutal ataque que lleva a Star-Lord, Drax (Dave Bautista), Mantis (Plom Klementieff), Groot (Vin Diesel) y Nébula (Karen Gillan) a iniciar una carrera a contrarreloj para salvar a Rocket (Bradley Cooper).
Gunn muestra verdadero cariño por estos personajes, en especial por Rocket, cuyos orígenes se sitúan en el corazón de la historia. Los flashbacks al pasado del personaje se cuentan entre las escenas más desgarradoras e impactantes de la saga, es el origen de sus traumas, pero también hay amor, amistad y anhelos. 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3' es prácticamente una carta de amor al malhumorado mapache de Marvel, y, por extensión, a todos aquellos que se sienten marginados, diferentes o imperfectos. Utilizar 'Creep' de Radiohead como primera track en su siempre alucinante playlist de canciones es toda una declaración de intenciones. Y tener a un villano como el High Evolutionary (Chukwudi Iwuji), obsesionado con crear una raza superior con la que conseguir la sociedad perfecta cueste lo que cueste, es el vehículo perfecto para explorar los mensajes de la película. Lástima que el personaje sea tan unidimensional como buena parte de los antagonistas del UCM. Quien también tiene una presencia agridulce en el filme es Adam Warlock (Will Poulter), un personaje esencial en los cómics de Marvel que por fin salta a la gran pantalla, aunque lo haga solamente como un alivio cómico más de la función.
A pesar de estos detalles, y también de un deseo a veces contraproducente de intentar abarcar más de lo que puede o necesita, la tercera entrega de 'Guardianes de la Galaxia' es un triunfo para Marvel en un momento de desencanto colectivo. Tras empezar la Fase 5 con mal pie con 'Ant-Man y la Avispa: Quantumania' (Peyton Reed, 2023), que sacó a Ant-Man de sus divertidas aventuras en San Francisco para usarle de puente al multiverso, 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3' nos recuerda lo efectivo que es tener a un autor con visión, atrevimiento y cariño por sus personajes debajo del paraguas de Marvel. Lo que ofrece James Gunn es una clásica película de los Guardianes, con sus caminatas épicas a cámara lenta, sus criaturas alienígenas de todos los tamaños y colores, sus bailes catárticos y su estúpido sentido del humor. Es un cierre de la trilogía tan consistente como satisfactorio.
Para aquellos que se habían desencantado con Marvel y quieren volver a creer.