Retrato generacional y posfeminista nada complaciente del debutante Álex Lora con Greta Fernández como protagonista y Pilar Palomero (‘La maternal’), entre los guionistas.
Por Pablo Vázquez
Para Fotogramas
Debut en el largometraje de ficción del hasta ahora documentalista, cortometrajista y montador Álex Lora (codirector del inquietante ‘El cuarto reino. El mundo de los plásticos’), escrito a cuatro manos por el cineasta y las arteras plumas (¿los taimados portátiles?) de Pilar Palomero, María Mínguez y Marta Vivet, ‘Unicornios’ es el resultado de una superposición de miradas lúcidas y complementarias. Miradas que confluyen en un retrato generacional nada complaciente, de signo posfeminista (divertida la pelea dialéctica que enfrenta a Simone de Beauvoir con Julia Kristeva), consecuencia esperable de años de saturación y polarización ideológicas (¡cómo ha costado acallar a aquellos y aquellas que se empeñaron en equiparar al cien por cien sexo y cosificación!) que ahora son justamente revisadas desde una perspectiva irónica, hastiada, casi nihilista, ante un presente en el que las consignas sagradas han virado en seguidores de Instagram… a las claras, una revolución que no era más que otra forma de liberalismo.
No es ya la mirada del voyeur masculino y acechante (aunque la relación de competitividad y complicidad de la protagonista y el personaje de Elena Martín Gimeno nos llevaría al De Palma de ‘Doble cuerpo’ y, sobre todo, al de ‘Femme Fatale’ y ‘Pasión’), sino las cruzadas entre unos personajes tan aparentemente feroces como proclives a sugestivas ambivalencias. El hecho de que la protagonista sea, además, fotógrafa (la mirada como arma, asidero y herramienta), como la Faye Dunaway/Laura Mars de la película de Irvin Kershner, es tan sólo otra vuelta de tuerca en el juego de matrioskas que conforman esteestimulante mosaico sobre el vacío contemporáneo, sus asperezas y sus encantos.
El poliamor no es únicamente severo. ‘Unicornios’ (en jerga sexual y amorosa, personas que se unen a una pareja ya constituida, bien de forma ocasional o con pretensiones de estabilidad, aunque también imagen tosca del miembro viril en erección) es, ante todo, Greta Fernández, sus registros y matices, y, en gran parte, su personaje arisco y sobradamente antipático, al que, a pesar de todo, no dejamos de comprender en su contexto. Obra decididamente afrancesada, en forma y fondo (muy cercana al cine de Catherine Breillat, pero incluso más desnuda, sin su tendencia al subrayado ni a la coartada intelectual), a ratos dotada de aproximaciones y texturas orientales, Álex Lora logra un artefacto más honesto que ‘Chavalas’ (C. Rodríguez Colás, 2021), menos antipático que el cine de Joanna Hogg, más valiente que la webserie ‘Selftape’ y no tan peleón e irónico como ‘Autodefensa’, teniendo puntos en común con todas ellas.
Es hija desencantada y cruda, también, de aquella izquierda exquisita de los filmes de Jacinto Esteva, Joaquim Jordá o Carlos Durán. Lora se maneja con soltura alternando diversas subtramas en una peculiar ‘mise en abyme’ (el conflicto familiar, el entorno laboral, la relación con las distintas parejas, esos jefes y clientes de OnlyFans que no valen ni para depredadores sexuales) y logra un acabado atractivo, en el que brilla la fotografía de Thais Català y una banda sonora coherentemente vanguardista, con temas de C. Tangana y Marina Herlop. Quizá por ello, la película, concisa y sin remilgos, a la hora de desarrollar el viaje a los infiernos de su protagonista, no acaba de apretar del todo el acelerador y termina por frustrar algunas de sus promesas, como si temiera que la consecuente sordidez de jugar con según qué elementos pudiera enfangar en demasía la pulcritud de su, por otra parte impecable, propuesta formal.
Para explorar el lado oscuro del deseo femenino y su inherente siniestra belleza.