Tercer largo del cineasta rumano Emanuel Parvu que sigue a un joven que sufre una brutal agresión homófoba, tras la cual se activa una investigación que pone en evidencia una comunidad conservadora, aterrorizada, intransigente, fanática y moralmente deplorable.
Por Desirée de Fez
Para Fotogramas
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El cineasta rumano Emanuel Parvu sitúa su tercer largo en una zona rural del Delta del Danubio. La sensación de calma que inspira el lugar se trunca con un suceso violento: Adi (Ciprian Chiujdea), un muchacho de 17 años, sufre una brutal agresión homófoba. Se activa entonces una investigación que pone en evidencia una comunidad conservadora, aterrorizada, intransigente, fanática y moralmente deplorable. En una película muy bien escrita e interpretada y dirigida con precisión (una puesta en escena concisa, una magnífica coreografía de actores y situaciones), Parvu transmite la angustia del protagonista, cada vez más acosado por su entorno, de una forma muy particular.
El film tiene duras escenas de cámara, en las que Adi descubre que los monstruos más atroces viven en su casa. Parvu también explora esos horrores a plena luz del día, en formato panorámico, recortados sobre un paisaje amable. Es esa capacidad de transmitir la asfixia en exteriores, el horror a pleno sol, uno de sus aciertos más interesantes y punzantes.
Para fans de películas que denuncian con firmeza y fiereza la intransigencia y las injusticias.