El técnico más ganador de la historia de River está atravesando el peor momento de sus dos ciclos en la institución. El cruce frente a Boca puede ser una plataforma para resurgir o marcar el fin de su segundo ciclo.
Marcelo Gallardo atraviesa la peor crisis de sus dos ciclos como entrenador de River Plate. La reciente derrota ante Gimnasia en el Monumental marcó un punto de quiebre en su segundo mandato y desató la bronca de los hinchas, que despidieron al equipo con un contundente "que se vayan todos". Aunque su idolatría sigue intacta, cada vez son más las voces que reclaman un cambio en el banco de suplentes de cara a 2026.
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El Superclásico del próximo domingo a las 16.30 en La Bombonera se perfila como una final personal para el Muñeco. Allí puede recuperar la confianza de un equipo que no da respuestas o, por el contrario, firmar el final de un ciclo que no logró repetir las glorias del pasado.
En agosto de 2024, Gallardo sorprendió al regresar a River apenas un año y medio después de su emotiva despedida. Su vuelta generó una enorme expectativa, alimentada por refuerzos de jerarquía como Marcos Acuña, Maximiliano Meza y Germán Pezzella. Sin embargo, la eliminación ante Atlético Mineiro en la Copa Libertadores 2024 fue el primer golpe de una serie de frustraciones que se profundizaron con el paso de los meses.
En 2025, River invirtió más de 50 millones de euros en refuerzos —entre ellos Sebastián Driussi, Lucas Martínez Quarta, Gonzalo Montiel, Enzo Pérez y Juan Fernando Quintero— con el objetivo de volver a reinar en Sudamérica. Pero los resultados no acompañaron: perdió la Supercopa Internacional ante Talleres, quedó eliminado del Torneo Apertura por penales frente a Platense, fue barrido en el Mundial de Clubes y Palmeiras le puso fin al sueño de la Libertadores en cuartos de final.
Desde la caída ante el Verdão, el Millonario entró en una profunda crisis futbolística. En el Torneo Clausura, encadenó la peor racha de derrotas consecutivas desde 2010 y la serie de caídas como local más extensa en 99 años. El equipo no solo perdió confianza, sino también la posibilidad de clasificarse a la próxima Copa Libertadores.
Hasta hace unas semanas, las críticas apuntaban a los jugadores, pero tras la derrota ante Gimnasia, la mira se posó sobre Gallardo. Sin mencionarlo directamente, el mensaje de las tribunas fue claro: ya no hay inmunidad.
El próximo duelo ante Boca, rival que tantas veces lo vio triunfar, puede ser decisivo para el futuro del Muñeco. Gallardo no solo se juega la posibilidad de seguir peleando por el segundo puesto anual, sino también su continuidad al frente del equipo.
Aunque el nuevo presidente Stefano Di Carlo afirmó que el 2026 está pensado con Gallardo, en Núñez nadie se atreve a garantizarlo. Los gestos de frustración, las declaraciones tensas y los cambios constantes en la formación son señales de un entrenador que no logra encontrar el rumbo.
El domingo en La Bombonera, Gallardo volverá a enfrentarse a su eterno rival, pero esta vez con mucho más que el orgullo en juego: su futuro en River y la posibilidad de revertir la crisis más dura de su carrera.