Este 1 de marzo se cumplen 20 años del último concierto de Nirvana, en el Terminal Eins de Munich en 1994.
A su término, Kurt Cobain fue diagnosticado con bronquitis y laringitis severa, por lo que el espectáculo de la noche siguiente fue cancelado. El resto ya es funesta y mitológica historia del rock hasta su fallecimiento el 5 de abril de 1994.
El 20 de febrero de 1967 la localidad estadounidense de Aberdeen (Washington) celebraba la llegada al mundo de Kurt Donald Cobain, un bebé singular destinado a marcar una línea roja en la música popular de nuestro tiempo.
Porque nada fue igual tras la publicación de Nevermind el 24 de septiembre de 1991. Ese fue el disco con el que Nirvana marcó un antes y un después, certificando al grunge como el género de toda una generación desencantada, angustiada y rabiosa a partes iguales.
Una generación que vio en Cobain a su líder espiritual y que le encumbró de manera fulgurante (muy a su pesar) a la categoría de icono, sin duda una responsabilidad demasiado pesada para sus hombros. Pero era su destino convertirse en leyenda con una prematura muerte y ante eso nadie puede luchar.