La vedette y actriz tiene un currículum amoroso que incluye varios famosos. Sin embargo, con ninguno de ellos pudo establecer una relación duradera.
A partir de acá, todo Vale. De aquí en adelante conoceremos vida, obra, pensamientos, pareceres, gustos, costumbres y opiniones de Valeria Degenaro (35). Y lo que es mejor: recorreremos cada centímetro y cada recoveco de la maravillosa (y abundante) geografía del cuerpazo que le regaló la madre naturaleza. Están advertidos. Ya lo saben. Ahora Vale todo. ¿Vamos?
–Vivís sola, y con tres gatos…
–Cuando estaba con Nino Dolce teníamos dos gatitos hermanos. Al separarnos nos quedamos uno cada uno, pero no comían y se extrañaban. Así que los tuvimos que juntar en casa y me compré otro. Los adoro. Una vez perdí un trabajo en una obra de teatro porque me daban hotel, y con ellos necesito departamento. No me cerraba la plata por ese lado y preferí quedarme. Cuando hago presencias me tomo el último vuelo y el primero para volverme. No me gusta dejarlos solos.
–Entonces, un hombre para estar con vos tiene que querer a los gatos…
–Sí, obvio. Vino un ex novio con una caja de bombones, y el gato se acordaba de él, pero el muchacho ni bola le dio al gato. Entonces, ¡no flaco!
–Estás sola… ¿Y con Flavio Azzaro qué pasó?
–Salimos dos meses, pero no quiero hablar del tema porque a él le molesta y yo lo respeto. Aposté a la relación, nos veíamos todos los días, él conoció a mi familia y yo a sus amigos. Estábamos bien y me dijo que no contara que salíamos porque no quería que se hablara de su vida privada. Aposté a algo, pero ya no hay nada y en su momento me dolió.
–¿Cómo comenzó la relación con él?
–Estaba limpiando, escuché una voz y dije: “Uh, está Nino en la tele”. Y me quedé viendo Zapping. Pero no era Nino… ¡Era Flavio! Y los vi parecidos. Ahí lo descubrí. Coincidimos en unos trabajos, pegamos onda, y ahí empezamos a salir.
–¿Con Nino seguís en contacto?
–Nos hablamos, me pregunta por el gato o me invita a cenar. Me costó un montón superar esa relación y no volvería el tiempo atrás. Me gusta estar bien con mis ex. Hace un año coincidimos en un cumpleaños y se ofreció a traerme a casa, pero agarró para otro lado y me quiso mostrar su casa nueva. Al llegar, en la cocina giro la cabeza y veo una muñeca inflable con una foto de mi cara pegada con la boca abierta. Después, me terminé enterando de que tenía dos. Me dijo que tiene eso porque yo soy una bruja buena y pone las muñecas inflables en el balcón para que lo protejan de los espíritus malos. Nos separamos en 2008 y aún me tiene presente. Y tantos años después me fijé en un chico que se parece a él. Locura para tratar.
–Hablando de ex, también estuviste con Matías Alé.
–En 2008. Nos separamos y volvimos a estar un año y cuatro meses antes de su noviazgo con Sabrina Ravelli. Era una relación free porque era al pedo creerle. Eramos como amantes, nos llevábamos bien. Me enojé porque me enteré por Twitter que estaba con las dos. Pero hablamos y nos seguimos queriendo como amigos.
–¿Se te hace difícil formalizar una relación?
–Elijo mal yo, no puedo culpar a nadie. Lo hablo con mi psicóloga. Elegí a Alé, después a un streaper. ¿Qué querés?
–¿Tenés ganas de casarte y formar una familia?
–Me cuesta confiar, pero sí. Por eso me cuesta salir cuando la relación no funciona. Con Azzaro fueron dos meses pero me enganché y no volví a estar con nadie.
–Otro nombre mediático en tu pasado es Gonzalo Gamarra.
–Era mi abogado en 2013. A él le gustan las famosas. Me mandaba flores al teatro, me invitaba a cenar. Una vez fui a trabajar a Rosario con él, y coincidimos con Evangelina Carrozo. Fuimos como pareja, y se desubicó, se puso baboso con ella. Eva me dijo que estaba incómoda, pero después le seguía el juego y le decía “qué lindo auto”, “qué lindo reloj”, etcétera... Hasta que se coló con nosotros para volver en nuestro auto a Buenos Aires. Me hizo pasar un momento re feo. El aprovecha los momentos de debilidad para acercarse, y creo que hizo eso con Nazarena.