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"Funk Carioca" el baile que mueve millones en las favelas

El funk carioca es un estilo musical estrechamente ligado a las favelas de Río, distinto al funk estadounidense.

25/09/2015

El enorme muro de parlantes blancos del DJ Byano gana volumen con un ritmo repetitivo. Si te paras delante, sientes el cuerpo vibrar cuando arranca el baile funk de la favela de Chatuba, uno de los más auténticos de Río de Janeiro.

La música hace las veces de toque de campanas para la misa, y por las callejuelas de la comunidad van llegando jóvenes a la fiesta. Predominan las remeras y bermudas en ellos; los tops y shorts bien ajustados en ellas.

La canción anuncia que es el momento del funk, cuyas veladas en Río suelen extenderse hasta después del amanecer:

Convoca a las chicas, que el alboroto va a comenzar.
Cuando el Byano toca, no hay hora pa terminar.


Sin embargo, esta vez la fiesta sí tiene plazo.

La Unidad de Policía Pacificadora (UPP) instalada desde 2012 en Chatuba autorizó el baile sólo hasta las tres de la madrugada, y ya es casi la una. Como otras favelas de la zona norte de Río, Chatuba tiene una historia de pobreza y violencia que no ha cesado con la llegada de las fuerzas de seguridad para arrebatar el control territorial a los narcos.

Pocos días atrás, la propia base da la UPP fue atacada a balazos por desconocidos, en plena tarde de un sábado.

Unos días antes un joven de 17 años recibió un tiro en el cuello durante un presunto enfrentamiento entre policías y narcos, aunque según sus familiares él no tenía nada que ver con drogas ni delincuencia.

Natã Scott, un habitante de Chatuba de 22 años que vino al baile vestido de remera dorada y gorra de béisbol con visera plana, asegura que las cosas han empeorado en la comunidad.

"Hay muchos tiroteos. La policía llega y está mal preparada, no saben registrar a las personas", dice. "No podemos hacer una fiesta hasta tarde porque siempre están golpeando la puerta para terminar temprano". Ahora la UPP ha decidido vigilar de cerca el baile funk.

Y cuando los uniformados llegan portando fusiles y chalecos antibalas, el aire caliente de la madrugada se corta con un cuchillo.

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El funk carioca es un estilo musical estrechamente ligado a las favelas de Río, distinto al funk estadounidense —lo influyó más un tipo de hip-hop denominado Miami bass. El género representa "el excluido del excluido", según ha definido el antropólogo Hermano Vianna.

Pese a eso, se popularizó de forma asombrosa.

Un estudio de la universidad privada Fundación Getulio Vargas realizado entre 2007 y 2008 concluyó que el funk movía más de US$4 millones por mes sólo en el estado de Río, donde los bailes del género convocaban a cientos de miles de seguidores.

A su vez, las canciones que hablan sin tapujos sobre temas como el sexo y la violencia, causaron polémica, prejuicios e inquietaron a políticos. Río llegó a prohibir las músicas que hicieran “apología al delito” en determinados locales, pero en 2009 reconoció al funk como un "movimiento cultural" popular.

En las favelas ganó ganó fuerza un subgénero del funk conocido como proibidão, que circuló clandestinamente y exaltó el tráfico de drogas, la guerra contra la policía y entre bandas rivales.

El baile de Chatuba, con la música de Byano, ganó fama como uno de los más populares en la década pasada: denominado el "Maracaná del funk", atraía a miles de personas de distintas clases sociales y estados de Brasil.

Cuentan que los líderes locales de Comando Vermelho, el grupo criminal que controlaba el lugar, lanzaban al público billetes de 50 y 100 reales en plena fiesta. Pero todo se acabó cuando los militares ocuparon en 2010 el complejo de favelas de la Penha donde se encuentra el morro de Chatuba y la juerga fue prohibida.

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"El baile de Chatuba no tiene igual, es el mejor baile de Río", dice Renato Dias, que tiene 36 años y disfruta muy animado de la fiesta junto a una mesa en la calle donde se venden cerveza y bebidas energizantes.

Cinco años le llevó a Byano poder volver a organizar este evento, en una cancha de fútbol de salón apenas separada de la calle por una valla de alambre. Lo logró en marzo, tras conseguir permisos de diferentes oficinas públicas, convencer a la UPP y recibir financiamiento del gobierno estatal, aunque asegura que el baile gratuito hoy se financia sólo con apoyo de los comercios locales.

"El baile funk no precisa de traficantes para poder realizarse", dice el DJ, cuyo nombre verdadero es Fabiano Fagundes y vive hace 17 años de esto.

"Musicalmente tampoco hay más putería, no existe más apología a las drogas: existe sí la libertad de expresión que cuenta la realidad de la comunidad", señala. La fiesta no está desbordada de funkeiros como en sus épocas doradas, pero muchos de los que vinieron destacan que esta es una de las pocas opciones de diversión que tienen en el barrio.

"El funk para mí es una distracción: te relaja, es muy bueno", dice Elaine Santana, que tiene 39 años y trabaja cuidando ancianos. A pocos metros, Sanderson Dançarino Brabo sorprende bailando passinho, una danza electrizante asociada al funk que mezcla break-dance con samba, pagode y frevo, un baile típico del noreste de Brasil.

Cuenta que aprendió a bailar mirando videos de Michael Jackson y con 22 años, acaba de realizar una gira por Europa para exhibir su talento.

Un poco más allá, dos chicas sacuden sus caderas en una danza sensual, una de espaldas a la otra.
Mientras, los policías recorren el lugar buscando drogas: iluminan rincones oscuros con linternas, revisan en el suelo y en las tribunas, caminan entre la gente.

A Byano se le refleja la preocupación en el rostro.

"Es la primera vez que hacen esto", comenta.

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Actualmente el funk suena también en barrios más acomodados y en discotecas confortables de Río.
Este mes un programa con apoyo público llevó sus ritmos y pasos de baile a estaciones de metro y a dos grandes fiestas callejeras en el centro de la ciudad.

Sin embargo, sus promotores sostienen que el género está en crisis.

"Estamos viviendo el peor momento del funk", dice MC Leonardo, presidente de la Asociación de Profesionales y Amigos del Funk. Señala que los auténticos bailes funk de bajo costo y equipos que tocan en vivo están prohibidos en la mayoría de las favelas con UPPs, son objeto de abusos policiales frecuentes, y eso está haciendo que la música pierda la conexión con sus raíces.

"Existen fiestas fantásticas donde tocan funk, pero eso no es un baile funk", asegura. Y comenta que Chatuba es "el último gran palco" de esta modalidad.

Las autoridades dicen que apoyan el regreso de las fiestas funk en las favelas, pero estableciendo reglas para evitar que molesten a vecinos y ocurran sin control del poder público como antes.

"Pecisamos adecuar la realización de los bailes funk a las cuestiones de seguridad porque sabemos que las cuadrillas intentan apoderarse simbólicamente de los bailes para mostrar poder", indicó recientemente el mayor Ivan Blaz, coordinador de comunicación de las UPPs.

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La música se detiene y las luces se encienden de pronto en el "Maracaná del funk" por orden policial.

Son las 02:20. Hay cierta confusión y la gente comienza a retirarse, frustrada.

El sargento Alécio, a cargo del operativo policial, le informa a Byano que le arrojaron una lata de bebida cuando realizaba un procedimiento en un lugar del baile donde fumaban marihuana.
Su nariz sangra por un corte en el caballete. Empapado de sudor y con un cigarrillo encendido en la mano, el sargento apenas consigue disimular el enfado.

"Me dieron un latazo, pero es normal. Son cosas del servicio… Sin necesidad", dice.

"Terminó el baile", sentencia con voz recia. Y algunos ya se preguntan cuándo volverá la legendaria fiesta de Chatuba.