La encontraron sin vida y con "signos de violencia" en su departamento del barrio porteño de Caballito. En 2012 había recibido el DNI de manos de Cristina Kirchner
Diana Sacayan fue encontrada muerta “con signos de violencia”, confió una fuente judicial a Infojus Noticias, en su departamento de avenida Rivadavia al 6700, en el barrio porteño de Caballito. Interviene la comisaria 38 porteña y la Fiscalía de Instrucción N° 4, a cargo de Matías Di Lello.
Fuentes policiales confirmaron a Infojus Noticias que la División Homicidios investiga a “una persona que entró con ella al edificio”. Llegaron a él a través de un testimonio. "Se investiga un crimen, un homicidio", aportaron.
Había llegado de la provincia de Tucumán con sus padres. Se había radicado en Laferrére y ahora estaba instalada en Caballito. Vivió en la pobreza, se prostituyó, pero se organizó, resistió y la militancia le permitió en 2012 postularse como candidata a ocupar la Defensoría del Pueblo de La Matanza. Había trabajado en el INADI, en el programa de la diversidad sexual. También había colaborado en el suplemento Soy, de Página/12, y en la revista El Teje.
Diana había sufrido dos agresiones que llegó a denunciar. El último, en agosto pasado, con la Policía Metropolitana: había contado que tras ser agredida por un hombre en la calle, llegó la Policía y se la llevaron presa junto a otro activista. La maltrataron, amenazaron y denunciaron por resistencia a la autoridad con lesiones.
Una semana después, la Procuvin denunció a la Metropolitana por la agresión. “Son prácticas sistemáticas de la Metropolitana atacar a grupos sociales vulnerables y vulnerados", dijo el titular de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), Miguel Palazzani, quien pidió la indagatoria de al menos 12 policías por torturas y privación ilegítima de la libertad de Diana y un empleado del INADI.
La agresión anterior había ocurrido en agosto de 2013. Diana contó que un hombre “blanco, alto” le destrozó la cara a golpes en la estación Laferrére, en La Matanza. Y agregó que esa noche cuatro gendarmes vigilaban la zona y detuvieron al agresor, pero terminaron por dejarlo ir. “¡Miren lo que me hizo!”, les gritó con la cara ensangrentada y los agentes de seguridad terminaron por golpearla en las costillas. Solo logró frenar la nueva golpiza, cuando les dijo que trabajaba en el Ministerio de Justicia. Ahí le dijeron: “¡Corré!”.